Por Pablo Wende - Aunque la crisis económica del coronavirus ya
está impactando con fuerza en la economía local, los bonos argentinos
aceleraron ayer su racha alcista, con subas que promediaron el 4% pero que en
algunas series llegaron al 7%. ¿Qué impulsó a los títulos locales? La noticia
de que el Tesoro seguirá cumpliendo con el pago de intereses de la deuda,
pese a las amenazas de Martín Guzmán sobre suspender los desembolsos ante la
falta de dólares. Fue hace apenas un par de semanas a través de una
videoconferencia en la que se presentaron los principales lineamientos de la
propuesta de renegociación.
Concretamente, la semana próxima se estará cumpliendo con el pago
del cupón del Bonar 2020, un título emitido bajo legislación local. El
monto no es demasiado significativo, pero representa una señal de continuar
negociando de “buena fe” con los acreedores y así también lo leyó el mercado.
En total son U$S 120 millones, de los cuales unos USD 106 millones están en
poder de inversores privados. A fin de año se había separado casi USD 5.000
millones de las reservas del BCRA para continuar pagando la deuda, pero sólo
hasta fin de marzo. Ahora también continuarán haciéndolo este mes.
Más adelante en el mes habrá una “prueba de fuego”, ya que deberían
pagarse los intereses por USD 503 millones de tres bonos emitidos bajo
legislación extranjera. Se trata de los Globales 2021, 2023 y 2026,
mientras que a fin de marzo también se enfrentó el vencimiento del Par por USD
221 millones.
Cumplir puntualmente con los vencimientos de deuda permite seguir
negociando con los acreedores y evitar un default, al menos
prematuramente. El problema es que a medida que pasan los meses se siguen
utilizando más reservas del Banco Central, que son cada vez más escasas. Este
escenario obliga a buscar definiciones que sean lo más rápidas posibles. El
objetivo es reestructurar y aliviar el horizonte de vencimientos en los
próximos años o entrar en default.
Los grandes tenedores de bonos argentinos se mantienen desconfiados con
el ministro de Economía. Lo ven como un dogmático que no tiene conocimiento
real del mercado. Pero al mismo tiempo confían en la voluntad de Presidente
para evitar el default. “Alberto Fernández entiende que la salida de la
crisis que generó el coronavirus será mucho más difícil si la Argentina entra
en default”, coinciden los banqueros. Sólo el resultado de la negociación dirá
si están en lo correcto.
Los lineamientos con un mayor grado de detalle que presentó el ministro
de Economía esta semana, aún sin divulgar la oferta formal, generaron más
preocupación en Wall Street. Allí aparece con toda claridad la idea de
avanzar con una quita de capital (apoyada por el FMI), fuerte disminución de
los cupones de intereses y varios años de período de gracia para el pago de
capital e intereses. Por supuesto que todo estará en los detalles de cada
una de estas variables, lo que llevaría a una intensa negociación entre el
Gobierno y acreedores.
Sin embargo, lo que más dudas genera a esta altura es un concepto que
Guzmán introdujo en la última presentación. Se trata del “exit
yield”, es decir la tasa a la que según el funcionario cotizarán los bonos
argentinos una vez que se cierre la propuesta. De acuerdo a los supuestos que
maneja, ese rendimiento estaría en torno al 7% anual en dólares, a todas luces
sumamente optimista. Los inversores creen que esos títulos tendrían un
rendimiento sustancialmente más alto de entrada, alrededor del 12%.
Este concepto implica una diferencia sustancial entre ambas posturas y
define cuál es el “valor presente” de la oferta que efectúe el Gobierno. Con
títulos que aún se ubican por debajo de los USD 28, cualquier propuesta que no
supere los U$S 40 o 45 está destinada al fracaso. Sin embargo, los grandes
fondos temen que con la excusa de la pandemia la propuesta resulte demasiado
agresiva y, por lo tanto, inaceptable.
Lo que sí parece claro es que a pesar de la crisis de magnitudes
monumentales que desató la pandemia, tanto desde el punto de vista sanitario
como económico, la decisión del ministro es continuar con la oferta. No son
pocos los que recomiendan entrar en una suerte de “impasse” en el segundo
trimestre hasta que pase lo peor de la crisis.
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