WASHINGTON.– En uno de los días más negros de la democracia de Estados Unidos, un grupo de fanáticos del presidente Donald Trump tomó por asalto el Congreso, uno de los mayores símbolos de la vida institucional de ese país, para evitar que certificara al presidente electo, el demócrata Joe Biden, ganador de las elecciones del 3 de noviembre. Anoche, mientras las calles se calmaban por la aplicación del toque de queda, el vicepresidente Mike Pence reanudó la sesión y dijo: “La violencia nunca vence; la libertad vence”. Los legisladores republicanos que buscaban trabar el proceso con el pretexto sin fundamento de que las elecciones fueron fraudulentas decidieron abandonar la demanda. La violencia había empezado siete horas antes cuando, enfurecidas tras escuchar un discurso en el que Trump dijo que no reconocería su derrota, decenas de personas se enfrentaron a la policía y llegaron hasta el recinto. es el primer ataque al capitolio desde 1814. La violencia de ayer dejó una mujer muerta y decenas de detenidos. Mientras Biden calificó la toma como una “insurrección”, el resto del mundo reaccionó con estupor ante la crisis. WASHINGTON.– Enfurecidos luego del discurso en el que Donald Trump advirtió que no admitirá la victoria Joe Biden, cientos de manifestantes republicanos tomaron por asalto el Capitolio para evitar que el Senado y la Cámara de Representantes certificaran al presidente electo, que ganó los comicios del 3 de noviembre pasado. El asedio al Congreso, el primero desde 1814, marcó uno de los días más oscuros de la democracia de Estados Unidos, que causó estupor no solo en ese país sino también en el resto del mundo. Anoche, la calma volvía gradualmente a Washington de la mano del toque de queda. Y el vicepresidente, Mike Pence, reanudó la sesión del Senado con un mensaje a los fanáticos de Trump: “La violencia nunca vence; la libertad vence.” Horas antes, el propio Biden había asegurado que la democracia del país “está bajo el ataque de un grupo de extremistas”. “No es una protesta, es una insurrección”, dijo. También exhortó al presidente a hablar por televisión y pedir que se pusiera fin al asedio. Vía Twitter, Trump llamó efectivamente a sus seguidores a “volver a casa”. Pero antes insistió en calificar los comicios de “fraudulentos”, y agregó, desafiante: “Nos robaron la elección y todos lo saben, especialmente los del otro lado”. También dijo a los manifestantes: “Los amo, ustedes son muy especiales. Ustedes vieron lo que pasó”. Las palabras de Trump fueron inmediatamente criticadas por analistas, medios de comunicación y hasta por sus correligionarios. “No es suficiente. Por favor, termine con esto, la elección terminó”, le pidió el congresista republicano de Wisconsin Mike Gallagher a Trump. Apenas una hora antes de que comenzaran los disturbios en los alrededores del Capitolio, el presidente había reiterado frente a la multitud de simpatizantes sus infundadas denuncias de fraude. Hasta hoy, todos los niveles de la Justicia han rechazado su denuncia por falta de evidencia. “Nunca nos rendiremos. Nunca aceptaremos la derrota. Vamos a detener el robo”, afirmó el mandatario, tras pedirle por Twitter a Pence, que en la sesión conjunta de ambas cámaras que se aprestaba a realizar el Congreso, impugnara la elección de Joe Biden, reclamo que el vicepresidente rechazó. “La Constitución me impide reclamar una autoridad unilateral para determinar qué votos electorales deben contarse y cuáles no”, afirmó Pence en un comunicado, desmarcándose definitivamente del jefe republicano. Poco después, al grito de “traidores” y “salgan de acá”, cientos de fanáticos de Trump empezaron a quebrar los anillos de seguridad e irrumpieron en el Capitolio. La violencia obligó a la suspensión definitiva del acto y a la evacuación de los legisladores. Los seguidores de Trump estaban fuera de control: gritaban y ondeaban banderas estadounidenses y del presidente mientras caminaban por el recinto. Entre las decenas de heridos, las imágenes de televisión mostraron a una mujer baleada en el interior del Capitolio, que murió en la noche de ayer. La policía informó luego la detención de varias personas. Pese al despliegue de más a policías y agentes del Servicio Secreto, los manifestantes no mostraron indicios de aplacarse. Además de romper vidrios y escritorios, se sacaban selfies en las bancas de los legisladores y gritaban “Trump ganó la elección”. Ante la crisis institucional, varios legisladores demócratas y republicanos denunciaron en sus redes sociales un intento de golpe de Estado. Frente a los incidentes la alcaldesa de Washington, Muriel Browser, ordenó un toque de queda desde las 18 hasta las 6 de la mañana de hoy. Simultáneamente, ayer se confirmó la victoria electoral demócrata en las dos bancas senatoriales correspondientes al estado de Georgia, tradicionalmente republicano. Con ese triunfo histórico, con lo que el partido de Biden obtiene 50 bancas en la Cámara alta, la misma cantidad que los republicanos. Pero, en caso de empate en las votaciones, la vicepresidenta electa, Kamala Harris, podrá fallar a favor de la agenda política demócrata. Los demócratas también controlarán la Cámara de Representantes con 222 bancas sobre 212 de los republicanos. Así, el presidente electo Biden asumirá el 20 de enero el poder en una nación enemistada internamente como pocas veces lo estuvo en su historia. Su desafío inmediato será gestionar esa grieta en un contexto que también tiene poco antecedentes: una pandemia letal que amenaza la salud de los norteamericanos, una recesión que tumbó el bienestar económica y un ascenso chino que eclipsa el poder global de Estados Unidos. |