Por Daniel Sticco y Sergio Serrichio - La
pandemia, con su aceleración en muchos países, generó enormes pérdidas en los
mercados financieros y de materias primas en todos los mercados del mundo, y
más aún en el argentino, por el estado de fragilidad que arrastraba la
economía, fenómeno que se refleja con singular contundencia en la escalada del
índice de riesgo país por arriba de los 4.100 puntos básicos, como no se
registraba de la crisis de comienzos de siglo.
Ahora se trata de
hacer un ejercicio sobre cuál sería el costo económico de este mal desconocido y en medio de un
escenario incierto por su extensión, pero que la sola referencia a
las pérdidas que se observan en los mercados financieras llevan a recordar a
los efectos del crack del 29, en Wall Street, aunque claramente en un contexto
bien diferente.
El ejercicio es
singularmente complejo y excede la simplificación de partir del valor actual
del PBI, unos USD 440.000 millones a ritmo anual, equivalente a más de USD
900.000 millones en términos del valor de las transacciones, compras y ventas
entre todas las personas y empresas (lo que técnicamente se denomina “Valor
Bruto de Producción”).
Una parálisis plena
implicaría unos USD 1.000 millones por día en términos de producto bruto
interno, y subiría a unos USD 2.000 millones al valor de la suma de las operaciones
habituales de compraventa de bienes y servicios a precios corrientes de
mercado.
De ahí que los
cálculos agregados desde que comenzó la brusca desaceleración de la actividad y
comercial hasta el 31 de marzo, la pérdida puede llegar hasta un valor máximo
de USD 36.000 millones, pero podría recuperarse parcialmente desde el
momento de la superación del estado crítico de la pandemia. Sobre esa base, las
proyecciones de los economistas para todo el año reducen el perjuicio al
equivalente a 1% del PBI, unos USD 4.400 millones, equivalente a unos USD 9.000
millones en términos de valor de las transacciones.
Cautela en los
pronósticos preliminares de los economistas
Las medidas de emergencia que dispuso el Gobierno en la semana,
más las que se acaban de anunciar, y las que se seguirán implementando están
destinadas a atenuar los costos en términos de generación de riqueza (PBI), que comprende el monto
total de los salarios de los trabajadores, en blanco y negro; las ganancias de
las empresas; y las rentas de capital de la tierra productiva, en modo
simplificado, pueda resultar menor.
Más aún porque, más
allá de la reducción al mínimo de la movilidad de los factores, en particular
de las personas no vinculadas a actividades esenciales, como la salud,
seguridad, comunicaciones, servicios de electricidad, gas y agua, y producción
de alimentos, medicamentos, y productos de higiene personal y del hogar, los
cultivos seguirán madurando; el ganado y las aves engordando y reproduciéndose;
así como continuarán las transacciones financieras de pagos y cobros, más
intensa por canales electrónicos; los cuales habitualmente no se detienen los
fines de semana y feriados.
Irina Moroni, economista
de la Fundación Capital, dijo a Infobae que “el país paralizado
podría implicar una pérdida de USD 1.000 millones diarios en términos de PBI,
pero dependerá del alcance de estas posibles medidas y la duración, donde
específicamente algunos sectores relacionados con el entretenimiento o
productores de bienes no esenciales sentirán más fuerte el cimbronazo, mientras
otras actividades como la producción de alimentos o bienes de primera necesidad
pueden tener un impulso”.
En vena
parecida, otro economista hizo el cálculo que cada día de trabajo normal
implica una creación de riqueza de aproximadamente USD 1.400 millones, que se
reduce a la mitad, unos USD 700 millones, los días feriados, en términos de
valor agregado, que es muy inferior al equivalente en términos de transacciones
corrientes. Por lo que un eventual parate de diez días que comprenda solo dos
días de fin de semana implicaría una pérdida de USD 12.600 millones. Sin
embargo, señaló, gran parte de esas pérdidas son en realidad recuperables una
vez que se retoma la actividad normal.
Eduardo Levy Yeyati,
decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, respondía
así a la consulta inicial de Infobae sobre el impacto económico de un
eventual parate: “Es difícil de estimar; no sabemos cuánto durará la
cuarentena. Lo que está sucediendo hoy no tiene precedentes; un punto de
partida aproximado sería pensarlo como un feriado extendido, y sumar o restar a
partir de ese escenario".
Por ejemplo,
explicó el economista: “la actividad se detendrá menos que en un feriado, por
la presencia del teletrabajo; pero el gasto en esparcimiento, típico de un
feriado, será virtualmente nulo porque la oferta estará muy limitada. Del
mismo modo, la actividad en sectores independientes informales de contacto (por
ejemplo, Saladas, empleo doméstico, incluso el delivery) podrían paralizarse,
aunque esto probablemente no se vea reflejado en la medición oficial del PBI”.
Además, no todo lo
que eventualmente se pierda en un período de inactividad es irrecuperable.
“Parte de esta merma se recuperaría, como suele ocurrir en los feriados,
siempre que el parate no se alargue y se vuelva disruptivo, con despidos o
quiebras de empresas e interrupciones en la cadena de pagos, o con episodios de
tensión social”, agregó Levy Yeyati.
De hecho, el
Gobierno anunció su propósito de impulsar la obra pública en las provincias y
fomentar la creación de empleos, los cuales generarían efectos multiplicadores
y compensadores de la recesión adicional previa a la aparición de la pandemia.
En el caso de
los cultivos y de la producción primaria, en particular la
agrícola-ganadera, el parate de los negocios no afecta su producción, la cual
depende principalmente de decisiones previas a la pandemia, de las tareas
“culturales”, que en el campo son mucho más factibles de mantener que en un
ámbito urbano, y del clima. Pero claramente, los productores sufrirán el
impacto económico de la pérdida o atraso del comercio exterior o interior, y
principalmente el perjuicio de la severa caída de los precios internacionales sobre
el mayor sector generador de divisas de la Argentina.
Recuperable e
irrecuperable
En algunos casos,
la parálisis de la actividad podrá tener un efecto irrecuperable en el tiempo,
como es el del consumo de determinados alimentos y bebidas, o de productos de
cuidado personal prescindible que por posibles dificultades transitorias de
abastecimiento, no se puedan adquirir al ritmo habitual, porque no se demandará
más cuando comience a normalizarse el cuadro.
En esa categoría
podría incluirse algunas actividades de esparcimiento y turismo semanal,
porque el partido que no se vio ayer en la cancha, o el viaje que se debió
suspender o reprogramar, no se compensará al día siguiente de la parálisis, ni
en lo inmediato.
Pero en muchas
otras, como la producción de bienes semidurables, como la ropa, calzado, o
durables, auto, moto, artefactos para el hogar, e incluso el comercio
exterior, a la salida de la crisis podría recobrar un impulso mayor a la
baja inicial, dependiendo de las medidas de incentivo crediticio y de ingreso
que se tomen, y que no lleven a presiones inflacionarias.
“Si alguien
necesitaba comprar un pantalón o una camisa y no puede hacerlo un determinado
día, lo hará dos o tres semanas después”, ejemplificó otro economista
consultado.
En esa categoría
también se incluyen congresos de profesionales de las diversas disciplinas, y
también recitales y espectáculos públicos, como el de Lollapalooza Argentina que se llevaría a cabo a fin de año,
tras la reprogramación por el coronavirus.
Una ventaja
relativa que ofrece la Argentina de hoy es el elevadísimo grado de capacidad
ociosa que registra la economía, no solo en la industria, el mayor grado de subutilización de las plantas de manufacturas desde la
crisis de 2002, sino también en el comercio, el empleo, el sistema
bancario con índices que se ubican entre la tercera y quinta parte de los que se
registran en los países vecinos; y mucho más en el comercio exterior, con sus
consecuentes efectos depresivos sobre la potencialidad del uso del transporte
de carga y de las comunicaciones.
El Presidente se
propuso que la economía no se contraiga más de lo que está, y para eso dispuso
medidas compensatorias para los sectores de menores ingresos, como “un bono adicional para los perceptores de la Asignación Universal
por Hijo y los recursos destinados a los que más los necesitan, para
palear los efectos de esta pandemia”, en línea con las recomendaciones que
hicieron en la semana economistas del Fondo Monetario Internacional en el blog del organismo: “queremos
asegurar que no haya fallecimientos debido a la falta de dinero”.
Como ejercicio
de referencia se sabe que hoy, al tipo de cambio actual, cada punto de PBI
representa unos USD 4.400 millones al año, y casi USD 10.000 millones en
términos de transacciones comerciales a precios corrientes.Y así como ahora se
proyecta una apreciable baja, para el día después de la pandemia habrá que
estimar a qué ritmo podrá recuperarse la actividad agregada.
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