Por Javier Blanco - La tasa de riesgo argentino se mantuvo ayer en torno de los 1600 puntos básicos –cerró en 1593–, al mostrar un alza del 0,2% en la jornada, es decir, en un nivel prácticamente inalterable desde hace dos meses. Ni el aporte del “efecto Ecuador”, días atrás, ni la seguidilla de alzas que llevó a la soja a negociarse en los mayores valores de los últimos siete años, ni la estabilización de la tasa de interés a mediano plazo de Estados Unidos (que el banco JP Morgan usa como parámetro y pasó de 1,75% a 1,60% en un mes) lo mueven de ese elevado nivel, que vuelve prohibitiva al país toda posibilidad de recurrir al mercado. Pero, sobre todo en estas circunstancias, extiende ese impedimento a las empresas que actúan en la plaza local y desalienta cualquier tipo de inversión extranjera directa, a menos que se concedan condiciones excepcionales o algún tipo de privilegio jurídico. Operadores y analistas coinciden en que la estrategia oficial de postergar cualquier entendimiento con el FMI restó la chance del Gobierno de ganar credibilidad, no por el acuerdo en sí, sino porque para lograrlo debía asumir algunos compromisos que lo obligarían a definir metas y planes. Pero lo concreto es que, tras la revalorización en las últimas ruedas por los bonos de Ecuador (rinden ahora en torno de 10 y 11%) e incluso los de Sri Lanka (15%), la Argentina quedó posicionada como una de las deudas más riesgosas del planeta, ya que sus papeles, que ahora comienzan a pagar intereses (aunque muy bajos) en tres meses, están tan desvalorizados que rinden por encima del 20%. Se trata, para graficar, de tasas que triplican los rendimientos que muestran los papeles de deuda de Camerún, Angola o Costa Rica, entre otros. La apatía llama la atención porque, en poco tiempo, los bonos argentinos surgidos del último canje se quitarán una mochila y comenzarán a pagar intereses, como el resto de sus pares, eliminando o quitando preponderancia a un factor que los tornaba “menos elegibles” para muchos fondos de inversión globales, aún los especializados en activos volátiles. El 9 de julio la administración Fernández deberá honrar el primer compromiso, que implicará pagos por unos US$205 millones, para hacer frente al cupón del 1% que debe abonar el Global 29 y el “testimonial” del 0,11% que pagarán el resto de los bonos surgidos de la última reestructuración. “La Argentina no supo aprovechar el buen contexto global, y ahora que la segunda ola de contagios de Covid avanza a toda marcha y con un contexto político y social que se vuelve a tensar, será más difícil. Sin avances en las negociaciones con el FMI ni con el Club de París, con una gira del ministro Guzmán por Europa que no trajo grandes novedades, el riesgo país no logra alejarse de los 1600 puntos. Así queda claro que no pudo gozar del “efecto Ecuador” y encima se prendió una luz amarilla en la ejecución del plan financiero del Tesoro tras la última licitación”, describió la boutique de inversiones Cohen en un informe. La tasa quedó en 1593 puntos (3 puntos por encima del cierre previo), en otra rueda de baja para los activos más representativos de “riesgo argentino”, por nuevas ventas de carteras de inversores institucionales, que temen por el impacto que la nueva ola de contagios de Covid podría tener sobre una economía, ya muy golpeada y sin instrumentos de resguardo. |