Por Sofía
Terrile - Default: incumplimiento de una obligación, especialmente para pagar
un préstamo o comparecer ante un tribunal de justicia. Esa es la definición de
diccionario, pero en el mundo de las finanzas y la macroeconomía, el concepto
(o mejor dicho, la acción que define) tiene al menos seis variantes.
“Está de
moda el concepto de ‘default’ y su mal uso”, escribió ayer en Twitter Sebastián
Maril, de Research for Traders. “Hay confusión respecto de lo que está pasando
ahora en la Argentina y de lo que puede pasar este viernes [por hoy]: si bien
default es default, hay variantes, y dependiendo de lo que pase se puede
ingresar en uno o en otro”, dijo, en diálogo con la nacion.
El
especialista en finanzas dio seis definiciones distintas del concepto, según de
qué tipo de cesación de pagos se trate. Empezó por el “default” clásico y lo
definió como “cesación de pagos” o “CdP”, es decir, el término madre. Siguió por
el “default selectivo”, es decir, una cesación de pagos en algunas series de
bonos: este es el término que utilizaron algunas calificadoras de riesgo para
describir el estado del país luego de reperfilar los bonos emitidos bajo ley
local.
El “default
técnico” es un incumplimiento no financiero. Es lo que sucedió en 2014, dice
Maril, cuando la Argentina pagó, pero los acreedores no recibieron el dinero
porque el juez Thomas Griesa puso medidas cautelares que lo impidieron.
En el
“default estratégico”, el emisor puede pagar, pero opta por no hacerlo. Puede
suceder en el mundo corporativo, dice, si una empresa deja de pagar su deuda
porque va a ser vendida a otra firma enseguida.
Luego está
el “default duro”, el unilateral sin negociación con los acreedores, como el de
Rodríguez Saá de 2001, recuerda Maril. Y, finalmente, el “default controlado”,
con una reestructuración anticipada y negociada con buena fe.
¿En cuál de
todos podría caer la Argentina hoy? Para Maril, el “default controlado” parece
ser la definición que mejor encajaría. “La Argentina viene mostrando intención
de negociar: presentó una oferta, entabló charlas con acreedores y mostró
públicamente que recibió diferentes propuestas de los inversores. Voluntad de
negociar hay”, describe.
Es probable
que hoy se entre en cesación de pagos, estima Santiago Bulat, de Invecq. Pero
que en las plataformas de finanzas aparezca el sello de “default” al lado del
país, por el momento, no implicaría mayores consecuencias.
Hoy vence el
período de gracia en el que la Argentina entró luego de que el 22 de abril
pasado no pagó US$503 millones de vencimientos en bonos Global; es decir, se
ingresaría en cesación de pagos aunque las conversaciones sigan activas.
Como la
oferta se prorrogó al 2 de junio y las negociaciones continuarían, los
acreedores podrían tomar una decisión consensuada de no activar determinadas
cláusulas que son las que terminarían impactando en la economía real, explica
Bulat. Estas son la de aceleración de pagos, es decir, el pago adelantado e
inmediato del total de los intereses y del capital, y la de cross default o de
incumplimiento cruzado, según la que se asume que si no se paga un título en tiempo
y forma (en este caso, los bonos Global que no se abonaron el 22 de abril),
sucederá lo mismo con los demás.
“La
definición de cada uno, en este caso, es irrelevante, porque el default te da
el espacio para que se activen estas cláusulas: la situación se complica cuando
los acreedores empiezan a litigar”, resume Bulat.
Para que
esas cláusulas se activen hacen falta dos condiciones, añade Matías Rajnerman,
de Ecolatina: en primer lugar, que el 25% de los acreedores presenten una
demanda en el tribunal que corresponda (según bajo qué ley esté emitido ese
bono) y que la demanda prospere. “Esto no es inmediato y demora, pero de todos
modos no tiene sentido para los bonistas aplicarlo si todavía están negociando
con la Argentina”, detalla. Si se sigue negociando y finalmente hay un arreglo,
el default será “anecdótico”, suma.
Mientras
esta negociación siga activa, agrega Bárbara Guerezta, de Arriazu
Macroanalistas, hablar de tipos de default “es un tecnicismo”. “Hay que evitar
el default: esa es la única prioridad, y mientras exista una negociación
constructiva y productiva, las chances de un arreglo son tangibles”, comenta.
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