Por Jorge Herrera - El Banco Central hoy difundirá la normativa
vinculada con el anuncio oficial sobre una ayuda extraordinaria a las pymes y
familias por $350.000 millones en créditos blandos. Tras haber mantenido una
serie de reuniones con los representantes de la banca local y extranjera,
pública y privada, el Directorio del ente monetario se apresta a presentar los
lineamientos para que el sistema financiero pueda brindar el apoyo financiero
necesario para que tanto el sector de las pequeñas y medianas empresas y las
personas no sufran ni generen inconvenientes en la cadena de pagos.
El esquema básico se centra en una reducción de los encajes y de la
posición en deuda del BCRA (esto es, tanto Letras de Liquidez o Leliq,
y Pases Pasivos), o sea, una liberalización de capacidad prestable que hoy está
estacionada en el ente monetario. De modo que lo que parecía iba a tardar más
tiempo de lo esperado, es decir, una reactivación del crédito al sector
privado, lo logró la crisis del Covid-19. Son tiempos de economía de
guerra, de una crisis desconocida, por lo que los efectos de los remedios
quedarán para los historiadores. Ahora lo que prima es salvaguardar el tejido
económico y por ende a las pymes más castigadas y a las endeudadas
familias. Nadie va a venir ahora con argumentos ortodoxos ante semejante
debacle de la que aún hoy se desconoce su profundidad y alcance, local y
global.
Por eso, el Gobierno recurre como el resto de los principales bancos
centrales del mundo y de la región a flexibilizar las condiciones financieras.
Algunos recortan más las tasas de interés y otros acompañan con otras medidas
de estímulo monetario como compra de activos. En Argentina se irá desandando el
camino arrancando con un aumento de la capacidad prestable orientada
principalmente a pymes y familias. El monto de arranque equivale a poco más del
17% del stock actual de préstamos privados en pesos o al 20% del stock de
Leliq. Por lo que se desprende que el BCRA tiene margen, en las
actuales circunstancias extraordinarias, de poder inyectar más liquidez vía la
reducción de Leliq.
Por lo pronto, según participantes a las reuniones entre el BCRA y
la banca, se operaría sobre el stock actual en principio, de modo que la baja
de encajes las entidades deberían canalizarla hacia las nuevas líneas
promocionales, de lo contrario el excedente queda “encajado”. Dado que los
fondos para los nuevos créditos salen de los depósitos captados por los bancos,
por los cuales pagan una tasa de interés pasiva y como la tasa a la cual se
prestarán los nuevos préstamos será menor, quedó claro en dichos encuentros que
el esfuerzo será compartido. Es decir, todos ponen. Claro que aún resta
ver hoy la letra chica de las resoluciones y comunicaciones del BCRA para
vislumbrar el resultado final.
Un exmiembro del directorio del BCRA posconvertibilidad
señalaba a este diario que todo lo anunciado tiene pinta de ser tipo la Línea
de Inversión Productiva (LIP), donde un porcentaje de los depósitos de los 20
principales bancos se va a colocar en un determinado tiempo, por ejemplo, un
trimestre. Este economista y conocido consultor del sistema estima que el mayor
esfuerzo será con Leliq de modo de ir bajando el déficit cuasifiscal y otra
parte vía baja de encajes. “Hay que cuidar a las empresas y personas ya
endeudadas. Además de promover el nuevo crédito el BCRA y la banca deberían por
un período de 3 a 6 meses flexibilizar los vencimientos de cuotas, bajar las
exigencias de capital y de previsiones, facilitar las refinanciaciones,
suspender las ejecuciones, etc.”, recomienda este experto como se hizo en 2003. O
sea, se trata de un amplio menú lo que hoy debería estar implementando el BCRA
para enfrentar la actual crisis. Esto implica que por un tiempo las exigencias
de Basilea (en cuanto a capitales mínimos y otras normas) deberán “freezarse”.
“Sin minimizar los daños en el sector real no hay sustentabilidad fiscal ni
estabilidad financiera”, sentencia el exdirector del BCRA.
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