Por Sofía Diamante
- Cuando el Gobierno asumió la administración hace menos de seis meses, el
primer ministro en dar una conferencia de prensa fue Martín Guzmán. Si bien los
analistas económicos y el mercado no esperaban que ese 11 de diciembre el
titular de Economía presente un programa de acción, sí
consideraban que más adelante sería una condición necesaria para
comenzar las negociaciones por la reestructuración de la deuda.
El
plan económico finalmente nunca llegó. También se
postergó la presentación del presupuesto, que daría algunos
indicios de las políticas que se adoptarían, y se pospusieron las negociaciones
para implementar un nuevo programa con
el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La
ley de Solidaridad, aprobada en los primeros días de gestión, fue lo más
cercano a una señal de buena fe al mercado, ya que suspendía la fórmula de movilidad para el
pago de jubilaciones y se aumentaban impuestos, lo que daría a entender que se
buscaba mantener el equilibrio fiscal.
La irrupción
de la pandemia del coronavirus, sin
embargo, borró aquellas expectativas y le dio una nueva justificación al
Gobierno para no presentar un plan económico: es difícil hacer proyecciones en
este contexto de tanta incertidumbre.
El argumento,
no obstante, no se utilizó para posponer las negociaciones de la deuda . A pesar de tener estimaciones económicas
que cambian semana a semana, el ministro Guzmán decidió seguir adelante con las
conversaciones.
Los
acreedores, por lo tanto, se preguntan: ¿cómo hará la Argentina para hacer
frente a sus nuevos compromisos de deuda, si no se
sabe qué proyecciones de gasto hay y cómo hará el país para generar las divisas
necesarias?
Esta duda
cobra mucha relevancia en medio de las negociaciones -coinciden los analistas
económicos-, ya que un plan
económico acercaría posiciones entre los bonistas y el Gobierno sin
necesidad de prometer más pago de intereses o un periodo de gracia menor.
"Apenas
haya un canje de bonos, lo más seguro es que los bancos vendan los nuevos
títulos en el mercado. Nadie se los va a quedar y van a parar a los hedge funds [fondos de inversión en activos riesgosos].
Por eso es importante calcular la exit yield, la
tasa de rendimiento de salida, porque los potenciales compradores tienen que
ver que la Argentina pueda repagar sus compromisos", dice un economista
radicado en los Estados Unidos, desde el off the record.
" La única manera de que esa tasa sea
menor, como quiere el Gobierno, es con un plan económico de por lo menos cinco
o 10 años, hecho de la forma clásica, con un presupuesto y un crecimiento
proyectado. ¿Cuál será el gasto que tendrá el país? Porque al
argentino no se le pueden aplicar más impuestos", agrega el analista
argentino, familiarizado con las conversaciones en curso.
Para este
economista, que cuenta con muchos años de experiencia en el mercado de
deuda, hubiera sido bueno arreglar un programa
de Extended Fund Facility (facilidades extendidas) con el FMI previamente,
ya que el organismo hubiera obligado a que haya un programa económico y lo
hubiera monitoreado, dándole una garantía a los inversores.
"Esto
generaría que los bancos de inversión vendan el bono a un precio razonable, con
una exit yield razonable. Pero la Argentina se rehúsa a mostrar un plan
económico por alguna razón. Dice que hay mucha incertidumbre, que no se sabe
que pasará con la pandemia, y que el plan económico depende de lo que los
acreedores le dejan hacer con la deuda. Pero todos hacemos
escenarios básicos, optimistas y pesimistas sobre cómo puede ser la situación
económica", comentó el analista.
Por su parte,
Guillermo Mondino, fundador de Mogador Capital y radicado en Nueva York,
coincide con este pronóstico: "La
estrategia del Gobierno es equivocada, porque han hecho del tema de la deuda el
punto central de la política económica. En realidad es al revés en todas partes
del mudo, primero se muestra cómo es el programa económico, el
esfuerzo fiscal socialmente sostenible, las reformas que se van a llevar a cabo
para crecer en el largo plazo, y de eso surge la capacidad de pago que tiene el
país para iniciar las negociaciones".
De hecho, los
economistas señalan que no tener un programa económico dificulta la decisión de
aceptar la propuesta en los directorios de los grandes fondos de inversión.
BlackRock, BlueBay, Fidelity, T. Rowe Price y Ashmore, entre otros, representan
a grandes clientes institucionales a los que habrá que explicar luego la
decisión de porqué se llegó a un acuerdo. "Se
piensa dos veces antes de aceptar una oferta sin ver alguna proyección o algún
número", agrega otro economista, quien también elige hablar
desde el off the record .
"Hubiera
facilitado las cosas la elaboración previa de un plan que revise las políticas
que llevaron a nueve años de estanflación, porque en ese caso la Argentina no tendría problemas para
pagar en el largo plazo los US$66.000 millones que están en juego, y porque los
bonos surgidos del canje tendrían demanda asegurada", indicó, por su
parte, Jorge Vasconcelos, investigador jefe de Ieral, de la Fundación
Mediterránea.
"La
Argentina representa la high-water mark"
La
Argentina es el primer país de una serie de economías que se espera que en los
próximos meses comenzarán también a solicitar una reestructuración de su
deuda. En la fila se
encuentran países afectados por la caída del precio del petróleo, como Nigeria
y Ecuador, pero también están aquellos que tienen vencimientos concentrados,
como Ruanda y Turquía y que, ante tanta incertidumbre internacional, les será
difícil refinanciarlos.
"Estos
grandes fondos tienen posiciones importantes también en muchos otros países
emergentes. Por lo tanto, lo
que le den a la Argentina, se lo van a pedir como piso todas las demás
economías que vengan atrás y que son menos problemáticas que nuestro
país. Se viene un año y medio de muchas reestructuraciones, ya que
el mercado del roll over estará cerrado o
será carísimo", dice un economista con varios años de experiencia en
organismos multilaterales.
Por eso en el mercado internacional se dice que
la Argentina marcará la high-water mark; es decir, la
marca más alta que deja el agua cuando sube. "Esto hace que los bancos de
inversión no se quieran extender mucho en la concesión que le pueden dar a la
Argentina, porque después vendrán varias otras reestructuraciones con países
que son menos riesgos y que defaultearon menos veces", concluyó.
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