Por Javier Blanco -
La sostenida emisión monetaria realizada en los últimos 20 meses para asistir
al Gobierno ($2,7 billones al cierre del último mes) alcanzó una dimensión tal
que comenzó a desafiar los límites que tiene la política de esterilización que
lleva adelante el Banco Central (BCRA) para retirar del mercado buena parte de
lo puesto en circulación. Todo en un contexto en el que la demanda de pesos no
solo ya no reacciona, sino que muestra renovados signos de debilidad.
Ocurre que, como
para poder quitar de circulación los pesos lanzados al mercado (lo que muestra
que no encuentran demanda genuina), emite títulos (Leliq a una tasa del 38%
nominal anual) o toma préstamos de los bancos (pases pasivos a 1 o 7 días con
tasas que van del 32 al 36,5% nominal anual) y debió aumentar en casi 4 veces
su deuda (de $1,09 a $4,1 billones en ese lapso).
A su vez, como ese
pasivo creció mucho, aunque la tasa que paga se mantiene, su costo de
mantenimiento también se incrementó y se vio obligado a pagar en concepto de
intereses, por ese pasivo, algo más de $814.000 millones por un total de $1,25
billones esterilizados en lo que va del año.
Dicha cifra
significa ni más ni menos que “$65 de cada $100 esterilizados volvieron al
mercado en pagos del stock acumulado de estos instrumentos”, hizo notar la
consultora LCG al actualizar ayer su habitual informe monetario.
Esto quiere decir
que “sin una recuperación de la demanda de dinero –que no luce probable en este
contexto por la desconfianza imperante– la política de esterilización es cada
vez menos efectiva porque la carga de intereses, aun con una tasa real negativa,
implica la inyección de una cantidad de pesos que la demanda no está
absorbiendo y obliga a más esterilización por parte del BCRA. De ahí el
crecimiento del stock de pasivos remunerados, que ya alcanza niveles semejantes
a los de abril de 2018, pico de la ‘bola de Lebac’”, traduce Melisa Sala,
economista jefa de dicha consultora.
El dato explica el
desfiladero que enfrenta la política económica del Gobierno si no logra generar
certidumbre, considerando que el ministro de Economía, Martín Guzmán, tiene
previsto seguir recibiendo asistencia del BCRA en lo que resta del año e incluso
plantea seguir solicitándola en los primeros borradores que trascendieron del
presupuesto para el año próximo para cubrir los elevados niveles de déficit
fiscal, aunque paradójicamente no dudó en calificar al tamaño y costo que
alcanzó esta deuda como “disfuncional” para el desempeño de la economía.
La calificación,
que tiende a confirmar que los funcionarios se convirtieron en los últimos años
en meros relatores de los problemas en vez de plantear la manera de
solucionarlos, es adecuada.
La deuda del BCRA alcanzó
niveles que agregan incertidumbre a la economía: supone alrededor del 12,2% del
PBI y “asumiendo que la asistencia al Tesoro se reduce a 1,5% del PBI (en torno
a $ 900 MM en todo el año) y que la tasa real se vuelve positiva en 2% (en el
marco de un acuerdo con el FMI) crecería al 16% a diciembre de 2022”, apunta
Sala.
El economista
Santiago Bulat, de Invecq Consulting, apunta que la acechanza que deviene de la
dimensión que viene tomando esa deuda creció dado el traspié que sufrió en los
últimos meses la política de financiamiento por colocaciones en el mercado
local pese a los cambios regulatorios que tendieron a aumentar la exposición de
bancos a la deuda pública o la demanda de los Fondos Comunes de Inversión (FCI)
y aun cuando “las tasas de interés que paga el BCRA por su pasivo son negativas
en términos reales”. “Si el BCRA estuviera pagando tasas reales positivas el
problema sería aún mayor y desequilibrante”, acota. De allí que cree que la
mirada del mercado estará particularmente depositada en el nivel de
financiamiento que consiga el Gobierno en los próximos meses, ya que cuanto más
capte menos necesitaría recurrir a la emisión monetaria espuria.
“En caso de que el
roll over continúe en estos mismos niveles esa tensión se mantendrá o tenderá a
aumentar dado que el Tesoro podría recaudar de aquí hasta fin de año cerca de
$220.000 millones, lo que llevaría el total a $602.000 millones y significaría
una cobertura del 31% sobre el total de déficit esperado para este año,
considerando un déficit total de 4,6% del PBI”, explica Bulat.
Ayer, otra venta de reservas
“En especial porque
eso significaría exprimir el financiamiento monetario hasta los $1,35 billones.
Hasta el momento, las transferencias del BCRA al Tesoro fueron de la mitad, por
lo que es esperable un aumento de similar magnitud ($700.000 millones) hacia
fin de año si el financiamiento en el mercado de deuda local no cambia su
tendencia actual”, acota, para describir los temores que explican que está
volviendo a crecer la desconfianza hacia el peso y se refleja –por caso– en la
carrera alcista que vuelve a ensayar el dólar en el mercado paralelo, que lo
lleva a explorar nuevos máximos del año.
Es una desconfianza
que tenderá a crecer –muestra la experiencia– en medio del proceso electoral.
Más cuando el BCRA
vuelve a resignar reservas a un ritmo acelerado como muestran los US$760
millones vendidos en las últimas 10 ruedas, contando los US$90 millones (21,5%
de los US$415 millones operados en la rueda) que volvió a perder ayer por sus
intervenciones en el mercado cambiario.
|