Sábado 27 - Por Javier Blanco - El ministro Martín Guzmán, lo había anticipado cuando arrancó sus reuniones con empresarios: el dólar volverá a ser utilizado como “ancla” para tratar de aminorar la elevada inercia inflacionaria que tomó y transita la economía. Lo mencionó como una variante clave para tratar de hacer confluir el ritmo que lleva la inflación con el previsto en su presupuesto (29%): indicó que el dólar mayorista debería cerrar el año a $102,40, lo cual implicaría que le “queda” un acotado sendero alcista del 14% en el año, considerando el cierre de $89,92 que marcó ayer, para que eso sea posible. Esa “premonición” se empezó a cumplir días después cuando el Banco Central (BCRA) comenzó a rebajar el ritmo de ajuste diario que aplica al cambio oficial, el que volvió a promediar los 8 centavos (menos del 0,1%) y fue incluso de 7 centavos ayer. Esto derivó en que el peso cierre febrero con una tasa de devaluación del 2,9%, la menor desde noviembre, aún cuando inflación se aceleró. La suba de precios del mes se proyecta entre 0,8 y 1 punto mayor a esa tasa (en noviembre el ajuste fue ‘palo a palo’ con el avance del IPC) y lo más llamativo es que ocurre mientras se produce un derrape de las monedas emergentes en los últimos días (por la suba de tasas en EE.UU.) que comenzó a erosionar la competitividad cambiaria. Para los analistas, lo que está intentando el BCRA y el Gobierno tiene lógica. “Desacelera el ritmo para tratar de acotar las expectativas de inflación (y la inflación luego) mientras se negocian paritarias”, apunta el economista Federico Furiase, director de la consultora Eco Go. “Es lógico porque si la devaluación del peso es menor el aumento tarifario, para mantener el nivel de los subsidios a los servicios en porcentaje del PBI, objetivo explícito del presupuesto, pasa a ser menor, porque buena parte de los costos energéticos están dolarizados”, explica. Para el analista Salvador Distéfano el dato confirma que el Gobierno opta por anclaje cambiario. “Tienen margen porque en los primeros tres meses del añonova a emitir pesos, ya sea porque bajó el gasto, consiguió financiarse o porque se haría de una cifra fabulosa con el impuesto a la riqueza. El desafío estará de abril en adelante”. reseña. Furiase advierte que aparecerán tensiones en breve si no se realizan ajustes. “Se puede ralentizar al dólar pero la inflación no va a bajar rápido por eso porque tiene un componente inercial y se entra en un período del año de ajustes que pasan factura (colegios, tarifas, etc)”, describe. Allí aparece el riesgo de apreciación y de rebote de la brecha. “Para no estar alimentando eso el BCRA tendría que disponer en breve una suba de tasas, así cuando llegue la cosecha gruesa los que liquiden tiendan a quedarse con los pesos y no salgan corriendo a cambiarlos como sea”, sugiere. |