Por Diego Cabot - Si
se trataran de explicar los movimientos presupuestarios de los últimos días con
alguna situación doméstica, lo que hizo el Gobierno esta semana fue repasar
todos los bolsillos de pantalones, sacos y bolsos para juntar las monedas y
ponerlas en la billetera. La pregunta que sigue sería: ¿cómo se gastará ese
residual que estaba arrumbado por ahí? La respuesta rápida sería: menos obras,
más dinero para la política.
Mediante 208
páginas, el Estado rebuscó el dinero de centenares de partidas sin ejecutar,
esas que suelen quedar escondidas en los pliegues de la administración. Y no
solo sumó gasto público, sino que además decidió que gran parte de lo que se
recolectó allí se destine a la campaña electoral que terminará en la elección
de noviembre, la de los porotos que realmente valen.
Los movimientos de
dinero muestran las prioridades. Va un ejemplo como para entender. En la página
47 del impenetrable anexo presupuestario, el Ministerio de Transporte retiró
$620 millones que estaban destinados a la partida denominada “Mejora integral
del Ferrocarril General Roca-ramal Constitución-la Plata (BID N° 2982/OC-AR)”.
Solo hay que dar
vuelta la página para ver la poda de otros $400 millones que se tenían
reservados para otra denominada “Puesta en valor Ferrocarril San Martín (BID N°
4265/OC-AR)”, además de sacar también $84 millones que alguna vez se habían
destinado para la elevación de un viaducto.
En una alquimia de
destinos de fondos públicos que ejercen los sucesivos jefes de Gabinete con la
posibilidad de mover partidas, a ese dinero para obras se le encontró un mejor
destino en épocas electorales. Habrá sonrisas en el Ministerio de Transporte,
ya que el presupuesto que se pensó para obras ferroviarias ahora se va en dos
grandes rubros.
La partida
“Servicios profesionales”, donde hay posibilidades de contratar con mucha
amplitud para fines varios, se llevó $500 millones, mientras que “Publicidad y
propaganda”, otros $390 millones. En definitiva, se cancela mejora en el tren
por $890 millones; entran publicidad y servicios. Maravillas presupuestarias en
modo campaña.
Pero más allá de
los cambios en el destino de los fondos, el Estado sumó gasto público. Según
consignó Camila Dolabjian en la
nacion, entre
recortes, dinero para asistencia social y planes laborales, subsidios a la
energía, obra pública y gasto para la compra de vacunas, se sumaron $107.749
millones adicionales para aumentar el volumen de la chequera hasta fin de año.
La mirada fina
sobre lo que se le entregó al Ministerio de Desarrollo Social permite entender
por dónde vendrá el camino de la campaña.
Aquellos bolsones
de alimento que alguna vez fueron protagonistas en el raid final ante una
elección ahora se cambiaron por dinero en el bolsillo de millones de
argentinos.
Sucede que desde la
fallida compra de alimentos, el “Fideogate”, que marcó la gestión de Daniel
Arroyo, el Estado no puede ir al supermercado. Nadie le vende por millones de
unidades al mismo precio que compra cualquier consumidor en el negocio de la
esquina.
Entonces, vale el
dinero fresco. Por ejemplo, mientras se destinaron $26.472 millones para las
partidas “Abordaje territorial/ayuda social a personas” y para el programa
Potenciar Trabajo, apenas se entregó un tercio para políticas alimentarias.
Claro que ese financiamiento seguramente irá a parar a la Tarjeta Alimentar,
otro mecanismo de efectivo prepago para los sectores más vulnerables.
Solo para tener
idea del monto. El plan Potenciar Trabajo se canaliza mediante organizaciones
sociales y es la unificación de los programas Hacemos Futuro y Salario Social
Complementario. Actualmente se cobran $14.040 por mes a cambio, en teoría, de
una contraprestación. Ese monto que se entregó alcanza para 1,778 millones de
beneficios.
El Ministerio de
Salud recibió para la lucha contra el Covid la suma de $16.694 millones, y más
allá de que aumentó el gasto, le quitó $2873 millones a “Fortalecimiento de la
capacidad del sistema público de salud” y otros $406 millones a “Intervenciones
en salud perinatal, niñez y adolescencia”.
Finalmente, la obra
pública. Los constructores esperaban una partida presupuestaria que engrosara
la billetera de Vialidad Nacional.
No habrá obra
nueva, pero sí se mantendrán los flujos de pagos hasta fin de año para sostener
los obradores y el ritmo de infraestructura vial, ralentizado en muchos casos,
que tuvieron un alto grado de ejecución durante el gobierno anterior, pero que
se frenaron con el ajuste de 2019.
Vialidad se llevó
casi $10.000 millones para rutas que ya están en ejecución. Finalmente, podrán
cortar alguna cinta en la campaña, y eso no es menor para el álbum de fotos de
la política. No hoy proyectos propios, pero sí es posible terminar algunos.
Pero todo cambia.
Aquella efectividad de la obra pública o del barrio y la casa ahora mutó a otra
cosa. Sucede que resulta más fácil y eficiente para el voto el dinero fresco en
el bolsillo.
Las viviendas
sociales se cambiaron por el crédito a tasa cero y los bolsones, por una
tarjeta prepaga. Los tiempos de ejecución y la llegada del auxilio no se
comparan. Y para esa velocidad se prepara el presupuesto.
Aquellos bolsones
de alimentos fueron reemplazados ahora por un crédito prepago
El crédito a tasa
cero parece más eficiente que la construcción de viviendas sociales
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