Por Francisco
Jueguen - Un error de comunicación casi
termina en un desastre institucional. La reunión había sido corta, liviana, una
vaga charla sobre el contexto. Y fue, claro, calificada de “muy positiva”. Es
el latiguillo que usan las partes para recalcar que los temas conflictivos se
hablaron en privado.
Sin embargo, el
comunicado oficial de la Cámara Argentina de Comercio (CAC) publicado en su
portal detalló que el diálogo del ministro de Desarrollo Productivo, Matías
Kulfas, con diez empresarios de la casa incluyó temas muy urticantes para el
Gobierno: las trabas a las importaciones y los cupos a las tarjetas de crédito
de los consumidores que buscan usar Ahora 12.
La información fue
replicada por la agencia oficial té lamysev ir al izó. Llegó a oídos de Kulfas
anteanoche. El hecho derivó en un llamado oficial a las autoridades de la CAC.
¿El error inconfesable? El comunicado se habría escrito antes del encuentro
sobre la base de un documento privado que se le entregó al ministro en una
carpeta. Los reclamos no terminaron de ser verbalizados en la reunión.
Cortocircuito. Según dicen, anteanoche Kulfas buscaba todavía esa carpeta con
el punteo de los empresarios. Algunas fuentes creían que la había dejado en el
auto oficial que utiliza. Nadie lo sabe.
En tiempos de
elecciones, el equilibrismo empresario se hace sobre una cuerda más fina. No
vale caerse. Sin embargo, esta semana también rige otra máxima: de las 52
semanas que hay en el año, hay dos en las que se esconden los pedidos o se
bajan los decibeles. Pasa en años impares (las previas a las PASO y las
elecciones generales). Es un reflejo que el establishment tiene bien aceitado
en la Argentina.
El clímax, luego de
varios capítulos in crescendo, se dio finalmente la semana pasada. Los miembros
de la plana mayor del Poder Ejecutivo, entre ellos, el ministro que sigue los
temas productivos, pegaron el faltazo al acto por el Día de la Industria
organizado por la Unión Industrial Argentina (UIA). “La UIA no tiene banderas,
solo la de los industriales”, suavizó su discurso en José C. Paz ese día Daniel
Funes de Rioja, hombre que desde el Gobierno asocian a una visión más crítica
en la institución y vinculan directamente a Techint.
En estas horas, la
espuma del conflicto bajó, pese al mal dato de la industria en julio. Incluso,
hace dos semanas que los industriales guardan en un cajón una encuesta
realizada por el equipo de Pablo Dragún, director del Centro de Estudios (CEU)
de la UIA, sobre comercio exterior en la que, palabras más, palabras menos,
destaca la escasísima competitividad que tiene la industria argentina a la hora
de motorizar el único objetivo que dicen tener en el equipo de Alberto
Fernández para que la economía sea sustentable: exportar. También se preguntó
por importaciones, que vienen mejorando al ritmo de la economía, siempre que no
sean bienes de consumo, como los autos 0 km.
Con esas preguntas
a sus socios, la entidad empresaria busca volver a instalar un tema que
considera el corazón de la competitividad: la alta presión tributaria. También
se hablará de logística y sus elevados costos. En sus eventos, Techint suele
comparar esos costos en la
Argentina, Brasil y
México, países en los que opera. Generalmente suma también los costos
laborales. En la UIA aseguran que, esta vez, no preguntaron por ese tema. En el
Gobierno irrita el “triple cepo” de Funes de Rioja.
Hace semanas que la
Mesa de Enlace amenaza con un cese de comercialización de carne. Sin embargo,
no hay fecha. Si existiera un paro por el cepo a la exportación de carne,
dicen, puede ser “algo simbólico”. Entre esos dirigentes, en los que hubo mucha
renovación, afirman que un cese solo provocaría problemas para los propios
productores, y por eso, apuestan a la búsqueda de apoyos políticos de
dirigentes locales, a sumar a toda la cadena cárnica a la pelea, y analizan ir
a la Justicia en busca de un amparo.
Cerca de una de las
entidades del campo cuentan que no existe el clima de 2008, sienten que las
protestas son solo aprovechadas por la oposición, y más aún en tiempos de
campaña. “Hacemos un reclamo, te aparece Patricia Bullrich a caballo y nadie
escucha lo que se dice en el palco”, contaron. Mañana podría haber más
novedades sobre cómo seguir después de las PASO para ver si las restricciones a
las ventas al exterior se extinguen finalmente en octubre o no.
En medio de los
chispazos dialécticos y las diferentes visiones, hay intentos de construir
puentes simbólicos, pese a que Alberto Fernández perdió magnetismo; tanto que
la Asociación Empresaria Argentina (AEA) no es recibida por la primera línea
del Gobierno desde fines del año pasado. Pero, así como el Presidente les habla
a Cristina Kirchner y a su frente interno en público, también busca enviar
señales al círculo rojo. Hay que ver si alcanzan. Un día después del desplante
a la UIA en José C. Paz, dijo en el Parque Industrial Hudson: “La solución de
la pobreza es el trabajo, no son los planes (…) nada es más importante que la
producción y el trabajo, y el Estado tiene que ayudar a los inversores”.
Discurso casi calcado del que 24 horas antes dio el CEO y presidente de
Techint, Paolo Rocca. “La pobreza y el desempleo se resuelven con inversión y
empleo privado, no con más trabajo público o planes”, dijo Rocca. La sintonía
podría haber sido más fina si Fernández no hubiera llamado “miserables” a los
empresarios del grupo el año pasado.
Otros puentes
buscan construirse con acciones. La multinacional P&G, por ejemplo, le
anunció ayer a Kulfas que invertirá $600 millones “para duplicar la producción
de su marca Gillette, sustituir importaciones e incorporar tecnología a sus
procesos productivos”. A dólar contado con liquidación son unos US$3,4
millones. La industria nacional apostó más alto en semanas de campaña: un tip
para los lobistas de las multis. Morixe Hermanos y Sociedad Comercial del Plata
le presentaron a Kulfas inversiones “en ejecución” por US$250 millones. Son
para una planta industrial de productos de papa prefrita congelada en Mar del
Plata, una línea para la producción de productos derivados de maíz en Córdoba y
un proyecto para la producción de energía a partir de biomasa de olivo.
El dueño de Morixe
es Ignacio Noel, duro crítico de la situación de Molino Cañuelas. “Lamentamos
el perjuicio causado a bancos oficiales e internacionales y proveedores que con
US$1500 millones confiaron en una empresa argentina que les defaulteó al igual
que Vicentin. Esto afecta a las demás empresas alimentarias argentinas”, dijo
en Twitter. El gran pecado de Molino Cañuelas fue apalancarse en dólares en
tiempos de Mauricio Macri.
El intento de
recrear un clima de “lluvia de inversiones” tiene primero que extinguir el
espíritu de época del “éxodo” de empresas. Eso es lo que intentaron hacer la
semana pasada desde la provincia que gobierna Axel Kicillof. “¿Éxodo de
empresas?”, fue el título de un informe que distribuyó la Subsecretaría de
Desarrollo Comercial y Promoción de Inversiones, que depende del Ministerio de
Producción, que conduce Augusto Costa. “La mayoría de los anuncios que los
medios titulan como ‘éxodo de empresas’ son en realidad fusiones y
adquisiciones o ‘falsos éxodos’”, concluyó el informe. Aunque reconoce: “Los 11
verdaderos éxodos responden a comportamientos de carácter global de grandes
transnacionales motivados por el contexto económico generado por la pandemia
del Covid-19”. Nada que ver con los años acumulados de inflación, recesión,
alta presión tributaria y falta de reglas de juego o previsibilidad.
Ese documento
oficial vino acompañado de otro curioso sobre anuncios de inversión a nivel
nacional, como si el centro del poder estuviera en la administración provincial
y no en la Nación. Sentencia que en el primer semestre hubo 67 anuncios de
inversión por más de US$15.000 millones. Esos desembolsos se distribuirían
entre 16 provincias. Más del 60% se concentra en el territorio bonaerense. Lo
interesante es que casi el mismo porcentaje (58%) se concentra en un sector, la
construcción, ese que es actualmente hijo de la obra pública y la emisión, y de
la burbuja sectorial que genera la brecha cambiaria.
|