Martes 24 - Por Pablo Wende - Los bonos
argentinos siguen en caída libre y reflejan la expectativa por parte de los
inversores del peor escenario posible: el de un default total de la
deuda. Ayer el riesgo país superó los 4.500 puntos básicos y buena parte
de los bonos ya cotiza por debajo de los USD 30, en particular los de plazos
más cortos. Esta vez, más allá del complicado contexto internacional, tuvieron
un fuerte impacto las últimas manifestaciones de Martín Guzmán. El
ministro de Economía aseguró el último viernes que “ya no se podrán seguir
utilizando reservas del Banco Central para pagar deuda, como se venía haciendo
hasta ahora”.
El
Gobierno había “separado” más de USD 4.700 millones en diciembre para hacer
frente a los pagos de intereses de la deuda en dólares hasta fin de marzo.
Pero de las expresiones del ministro se deduce que ya no se seguirá la
misma mecánica a partir de abril, por lo que no habría recursos para hacer
frente a los pagos en moneda extranjera, tanto para la deuda emitida bajo ley
local como extranjera. De persistir esta postura y sin acuerdo rápido, la
Argentina quedaría al borde de un default en el corto plazo.
Guzmán
también anticipó que continuará con el cronograma estipulado para negociar con
los acreedores. Esto significa que no suspende la reestructuración de la deuda
a causa de la crisis global causada por la expansión de la pandemia generada
por el coronavirus. Algunos critican al funcionario por seguir como si nada
hubiera sucedido, ya que los tenedores de bonos tienen problemas más acuciantes
que negociar con la Argentina. Pero otros consideran que es la mejor
estrategia, ya que los acreedores estarán más dóciles para llegar a un
acuerdo aunque sea mucho menos conveniente.
La
amenaza de Guzmán de dejar de pagar los intereses de la deuda también pueden
ser leídos como parte de la negociación. Al amenazar con un default total,
fuerza a los tenedores de bonos a sentarse a la mesa. El peligro latente es
dejar de cobrar por mucho tiempo o al menos aceptar lo que la Argentina puede
ofrecer, que es muy poco en este contexto negativo. El ministro también
reconoció que será más difícil recuperar el crecimiento y que el déficit fiscal
subirá en 2020, aunque lo hará “moderadamente”. Claro que el deterioro de los
números fiscales dependerá de cuánto dure el aislamiento forzoso.
Tampoco
cayó del todo bien entre los inversores la carta publicada por los técnicos del
Fondo sobre las conversaciones mantenidas con los técnicos del ministerio de
Economía. Allí el organismo coincide con la Argentina en que el nivel de deuda
“no es sostenible”. Pero además admiten por primera vez que la quita de capital
nominal es una opción para volver a la sustentabilidad, combinada con reducción
de intereses y un período de gracia para el pago de intereses. Es decir
que el organismo apoyó una quita agresiva hacia los acreedores privados.
Pese al
escenario muy negativo que hay por delante, el Gobierno tiene aún algo de
espacio para seguir negociando sin entrar en default formal por un tiempo. En
los próximos 60 días podría “reperfilar” los vencimientos bajo ley local, en
particular el pago de capital e intereses del Bonar 24 que cae los primeros
días de mayo. Lo mismo podría suceder si hay dificultades para renovar la
deuda en pesos.
Pero la
prueba de fuego llegará con los vencimientos de intereses que se vayan
produciendo de deuda emitida con ley extranjera. Hasta ahora esos pagos se
fueron cubriendo, pero a partir de abril esto podría cambiar, de acuerdo a lo expresado
por el propio ministro.
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