Por Andrés
Sanguinetti - En medio de la campaña electoral y con el Gobierno apuntando a la
continuidad del Frente de Todos en el poder, se desató
una fuerte disputa entre las autoridades y los principales empresarios del
país por el camino que la Argentina debería tomar para salir de la crisis a partir de un plan de desarrollo
industrial para los próximos años.
Una disputa que
principalmente tiene como protagonistas a la actual conducción de la Unión
Industrial Argentina (UIA), y al Ministerio de Desarrollo Productivo que conduce Matías
Kulfas y que acaba de escribir un nuevo capítulo luego de haberse
conmemorado, el pasado 2 de septiembre, el tradicional Día de la Industria.
Un evento que se
llevó a cabo en las instalaciones de Cerámica Alberti y que no contó con la
presencia del presidente Alberto Fernández, quien se mostró el mismo día en la
ciudad chaqueña de Resistencia, donde visitó la empresa metalúrgica Palacios
Hermanos y desde donde envió un mensaje al sector pidiéndole a los empresarios
"que produzcan, que arriesguen y se asocien a los que trabajan.
Ahora, y de la mano del ministro Kulfas, el Gobierno
profundiza su avanzada al publicar un documento en el que se establecen
las bases para el crecimiento industrial donde se advierte que el país atraviesa una doble crisis: una
macroeconómica iniciada en abril de 2018 con una fuerte salida de capitales
financieros que dejó en evidencia un profundo sobreendeudamiento del sector
público, y la crisis emergente a partir de la pandemia del COVID-19.
Bajo el título
de "Estrategia y acciones para el Desarrollo Productivo
2020-2023", el trabajo de 214 páginas analiza la situación actual de la
industria y plantea una visión sobre la necesidad de modernizar, ampliar y
diversificar la estructura productiva, incorporando las nuevas agendas del
siglo XXI, las nuevas tendencias tecnológicas y compatibilizando las políticas
productivas con un perfil netamente estatista.
De hecho, argumenta
que durante muchos años predominó la idea de que "la mejor política
industrial es no tener política industrial", supeditando el crecimiento de
la productividad al mero desarrollo de las fuerzas del mercado, en todo caso
potenciado por mejoras en las condiciones de entorno macroeconómico.
También se sugirió
que, en la era de los servicios, la industria dejó de tener la relevancia de
antaño, y por tanto que ya no es tan importante como palanca del desarrollo.
"Es tiempo de discutir cuáles son las mejores
herramientas financieras y técnicas, cómo articular los mejores proyectos con una perspectiva territorial, cómo estructurar
cadenas de valor más sólidas e integradas con las empresas de diferentes
tamaños, cómo generar mejores prácticas innovativas, cuáles son las ramas que
ameritan esfuerzos y regímenes especiales, pero debemos superar definitivamente
esa visión anti-industrial", señala el informe.
También
responsabiliza de esa mirada al anterior gobierno de Mauricio
Macri al sostener que "las evidencias están a la vista de todas y
todos: entre 2015 y 2019 Argentina fue uno de los países que más se desindustrializó
en el mundo. Como consecuencia de ello, en 46 de 48 meses de período
presidencial se destruyó empleo industrial formal, sin que –como era de
esperarse– existiera sector que compensara siquiera parcialmente esa
destrucción".
La mirada estatista
también se destaca en los fondos que el gobierno nacional destinó el año pasado
para ayudar al sector privado durante los peores momentos de la pandemia del
Covid-19.
Un paquete de
asistencia estatal (incluyendo instrumentos con costo fiscal y líneas de financiamiento)
que alcanzó los $1,85 billones, lo que equivale al 6,75% del producto en
instrumentos como créditos a tasa 24% (por un 1,97% del PBI), que tomaron
110.000 empresas, mayormente PyMEs.
También el programa
ATP (incluyendo pago de salarios, créditos a tasa subsidiada para empresas y
pequeños contribuyentes y reducción de contribuciones patronales) que implicó
estímulos por 1,28% del PBI y llegó a casi tres millones de trabajadores y a
307.000 empresas.
Para el Gobierno,
la gran mayoría de los indicadores de alta frecuencia que correlacionan con la
actividad económica exhiben una recuperación desde principios de junio que
avizora una cercanía cada vez mayor con los niveles de la prepandemia.
A partir de este
diagnóstico y pensando en el largo plazo, el trabajo elaborado por Kulfas
destaca tres políticas que apuntan a agendas del presente y del futuro. En
primer lugar, el Plan Desarrollo Productivo Argentina 4.0, que conjuga
medidas que favorecen la adopción de soluciones tecnológicas por parte de empresas
locales, así como el desarrollo de soluciones propias.
El presupuesto
total que contempla el plan es de $12.522 millones, de los cuales $1.176
millones se destinarán a sensibilización y capacitación; $3.249 millones a
asistencia técnica; $6.091 millones a apoyo a la inversión y $2.006 millones a
infraestructura institucional.
Entre los
resultados esperados se encuentra un incremento de la productividad industrial
y una reducción de la brecha de productividad respecto a países desarrollados y
entre tamaños de empresas. También se permitirá la preservación de empresas y
empleos industriales, la creación de "empleos del futuro" y el
surgimiento de nuevas empresas especializadas en provisión de soluciones 4.0.
En segundo lugar,
el Plan de Desarrollo Productivo Verde que apunta a aprovechar las
oportunidades de desarrollo económico y creación de empleo vinculado a los
desafíos ambientales. Esto implica medidas para la creación de nuevos sectores,
como a la reconversión de empresas para que sean ambientalmente sustentables.
Dentro de este plan se destacan la electromovilidad, el hidrógeno o energías
renovables (que incluye la capitalización de IMPSA).
El Plan de
Desarrollo Productivo Verde cuenta en esta primera etapa con un presupuesto
mayor a $10.000 millones, buscando alcanzar así a más de 3.500
empresas/cooperativas.
En tercer lugar, el
proyecto de ley de la creación del Marco Regulatorio del Cannabis
Medicinal y Cáñamo industrial, que busca generar las condiciones para que
esa cadena productiva pueda desarrollarse en el país, tal como viene sucediendo
en varios países del mundo. El escenario potencial a 2025, con perspectiva
conservadora, es de 10.000 nuevos empleos (de los cuales se prevé que un alto
porcentaje sea en I D i); u$s500 millones en ventas al mercado interno al año;
u$s50 millones de exportación al año.
Se busca impulsar
una ley que posibilite y fomente los proyectos de inversión pública, privada o
mixta en los distintos segmentos de la cadena sectorial del cannabis medicinal.
De forma análoga se
busca legalizar los diferentes eslabones productivos y de comercialización del
cáñamo o cáñamo industrial y sus subproductos.
Establece además 10 consensos que el Gobierno
considera indispensables para que la recuperación posterior a la pandemia pueda garantizar que Argentina
logre el desarrollo económico y social:
1- Exportar más.
2- Ningún sector
productivo sobra: todos son importantes.
3- Hay una falsa
antinomia entre mercado interno y mercado externo.
4- No hay futuro
sin políticas productivas que fomenten la creatividad y la innovación.
5- Ninguna política
productiva será sustentable si no contempla la dimensión ambiental.
6- Una
macroeconomía estable es necesaria para el desarrollo productivo y la creación
de empleo de calidad.
7- Para bajar la
pobreza y la desigualdad necesitamos un Estado que promueva la inversión
privada y la suba de la productividad.
8- Una buena
política productiva debe reducir las brechas de género.
9- La apertura
comercial no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que debe ser utilizada
de manera inteligente.
10- Toda política
de desarrollo productivo debe ser una política de desarrollo regional.
Mirada estratégica
El documento
sintetiza también las acciones realizados entre diciembre del 2019 y agosto
pasado y la mirada estratégica del gobierno de Alberto Fernández para
desarrollar una estructura productiva con objetivos que van más allá de la
coyuntura y apuntan a consolidar una mirada de largo plazo que trascienda a la
actual acción del Gobierno.
Si bien en su
prólogo plantea la necesidad de estructurar consensos para superar los
problemas de inestabilidad y penduleo del país las conclusiones no fueron
consensuadas con el sector privado y mucho menos con la UIA que, por
otro lado, planteó su propia agenda a partir de un trabajo presentado durante
un seminario virtual organizado la semana pasada junto al B20.
Se trata de
"las recomendaciones de políticas públicas" que la industria
entregará a las autoridades del G20 durante la cumbre de octubre, que
se realizará en Italia. Comercio e Inversión, Salud y Ciencias de la Vida,
Transformación Digital, y Empleo y Educación fueron las áreas sobre las que
elaboraron conclusiones los cuatro grupos de trabajo organizados por la entidad
que preside Daniel Funes de Rioja.
El propio
industrial advirtió que todavía se debe recorrer mucho camino en términos de
disparidades y en diseño de reglas para la generación de más empleo y
educación, temas que pidió abordar en conjunto.
En el seminario
virtual hubo representantes del Gobierno como el embajador argentino
en los Estados Unidos y sherpa del G20, Jorge Argüello; y el secretario de
Relaciones Exteriores y sub sherpa del G20, Pablo Tettamanti.
Ambos coincidieron
en la importancia de contar con las recomendaciones del sector privado y en la
necesidad de consolidar el multilateralismo para abordar el contexto actual,
así como la salida de la pandemia.
Sin embargo, el
planteo oficial se basa en el trabajo elaborado por Kulfas que tiene
como fundamento la recuperación de las políticas públicas para el desarrollo
productivo y se refleja en el objetivo de incrementar los recursos
presupuestarios.
"El salto en
la inversión de recursos durante la actual gestión de gobierno ha sido notable,
pasando de una cifra de $7.519 millones ejecutados en 2019, a $141.418 millones
en 2020 y un presupuesto devengado de $134.975 millones en 2021. Si bien las
cifras están expresadas en pesos corrientes, se visualiza con claridad el
crecimiento exponencial de los recursos ejecutados y en ejecución. Vale aclarar
que una parte muy significativa de los recursos invertidos en 2020 fueron
destinados a fondear el Fondo de Garantías Argentino (FOGAR), unas de las
principales herramientas del gobierno para propender a la inclusión financiera
de las PyMEs, el cual excede su ejecución del año presupuestario. De este modo,
excluyendo esos recursos, el presupuesto 2021 presenta un incremento nominal
del 70,5% respecto al ejecutado en 2020", señala el informe oficial.
Crecer sin antinomias
Analizando los
puntos, para el Gobierno la salida exportadora es tomada como una
variable fundamental a la hora de evaluar proyectos de apoyo al sector
productivo.
También plantea
dejar atrás las falsas antinomias entre sectores y actores, como por ejemplo la
discusión de industria versus agro o de PyMEs versus empresas
grandes. Todos los sectores y actores productivos son necesarios y
complementarios en una estrategia de desarrollo, que sea sostenible, inclusiva
y federal.
Del mismo modo, se
pretende dejar de lado la antinomia entre el mercado interno y mercado
externo teniendo en cuenta que un mercado interno potente permite generar
una escala suficiente para reducir costos y, de este modo, volverse más
competitivo y salir a exportar con escala y capacidades productivas adecuadas.
"Necesitamos
cuidar inteligentemente el mercado interno para potenciar
nuestras exportaciones futuras. Ello requiere también que generemos
incentivos para ayudar a las empresas a competir más en el exterior",
afirma el trabajo oficial.
Advierte además que
una política macroeconómica consistente es también una política de desarrollo
que debe incluir una política fiscal, monetaria y cambiaria prudente,
equilibrios externos, regulaciones macroprudenciales de los flujos financieros y
evitar ciclos de endeudamiento insustentables, entre otras cosas.
"Desde ya, la
búsqueda de los equilibrios macroeconómicos debe contemplar también
los equilibrios sociales, productivos y ambientales, pero bajo la premisa
de que estos solo se logran duraderamente con consistencia
macroeconómica", agrega.
En ese contexto, el
plan oficial también advierte sobre la necesidad de mirar más allá de los
debates sobre el desarrollo que se reducen a visiones extremas entre quienes
creen que la solución es abrir la economía y quienes creen que Argentina debe
cerrarse al mundo.
"Ni la
apertura comercial ni la protección deben ser fines en sí mismos, sino medios
que incrementen las posibilidades de que Argentina pueda crecer
sosteniblemente. Como tal, nuestra inserción al mundo debe ser pragmática, y no
dogmática, teniendo en cuenta que mercado interno y mercado externo son
complementos más que una dicotomía. En otros términos, debemos tener una
inserción proactiva en la economía mundial, que nos permita sacar provecho de
ella a la vez que se preservan los intereses nacionales", plantea el
informe.
De cara al futuro,
señala que la Argentina ingresó a la segunda mitad de 2021 con
una situación sanitaria que empieza a descomprimirse producto del
avance de la campaña de vacunación que está permitiendo retomar el ritmo de
recuperación económica de los meses previos a la segunda ola de abril-mayo
pasados.
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