Por Florencia
Donovan - Las alarmas del empresariado volvieron a encenderse. Del “hay que
esperar a las PASO” para ver qué pasa con la política económica, algunos
empezaron anoche a considerar la posibilidad de que algunas prácticas del
kirchnerismo no cambien. No importa cuánto apremie el contexto macroeconómico,
después de las elecciones, si es que existe un giro hacia el centro, no será
sin desvíos.
En el acto de
cierre de campaña de ayer quedó claro que la vicepresidenta Cristina Kirchner
es quien marca el rumbo de la política económica. Fueron pocos los elogios que
le regaló a la gestión del gabinete económico. Para ilustrar la idea de una
economía pujante, se retrotrajo siempre a sus años de gestión. “En 2015
teníamos el salario más alto de América Latina medido en dólares”, recordó. La
vicepresidenta se explayó y habló con un nivel de detalle sobre la cuestión
económica que denota que es una cuestión que la preocupa, y mucho.
El kirchnerismo
tiene claro que la situación económica es crítica. Así se lo hacen saber
empresarios y banqueros que suelen tener un diálogo frecuente con Máximo
Kirchner, hoy devenido en el interlocutor por excelencia tanto con el sector
privado como con algunas figuras de la oposición. “Máximo tiene una visión
nestorista [por el expresidente Kirchner] de la economía, en el sentido de que
le importa eso de la ‘mesa de los argentinos’, la producción nacional… Quiere
generar un empresariado nacional fuerte”, describió un hombre de las finanzas
que dialoga con él con frecuencia. También son conscientes de que si el
resultado del domingo es malo –esto sería incluso una victoria por muy pocos
puntos en la provincia de Buenos Aires– es en parte atribuible a la economía.
En conversaciones
con empresarios, desde el kirchnerismo aseguran que tienen en marcha un plan
para la promoción de la industria y de la inversión que pondrán sobre la mesa
una vez resuelta la elección, para ser consensuado con la oposición. Los
detalles no los difunden, ni siquiera entre los empresarios amigos. Mucho menos
entre los ministros de Alberto Fernández, como Martín Guzmán y Matías Kulfas,
hoy a cargo de la gestión económica y productiva. “El acuerdo está en el
espíritu de algunos funcionarios”, dice, con ironía, un miembro del gabinete
económico, cuando se lo consulta al respecto.
Probablemente para
aplicarlo estén pensando en nuevas caras. O al menos así lo ven tanto cerca de
Máximo Kirchner como de Sergio Massa, quien afirma entre sus interlocutores
que, en tal escenario, será quien acerque algunos nombres. Por ahora, son solo
especulaciones y palabras vertidas en charlas privadas. Tampoco se ha expresado
al respecto el presidente Alberto Fernández, tal vez, uno de los más interesados
en conocer antes lo que digan las urnas. La suerte de su gabinete está atada en
gran medida al resultado del domintener go y de la elección de noviembre.
El equipo económico
tiene la orden de no hacer olas. Es tarde para hacer magia, pero lo que sí se
puede es evitar nuevos conflictos. Con esa lógica, el Banco Central (BCRA)
tendría previsto postergar todo lo posible un endurecimiento del cepo
cambiario. Aunque, claro está, dependerá de cómo evolucionen las reservas. En
los últimos once días hábiles, destaca el economista Juan Ignacio Paolicchi, de
Empiria Consultores, el BCRA vendió más de US$800 millones, lo que equivale a
10% de las reservas netas (incluyendo los DEG, derechos especiales de giro, que
se recibieron del FMI). “Es un ritmo difícil de sosen los próximos tres meses”,
adelanta el economista.
¿Un acuerdo en puerta?
“Nadie se salva
solo”, insistió ayer la vicepresidenta en Tecnópolis. Pero en la oposición
reina la desconfianza ante una convocatoria. Las palabras de Cristina Kirchner
hacen prever que cualquier acuerdo será bajo los términos del kirchnerismo, no
otros. Un hombre de María Eugenia Vidal, no obstante, admitió recientemente en
charlas con representantes de empresas que “Máximo es un tipo con el que se
puede hablar”. Parece que la oposición también espera los resultados de la
elección para terminar de definir su estrategia.
Está claro que una
de las medidas que buscará consensuar el kirchnerismo es el acuerdo con el FMI,
que el oficialismo espera tener sellado a más tardar para marzo. Pero además,
porque parece estar alejándose la posibilidad de lograr acuerdos bilaterales
para que países como Portugal o México le presten a la Argentina los DEG que
recibieron del Fondo Monetario para hacer frente a los gastos adicionales de la
pandemia. “No está descartado que la Argentina reciba algo, pero ya no sería de
manera bilateral, sino como parte de un fideicomiso al que accederían países
mucho más pobres también. Y, en tal caso, la Argentina no tendría una situación
prioritaria”, admitió una fuente al tanto de las conversaciones.
En el oficialismo
se ilusionan con que el acuerdo genere entre los inversores la oxigenación que
no se logró con el canje de deuda de Guzmán. En las negociaciones con el FMI se
busca que el país no solo reciba el año que viene fondos como para saldar los
vencimientos que la Argentina tiene con el organismo (suman entre marzo y
diciembre
US$21.563
millones), sino que haya algún adelanto adicional, que ayude a engrosar
transitoriamente las reservas del Banco Central. Tal vez, en el Gobierno se
esté pecando de exceso de optimismo.
Más allá de los
esfuerzos de Máximo Kirchner, de De Pedro o de Massa, algunas señales recientes
alimentan la desconfianza empresaria. Pocos compran a esta altura la euforia
bursátil de las últimas semanas. El campo se convenció ayer, después del
discurso de Cristina Kirchner, de que el cepo a la carne llegó para quedarse. Y
entre los industriales no pasó inadvertido el pedido de la vicepresidenta a
Alberto Fernández para que “no permita” el cierre de la
El rumbo de la
economía lo marca hoy Cristina Kirchner
Los hombres de negocios dudan de que haya
cambios tras las elecciones
El equipo económico
tiene la orden de no hacer olas
Para aplicar un
nuevo plan ya se piensa en nuevas caras en el gabinete
planta de
poliuretano de Dow Chemical en Santa Fe. “Es quitarle autonomía a nuestro
proceso industrial”, esgrimió. La multinacional anunció hace un mes que, en
mayo de 2022, dejará de operar esa planta, en lo que es una decisión
estratégica global. En el sector temen que el de Dow se transforme en otro caso
como el de Pepsico, que en 2017 tuvo serias dificultades con el gremio para
cerrar una planta en Florida. El miércoles venció la conciliación obligatoria
dictada por el Ministerio de Trabajo de Santa Fe entre Dow Chemical y el
sindicato. Se extendió por otros 20 días bajo el formato de “conciliación
voluntaria”.
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