Por Nora Bär - El aumento de contagios de Covid-19 es más veloz que en junio pasado. Especialistas lo atribuyen ala mayor frecuencia de encuentros sociales, a la falta de barbijos y al uso del aire acondicionado.

En los últimos días la curva de nuevos casos dibuja una pared empinada en los gráficos de la pandemia. Están aumentando a un ritmo que incluso supera el de junio, según informó esta semana la viceministra de Salud, Carla Vizzotti.

El fenómeno se aceleró desde principios del nuevo año y todos los especialistas consultados coinciden en que se debe a una mayor frecuencia de encuentros sociales. Para Fernán Quirós, ministro de Salud de la ciudad de Buenos Aires (CABA), “diciembre fue un período de mucha vinculación social, tanto en el espacio público como en el privado. La gente por un tiempo perdió su capacidad de cuidarse, sobre todo durante el período de las Fiestas. Hubo cierta sensación de que la pandemia ya había pasado y de que la vacuna iba a resolver la situación. El grado de interacción social fue muy alto y más del 70% de los casos nuevos habían participado de encuentros sociales, familiares o laborales, en lugares con condiciones de cuidado insuficientes”.

Si los datos se examinan por fecha de inicio de síntomas (para evitar las distorsiones que introducen los retrasos de carga) la pendiente es aún más pronunciada. “¿Por qué sube el número de casos? Esa es la gran duda que todos tenemos y es difícil tener certeza –comenta Mauro Infantino, creador del sitio Covidstats.com.ar–, específicamente sobre CABA. Yo al principio creía que [se debía a un sesgo estadístico], porque las notificaciones se dispararon justo el primer fin de semana largo de diciembre (cuando empezaron a hacerse mayor cantidad de tests). El tema es que, si el testeo adicional corresponde todo a turismo y en comparación los casos por turismo son pocos, eso no nos permite ver claramente el panorama”. Para Infantino, esta semana o a lo sumo la que viene, se podría determinar si hubo algún fenómeno transitorio por las Fiestas.

Buenos Aires y más allá

No es sencillo interpretar los números, tal como destaca el físico Jorge Aliaga, que viene analizando los datos desde el comienzo de la pandemia en el país. “Para valores similares a los actuales, de cientos de casos o más, la pendiente es más rápida que en junio –explica–. Pero cuando creció de 10 a 100 creció más rápido que ahora. La pregunta es: los 1000 que vemos ahora en CABA son comparables con los 1000 o con 300 de los que veíamos a mitad de año. Esa es la duda”.

Y sobre las causas, menciona dos factores: que con más calor estemos con el aire acondicionado en lugares cerrados, sin ventilar, sumado a múltiples señales que promueven la idea de que el riesgo ya pasó. Según Santiago Olszevicki, bioquímico y analista de datos, que la curva suba, se mantenga o baje depende del fino equilibrio entre la transmisibilidad del virus, la conectividad social y el porcentaje de susceptibles. “Dado que no hay un virus más transmisible (o al menos no se demostró la presencia de una variante con esa propiedad en el pais) y el porcentaje de población susceptible solo puede bajar, creo que la explicación está en el aumento de la conectividad social y el relajamiento de cuidados”.

El fenómeno no es exclusivo del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA). En Mendoza están en los niveles de principios de agosto y los indicadores muestran el mismo crecimiento que entonces, afirma Diego Arameo, investigador de la Universidad Nacional de Cuyo. Algo similar ocurre en Córdoba, donde los casos también aumentaron a partir de ese mes. “Vemos que suben muy aceleradamente desde comienzos de este año. Algo que llama la atención es que a mediados de diciembre se ve una separación de la tendencia de internaciones y muertes respecto del número de casos –dice Sol Minoldo, socióloga e investigadora del Conicet y asesora del Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de su provincia–. Solo se puede explicar por dos razones: que parte de la reducción real de la transmisión no se reflejó en la curva porque el testeo mejoró o que la edad, en promedio, de las personas infectadas sea más baja, con lo que las complicaciones también se reducen. Puede ser un poco de cada cosa”.

Entre Ríos es otro ejemplo en el que el crecimiento se está dando a la misma velocidad que en el AMBA. “Pasamos de un máximo de 380 casos diarios promedio, a fines de octubre, a tener ayer un promedio de 506 –puntualiza Soledad Retamar, investigadora de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN)–. De los 17 departamentos de la provincia, ayer eran 15 los que tenían ambos indicadores sanitarios propuestos en el decreto que sugiere cuándo establecer restricciones de movilidad por encima de lo estipulado y los dos restantes tenían uno de los indicadores en rojo”.

La velocidad de aumento depende del R (la estimación de a cuántas personas les transmite el virus cada infectado). Si es mayor a 1, la curva sube; si es menor, baja. “En diciembre empezó a aumentar la frecuencia de reuniones grandes –plantea Rodrigo Quiroga, bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba–. Estoy haciendo unas cuentas y veo que eso, sumado a las Fiestas y el agotamiento por la pandemia, más el relajamiento en el uso de barbijo explican la aceleración de los contagios”. Esas son las malas noticias, pero aparentemente también hay buenas: si disminuimos la frecuencia de las reuniones y volvemos a usar el barbijo, todo podría volver a estar bajo control. “Limitar las reuniones a un máximo de 10 personas parece ser la medida más efectiva de toda la pandemia –sugiere Quiroga–. Estábamos en un contexto de R=0,95 aproximadamente, lo que hacía que la curva bajara muy lentamente. La disminución del uso de barbijos suma al R aproximadamente un 20% y el aumento de la frecuencia de reuniones, otros 0,2 o 0,3 puntos. Así, se agregan 0,5 puntos y se pasa de 0,95 a 1,45, y de una disminución lenta de casos a un aumento rapidísimo con tiempo de reproducción de dos semanas. Reunirnos con muchas personas en las Fiestas fue como echar nafta al fuego. Si podemos volver a algo más parecido a lo que pasaba en noviembre, los casos podrían estabilizarse o incluso volver a bajar”.

Para ayer estaba prevista una reunión de los directores de epidemiología de las provincias para revisar los indicadores. “Si bien es verano y el aire libre tiene menos riesgo de transmisión, no es nulo. Tenemos que seguir cuidándonos”, dice Analía Rearte, del Ministerio de Salud de la Nación.