Por Carlos
Burgueño – Sabe el
Gobierno que no se trata de un éxito notable, ni mucho menos un logro para
hacer campaña política en tiempos de elecciones. Casi que no puede festejarse
en público, al ser fruto de una medida impopular. Pero a un año de aplicarse las restricciones “hard” para el acceso del
público a los dólares oficiales, se reconoce dentro del Poder Ejecutivo que se
trató de una decisión inevitable y que le permitió en el largo
plazo al oficialismo, llegar a las elecciones PASO de este mes y seguramente a
las legislativas de noviembre, con una “pax cambiaria” indiscutible. Todo
el equipo económico respira conforme con la decisión tomada el 15 de septiembre
del 2020 por parte del Banco Central que maneja Miguel Pesce de restringir al
máximo la posibilidad de acceder al dólar ahorro en 2020 y a repetirlo para
este 2021.
Los números
comparados son indiscutibles. En agosto de 2020, el BCRA tuvo que vender
divisas por unos u$s750 millones; con una tendencia creciente de entre 100 y
150 millones mensuales. Si esa perfornance se hubiera profundizado desde
septiembre del año pasado hacia delante, hacia fines del ejercicio anterior se
hubieran perdido unos u$s1.000 millones mensuales; una cifra insostenible para
unas reservas exhaustas
y que hubiera derivado en una corrida cambiaria imposible de enfrentar para el
Gobierno. Luego llegaron las liquidaciones sojeras del primer semestre de este
año y después los DEG del Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que cambió el
panorama cambiario. Sin embargo, desde el Gobierno se hacen números, y se
determina (con razón) que aún los tiempos de pensar en liberar las compras de
divisas están lejos. Para esto, tal como señaló este diario, habrá que esperar
tiempos más favorables para las reservas; lo que seguramente no ocurrirá en los
próximos ejercicios.
La evolución de las
compras de dólares por parte de los particulares tuvo durante este año de
vigencia de las restricciones una evolución positiva, pero controlada. En
septiembre 2020 se registraron u$s630 millones, para luego pasar a la siguiente
progresión: u$s199 millones en octubre, u$s174 millones en noviembre, u$s157
millones en diciembre, u$s137 millones en enero de este año, u$s90 millones en
febrero, u$s58 millones en marzo, u$s46 millones en abril, u$s50 millones en
mayo, u$s75 millones en junio, u$s124 millones en julio y u$s122 millones en
agosto. Hay que mencionar que en los últimos dos meses hubo algunos
contribuyentes que pudieron reingresar en el registro permitido, lo que explica
el alza. Si se tiene en cuenta que el promedio anterior a septiembre 2020 era
de una salida promedio de más de u$s700 millones, en un año el ahorro de
reservas por esta vía fue de unos u$s600 millones mensuales. O, dicho de manera
agregada, el BCRA evitó una salida de más de u$s7.000 millones, algo
más de dos DEG. Igualmente esta situación no hubiera ocurrido. Antes las
reservas se hubieran agotado, y el país se hubiera dirigido a un crash
inevitable.
Hoy se considera
que pese a lo irritable de las restricciones y las consecuencias inmediatas
negativas sobre los mercados alternativos luego de su aplicación el 15 de
septiembre el objetivo final se logró. Fue darle al Ministerio de Economía más
tiempo para que se pudieran elaborar políticas monetarias y fiscales de
estabilización del tipo de cambio, lo que la cartera de Martín Guzmán
finalmente logró a base de negociaciones con los fondos de inversión que
dejaron de presionar sobre el CCL y aceptaron la propuesta oficial de una
salida ordenada en pesos; proceso que terminará de concretarse entre este mes y
noviembre; cuando terminen de vencer los bonos dólar linked emitidos durante el
macrismo.
En estos tiempos de
plena campaña, la estabilidad cambiaria (midiendo el
oficial), parecería darle la razón a los funcionarios que impulsaron hace un
año estas restricciones. Sin embargo, no eran pocos los de dentro y
fuera del Gobierno que anticipaban tormentas de todo tipo para la última parte
de 2020 y el primer trimestre del 2021. Sin embargo la llegada de los dolares
sojeros y los DEG cambiaron el panorama.
En silencio y sin
estridencias, el “ala política” del Gobierno (dentro de la que milita Miguel
Pesce) se reconoce a sí misma como la que tuvo razón en cuanto al freno a la
sangría de reservas y a la demolición del dólar blue. Por lo bajo, y siempre
sin reconocerlo en público, se habla del buen consejo que dio el propio Alberto
Fernández en la turbulenta primer quincena de septiembre; donde, sin rodeos, le
indicó a Guzmán que aceptara los consejos de los funcionarios públicos que
mejor conocían los vericuetos complicados del mercado de divisas argentino. Y
que sabían pegar donde más duele: la pérdida de dinero de los apostadores a la
corrida cambiaria permanente.
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