Por Javier Blanco - Los depósitos privados bancarios a plazo fijo en pesos tradicionales, aquellos que representan el 96% de las colocaciones de los ahorristas, cayeron el último mes por primera vez en el año. El stock total de este tipo de imposiciones bajó de $2,725 billones a $2,708 billones en el comparativo entre el último día hábil de abril e igual fecha de mayo, es decir, se contrajo en unos $17.200 millones, básicamente por cancelaciones de los plazos fijos mayoristas, es decir, los superiores a $1 millón y que pagan una tasa del 34% nominal anual (TNA), tres puntos menor a la que se les reconoce a las colocaciones “minoristas” (menos de $1 millón), pero también por desarme de pequeños y medianos ahorristas. Si bien la caída fue compensada por el dinamismo que conservaron los plazos fijos UVA (se expandieron más del 18%, al pasar de $128.300 millones a $151.600 millones, y ya explican el 4% del total de depósitos privados a plazo, cuando eran de 2% en diciembre), no pasa inadvertida la contracción real del 0,7% que mostraron en el consolidado total. Esto, según advierte Lorena Giorgio, de Equilibra, acontece “en la antesala de meses que se sabe serán más complicados”. La economista cree que el Banco Central (BCRA) debería estar atento a esta señal y presto para reaccionar si se llegara a profundizar en las próximas semanas. Los analistas no se muestran sorprendidos por este freno. Venían anticipando que la persistencia de una tasa pasiva que se mantiene desde hace más de seis meses en el 3,08% mensual y no alcanza a compensar la inflación ya registrada (varió del 3,6 al 4,8% en ese lapso) ni la inflación esperada (del 48,3% al 49,5% para este año, según el último REM), tarde o temprano iba a agotar la tolerancia de muchos ahorristas. Ni esos arbitrajes, en procura de defender el poder de compra de los pesos invertidos, hacia los plazos fijos UVA taparon las señales de disconformidad que venían dando los ahorristas, como su creciente apuesta por el cortoplacismo, que hizo que el plazo promedio de los depósitos privados reportara mínimos desde 2003, tal vez esperando que la renta en algún momento mejore. “Los altos registros inflacionarios combinados con tasas poco atractivas empezaron a pasar factura y no permiten pensar en un impulso de las colocaciones a plazo, por lo que esperamos que la dinámica actual se mantenga. Es una mala señal de cara a un incremento del gasto en los meses cercanos a las elecciones que podría ejercer presión sobre la brecha cambiaria y dar nuevo impulso a las expectativas de devaluación, algo que desincentivaría en mayor medida este tipo de colocaciones, que se sostienen principalmente por la magnitud del cepo”, coincidieron en LCG. Giorgio teme lo mismo, de allí que no le preocupa el desarme de plazos fijos que se registró en mayo, sino el sentido de oportunidad en que se produjo. “Esta caída se produce en la antesala de meses que vienen complicados para la demanda de pesos, dado que empezaremos a ver más tensiones en el plano fiscal porque el Tesoro gastará más (erogaciones sociales vinculadas a la pandemia, pero también otras con tinte electoral) y eso va a requerir más financiamiento que, aunque una parte se logre por emisiones de deuda, otras seguramente será vía emisión monetaria. Significa que el BCRA deberá emitir más en un contexto en que la demanda de pesos viene debilitada y en el que irá perdiendo capacidad para seguir comprando reservas” explica. “Esto –prosigue– puede generar el punto de inflexión entre la calma cambiaria de los últimos meses y la irrupción de las tensiones que se desatan siempre en cercanía de elecciones y, una vez activadas, se hace difícil desactivar hasta después de los comicios”, concluye. El analista financiero Salvador Distéfano suele plantear ese riesgo. “El total de los depósitos en pesos suman $ 7.356.221.000.000 y el 92% esta colocado a menos de 30 días. Si el 25% de esto sale a comprar dólares, demandarían 10.574 millones a valor MEP o blue. Si el 10% sale a comprardólares,demandaríanus$4230 millones”, plantea con ejemplos algo extremos (hay restricciones para operar dólares financieros, por caso), pero que dejan a la vista cuán importante sería que la masa de pesos “estacionados” en colocaciones bancarias se mantenga allí. En el mercado se espera que la señal de tasa para tratar de frenar un desarme de plazos fijos llegue de parte de la banca pública. Se descuenta que, aprovechando el cambio normativo dispuesto por el BCRA, cancelarán Leliq para suscribir Bonos del Tesoro (hoy comienza el nuevo esquema) en procura de captar una renta superior que les permita desmarcarse de la tasa máxima estipulada y ofrecer a los ahorristas un interés superior al 37% anual, que hoy es tope. “Resta ver si eso arrastra a los bancos privados, que posiblemente sean más cautos en momentos en que su propia rentabilidad es la menor en más de una década y los beneficios reportados en la primera parte del año muestran una disminución del 80% en comparación con el promedio del 2020”, explica Giorgio.
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