Por Pablo
Sieira - La contundente derrota que sufrió el Frente de Todos en la provincia
de Corrientes ante el gobernador radical Gustavo Valdés encendió
una señal de alerta para el kirchnerismo en el Senado, donde aspira a retener
al menos la mayoría necesaria para el quórum y
el riesgo de perderla no
está completamente descartado.
La provincia
norteña es una de las ocho que elegirán representantes para la Cámara alta el
14 de noviembre. Al igual que Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Catamarca, Chubut,
Tucumán y La Pampa, el distrito gobernado por Juntos por el Cambio renovará sus
tres bancas de senadores nacionales.
Si el resultado de
las elecciones provinciales de Corrientes -con un aplastante 76% de los votos
para el gobernante ECO Vamos Corrientes y apenas un 23% para el Frente
Corrientes de Todos- se repitiera en las legislativas nacionales de
noviembre, la presidenta del Senado, Cristina Kirchner, perdería uno de
los 41 votos que hoy le garantizan el control de la Cámara alta.
El inconveniente
para la bancada oficialista que responde mayoritariamente a la vicepresidenta
es que a ese hipotético escenario se le sumaría la pérdida casi segura de un
voto por Chubut. En tanto, el panorama en Córdoba, Santa Fe y Tucumán no ofrece
por el momento garantías.
En ese contexto,
todas las fichas del oficialismo en el Senado están en asegurarse al menos
37 bancas de las 72 que integran el pleno, para seguir teniendo quórum y
no necesitar de acuerdos con Juntos por el Cambio o bloques provinciales que
harían valer sus votos ante el Gobierno del presidente Alberto Fernández.
Para la coalición
del Gobierno nacional, la derrota local en Corrientes
era previsible por tratarse de un distrito gobernado desde hace 20
años por UCR y con una larga historia de gestiones radicales. Pero en las filas
del oficialismo creen que tienen chances de ganar los comicios nacionales con
el senador Carlos "Camau" Espínola como precandidato.
A pesar de no ser
un dirigente cercano al kirchnerismo, Espínola es uno de los principales
referentes del peronismo en la provincia y una de las figuras con mejor imagen
y mayor reconocimiento gracias a su carrera como medallista olímpico, a la que
sumó luego una trayectoria política que empezó en 2009, cuando se convirtió en
intendente de la ciudad de Corrientes.
No obstante,
Espínola deberá superar primero el desafío de las PASO del 12 de noviembre. El
Frente de Todos tendrá dos listas enfrentadas. La "oficial" de
"Camau" Espínola y Ana Almirón -que también quiere renovar banca- y
la que encabeza Alejandro Karlén, dirigente enfrentado con el senador nacional
y con La Cámpora, que logró mantenerse en la competencia tras una pelea
judicial.
Luego de esa
instancia, la alianza oficialista deberá enfrentar el poderío del gobierno
provincial y de Juntos por el Cambio en su conjunto, que llevará como
candidatos a senadores a Eduardo Vischi y a Gabriela Valenzuela y confía en que
la reciente victoria de Valdés le dé el envión necesario para ganar las dos
bancas en la Cámara alta y dejar al oficialismo con una.
Luces de alerta en
Chubut
Además del riesgo
de perder un escaño por Corrientes, el Frente de Todos observa la particular
situación que se da en Chubut. Actualmente los tres representantes
chubutenses (Alfredo Luenzo, Mario Pais y Nancy González) integran el bloque
oficialista, merced a los movimientos partidarios de los últimos años
relacionados con esa provincia.
La inusual ventaja de que los tres senadores de un distrito
sean del mismo espacio es imposible de mantener en una nueva elección y Juntos
por el Cambio le quitará al menos una de esas bancas, luego de dirimir sus propias candidaturas en las PASO entre cuatro
listas. Esta situación combinada con una hipotética derrota en Corrientes
dejaría al Frente de Todos con 39 votos.
Luego está el caso
de Córdoba, uno de los lugares más adversos para el oficialismo. La
tendencia anti kirchnerista del electorado, la consecuente fuerza que acumula
Juntos por el Cambio y la marcada presencia del gobernador Juan Schiaretti
-peronista ajeno al kirchnerismo- abren la posibilidad de que el Frente de
Todos quede en tercer lugar.
Si ello ocurriera,
Schiaretti y Juntos por el Cambio se repartirían los tres escaños y el
oficialismo perdería la banca que hoy tiene (y defenderá en los comicios)
Carlos Caserio, por lo que contaría con 38 votos.
Las internas y el
número límite
En tanto, en Santa
Fe y en Tucumán el Frente de Todos irá a las PASO con dos listas y en medio de
fuertes peleas internas que arrojan una incertidumbre extra sobre el resultado
de los comicios. El Frente de Todos tiene dos senadores nacionales por ambas
provincias y si alguno de los conflictos locales le complican la elección
podría perder alguna de esas cuatro bancas.
En Santa Fe, la
lista "oficial" del Frente de Todos respaldada por el gobernador Omar
Perotti, con la venia de Fernández y Cristina Kirchner, la integran Marcelo
Lewandowski y María de los Ángeles Sacnun, alfil de la vicepresidenta en la
Cámara alta, y se enfrenta a la que encabeza el ex ministro de Defensa y
referente del kirchnerismo Agustín Rossi, secundado por la vicegobernadora
Alejandra Rodenas.
La competencia en
las PASO se mezcla con la pelea entre Perotti y Rossi por la orientación del PJ
santafesino -al que, según el ex ministro, el gobernador quiere alejar del
kirchnerismo como hizo Schiaretti en Córdoba- y con la interna en el gobierno
provincial que supone la participación de Rodenas en ese desafío a la lista del
mandatario.
Además, en las
elecciones generales de noviembre la competencia será entre tres fuerzas
potentes: el Frente de Todos, Juntos por el Cambio y el Frente
Progresista. El escenario es entonces más complejo, el resultado está
abierto y la posibilidad de que el kirchnerismo pierda un voto existe.
Si saliera segundo
en esa elección quedaría con 37 votos, al límite. Si terminara tercero, con 36,
un voto menos que el quórum. Siempre y cuando se concretara el riesgo de una
nueva derrota en Corrientes y un desplazamiento en Córdoba.
Por último está el
caso de Tucumán. El peronismo tiene un músculo electoral indiscutido en esa
provincia y el Frente de Todos confía en un triunfo que le asegure las dos
bancas que tiene hoy en el Senado, pero el enfrentamiento entre el gobernador
Juan Manzur y su vice, Osvaldo Jaldo, añade un desafío extra.
La lista de Manzur
propone para el Senado al diputado Pablo Yedlin y a la legisladora provincial
Sandra Mendoza, mientras que el gobernador se ubicó como primer suplente. En
tanto, Jaldo impulsa a Juan Antonio Ruiz Olivares como primer precandidato a
senador seguido por Graciela Gutiérrez, mientras él se postula como primer
diputado.
Al igual que
en Santa Fe, la lista del mandatario provincial recibió el respaldo
completo del Gobierno. Fernández hizo explícito incluido el del presidente de
la Cámara de Diputados, Sergio Massa, la tercera pata de la coalición. Pero la
interna preocupa al Frente de Todos.
Días atrás, Manzur
recibió el respaldo explícito de los referentes del Gobierno nacional durante
un acto de campaña. El encargado de transmitir los saludos del Presidente y su
vice fue el ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, uno de
los hombres de mayor confianza de Cristina Kirchner.
Lo que preocupa al Frente de Todos es que la pelea del
peronismo provincial no incida en el desempeño electoral de noviembre y le
otorgue una ventaja a Juntos por el Cambio en la pelea por el Senado.
La ventaja de corto
plazo para el oficialismo es que la oposición no supo aprovechar la dispersión
peronista para las PASO y llevará tres listas: una encabezada por intendente de
la capital tucumana, Germán Alfaro; otra por el diputado José Cano y otra por
el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero.
De todos modos, el
juego de mayorías y minorías en el Congreso es cambiante. Si al Frente de Todos
se le diera el peor escenario en cada uno de esos distritos y quedara por
debajo de las 37 bancas, no sería por mucho y siempre hay alguien
dispuesto a negociar su apoyo.
Durante el gobierno
de Mauricio Macri, el oficialismo nunca tuvo quórum propio, pero logró reunir
la mayoría en casi todas las votaciones que realmente lo necesitó, a través de
negociaciones con los gobernadores y los buenos oficios de Miguel Pichetto, por
entonces jefe de la bancada del PJ.
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