Por
Rafael Mathus Ruiz - WASHINGTON.– La pregunta para Hans Humes, CEO de Greylock
Capital, llegó sobre el final del seminario virtual del Centro Woodrow Wilson
sobre la Argentina. “¿Vamos a tener un acuerdo en los próximos 30 días?”, fue
el interrogante.
“No
creo que deba responder eso”, contestó Humes, clave en las negociaciones del
Gobierno con los principales acreedores del país para resolver la crisis de la
deuda. “A nadie involucrado en este proceso le conviene un default duro. Si hay
espacio para un compromiso –continuó–, eso sería de interés para todos. Creo
que todos los grandes acreedores entienden que llegar a una resolución en este
punto es de su interés. Creo que el país entiende que también es de su interés,
y ciertamente creo que el FMI preferiría que no hubiera default duro con los
acreedores privados. Creo que va a ser muy difícil evitar algún tipo de
default, pero es muy diferente si podés encontrar alguna forma de curarlo en
poco tiempo después”.
Con
todo, Humes, una de las figuras principales del Comité de Acreedores de la
Argentina, uno de los tres grupos de inversores que negocian con el Gobierno
una solución para la deuda, dijo que, desde el punto de vista de la Argentina,
no parecía claro que el default fuera “un gran problema”.
“No
creo que haya una alta probabilidad de que se vean amplios litigios”, apuntó.
“Si el default durara meses, entonces podríamos ver levantar algunos
procedimientos legales”, matizó.
Humes
ofreció indicios de que es factible un acuerdo entre la Argentina y los
acreedores. Los inversores, dijo, “están dispuestos a acomodarse”, y dio a
entender que uno de los principales puntos de fricción es el valor de lo
cupones de intereses de los nuevos títulos. “Si hay un crecimiento en la
economía en el futuro, tiene que haber una forma de pagar deuda a un cupón más
alto, y creo que ahí va el desacuerdo. Por lo tanto, en el marco de lo que
propuso el FMI y lo que propuso [el ministro de Economía,MartínGuzmán],debería
haber suficiente flexibilidad para llegar a un acuerdo que sea aceptable, pero
tendremos que ver”, afirmó.
Humes
también se dio espacio para una broma al referirse a la influencia del papa
Francisco y el respaldo de economistas y académicos de renombre reunidos en una
carta firmada por Joseph Stiglitz, Edmund Phelps, Carmen Reinhart y otras
figuras en la aceptación de la oferta que planteó el Gobierno. “Hubiera tenido
un tremendo impacto si esos economistas y académicos y el Papa fueran realmente
grandes tenedores de bonos y luego pudieran aceptar la oferta, y entonces
hubiera habido algo de impulso en el acuerdo”, ironizó. “Pero, tal como estaba,
la aceptación fue muy inferior al 20%”, dijo.
Greylock
es un viejo conocido de la Argentina y del kirchnerismo. Tras el default de
2002, fue uno de los titulares del comité de bonistas que enfrentó al entonces
ministro de Economía Roberto Lavagna en el canje de 2005. Aquella propuesta
logró el apoyo del 76% de los acreedores y luego se complementó con una segunda
etapa, en 2010, que llevó la adhesión a más del 90%. El resto es historia
conocida: el juicio con los llamados fondos “buitre”, la resolución del juez
Thomas Griesa y el acuerdo de pagos en 2016, ya con Mauricio Macri en la
presidencia.
Aunque
el Comité de Acreedores, donde Humes lidera, no es el grupo más importante –ese
es el Grupo Ad Hoc, donde están BlackRock, Fidelity, Ashmore y otros grandes
fondos–, ha presentado la oferta que más se arrima a las aspiraciones del
Gobierno. De hecho, anteayer BlackRock recomendó a su grupo acercar su posición
a la oferta que elaboraron Greylock y otros fondos para tratar de llegar a un
acuerdo.
“Si uno
mira los comunicados de los tres grupos, hay bastante coordinación. En algún
nivel, todos tenemos el mismo interés de obtener el mejor resultado posible
dentro del marco que presentó el país y el marco implícito de lo que el FMI
dijo que es sostenible”, indicó Humes. “Creo que los intentos de dividirnos
claramente no van a funcionar”, apuntó.
Otra de
la preguntas que hizo Andrew Cummins, fundador de Explorer Capital Management y
moderador de la discusión, fue cómo impacta en la negociación el panorama sobre
la economía argentina. Mark Walker, director de Guggenheim Securities, dijo que
era un aspecto crítico, pero matizó: “Los acreedores y la Argentina tienen un
interés común en la prosperidad del país, no hay dudas al respecto. Creo que en
última instancia la reestructuración de la deuda no es necesariamente un
espectáculo paralelo, pero no es lo que nos lleva al éxito. A fin de cuentas,
si la Argentina va a crecer y atraer inversiones es porque tiene políticas
sólidas”.
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