Por Carlos Burgueño - Alberto Fernández se encontrará en pocos
días en una de las peores situaciones en las que puede estar un jefe de Estado.
El Presidente, cuando se conozcan más las consecuencias tan devastadoras como
inevitables que el coronavirus irá dejando a su paso por Argentina, tendrá que
decidir quiénes son los que perderán poco, los que perderán bastante y los que
perderán mucho. Lo sabe el Gobierno, la clase política, los empresarios y, lo intuyen,
todos los habitantes del país; todos perderán. Mucho o poco, pero todos
perderán.
El Gobierno ya avanzó correctamente en la primer y segunda etapa de
contención económica en los sectores que más afectados por el crack
económico que sacude al mundo y tiene consecuencias devastadoras en el país.
Con buen criterio y responsabilidad, lo primero que decidió Alberto Fernández
es atender la situación de los jubilados que cobran la mínima y los
beneficiarios de los planes sociales. También avanzó en la reglamentación de
paliativos para los monotributistas de la primera y segunda categoría
y de los cuentapropistas. En total, sumando ambas etapas de anuncios, se
trata de un inicio de contención para unas 5 millones de familias; las que
obviamente más angustiadas están ante el estallido de la pandemia y sus
consecuencias en su economía de todos los días. Son personas que, en
general, viven al día y sufren exponencialmente más que cualquier otro sector
social los efectos de una crisis.
El Gobierno comenzó el miércoles la tercera etapa de rescate
económico y social. Mucho más profunda en cuanto a sus implicancias y más
compleja en cuanto al múltiple tipo de medidas que se deben tomar. Se trata de
la contención a una clase media asalariada que debe permanecer en sus
hogares, y que desde que empezó la cuarentena tiene dos grandes angustias por
los suyos: cuidar la salud de sus familias y saber si sus sueldos serán
cobrados pese a que no se está concurriendo a los lugares de trabajo.
Lo primero depende en parte de ellos mismos, y del manejo que desde el
oficialismo se haga sobre la contención de la pandemia. Lo segundo es
responsabilidad tanto del Estado como de los privados. El Gobierno está
implementando medidas efectivas, como la liberación de los clearing, la
posibilidad de acceder a créditos blandos para los sectores en crisis, la
flexibilización de las calificaciones de deudores a 60 días, la habilitación y
agilización de los REPRO y la suspensión de las inhabilitaciones. Son
primeras y positivas medidas, que, con los días, habrá que profundizar;
agregando sectores en crisis y nuevas situaciones ce gravedad que vayan
surgiendo. En el mismo capítulo de atención, se debe incluir la intervención de
toda la acción posible para que los costos mensuales de las familias de clase
media puedan tener paliativos, especialmente en el caso de los servicios
públicos, educativos y varios considerados esenciales. No se debe hablar de
perdones en las facturas y cuotas, pero si de mayores flexibilidades y
posibilidades de pagos.
Ya avanzada esta tercera etapa, el Gobierno prepara el desembarco
en el cuarto movimiento para rescatar la economía argentina: la de atender a
los grandes problemas macroeconómicos, incluyendo la aceptación de un programa
de ayuda financiera y fiscal de dimensiones épicas como, quizá, nunca se vio en
el país. Será en poco tiempo, quizá semanas y durante abril. Pero la
presentación de este programa es un hecho; y su dimensión final, dependerá de
lo obvio: de cuánto dinero se podrá disponer.
Con lo primero que sorprenderá el Gobierno, es con un nuevo apoyo
directo que el Fondo Monetario Internacional tendrá con la Argentina. El FMI ya le comunicó a Alberto Fernández, que está
dispuesto a habilitar el dinero que el país tiene disponible como socio del
organismo, y que se ubicaría entre los 1.500 y los 1.750 millones de dólares.
Sin embargo, Kristalina Georgieva está dispuesta a ir aún más allá. La
directora gerente del Fondo está dispuesta a analizar la posibilidad de
liberar más dinero para el país ante la crisis; dentro de los programas
denominados derechos Especiales de Giro (DEG) que mantiene el organismo, y que
le permiten duplicar la cifra permitida. Serían entre u$s3.000 y u$s3.500
millones finales; de los que el país podría disponer sin restricciones y con el
uso que considere conveniente, pero dentro de la emergencia. Como además quedan
sin haberse ejecutado otros 1.500 millones del Stand By vigente (ya están
contabilizados en el BCRA), el dinero disponible desde el FMI para los próximo
meses se acercaría a los u$s5.000 millones. La cifra ayudaría a una misión
clave para el ministerio de Hacienda de Martín Guzmán: como forman parte de las
reservas del BCRA, también podrían utilizarse para enfrentar los vencimientos
de mayo, que incluyen unos 1.300 millones de dólares en deuda privada con
jurisdicción internacional. En mayo hay otro vencimiento acumulado como parte
del acuerdo con el Club de París, que serán renegociados por Guzmán para
no tener que liquidarlos en los próximos meses. Y menos a una tasa del 8%
anual, heredada de la administración Macri por no haber pagado
durante el 2020. Lo cierto es que si el Gobierno utilizara el dinero del FMI
para cubrir los vencimientos de mayo, Economía ganaría hasta junio para
comenzar una renegociación con los acreedores privados; sabiendo que en medio
de la tormenta actual, donde no se puede saber dónde está parado hoy el país ni
mucho menos dónde lo estará en meses luego que pase el tsunami, lo mejor será
postergar las negociaciones ya aguardar días más tranquilos. La información que
maneja el Gobierno es que los acreedores están hoy en otros temas más complejos
como sobrevivir, como para detenerse en lo que proponga este complejo y
desprolijo país. Si la presentación de la oferta se pospone y se concreta se
decidirá en Olivos en horas.
El segundo capítulo dentro de la cuarta etapa de rescate de la economía
argentina, el nivel macro y estructural, tendrá un frente aún más complicado:
como atender a las empresas con serios problemas de continuidad, donde se
acumularán compañías locales de todos los tamaños y sectores. Algunos
incluso que sorprenderán. Será en algo más de tiempo. Se considera en Olivos
que para el diseño de este plan se podrá esperar, al menos a que transcurra
abril y se conozcan con más certezas los alcances del terremoto económico que
provocará el coronavirus en la alta economía real argentina. Sin embargo hay un
indicio: el Gobierno tiene en mente una réplica del plan que Angela Merkel
diseñó para Alemania.
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