Por Carlos
Burgueño - En pocos días la coalición gobernante deberá tomar una
decisión de Estado, que probablemente
defina la suerte que tendrá (al menos en los mercados locales y extranjeros),
la propuesta oficial. Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, sólo
ellos, tendrán que resolver si aceleran las negociaciones de Martín Guzmán en
el Fondo Monetario Internacional (FMI) y firman el acuerdo de Facilidades
Extendidas que, en sus lineamientos generales y tal como adelantó este diario,
está ya cerrado. Y del que sólo restan terminar de discutir (algo nada fácil
por cierto), las metas fiscales, cambiarias y monetarias que el país deberá
desandar entre el 2022 y el 2026; año en el que deberá comenzar a cumplirse con
los pagos al organismo que hoy maneja Kristalina Georgieva.
El Presidente y la
Vicepresidenta tendrán que decidir si le dan la orden al ministro de Economía
para avanzar con las negociaciones finales para que el acuerdo pueda cerrarse,
firmarse la Carta de Intención, pasar el tema al Congreso Nacional (las
autoridades local) y al directorio del Fondo (los encargados del caso
argentino) y finalmente, si el board del organismo da el visto bueno, cerrar
toda la historia que comenzó en octubre de 2020 con un apretón de manos.
Desde el Ejecutivo
se busca que los tiempos se aceleren. Hay 1.800 millones de razones para que
eso ocurra. Ese es el dinero en dólares que el país le debe pagar al FMI el 30
de diciembre por el segundo pago del stand by correspondientes al cronograma 2021
del acuerdo firmado por Mauricio Macri en 2018; y que Guzmán, el presidente del
Banco Central y el resto del Gabinete Económico quieren mantener dentro de las
reservas líquidas para ejecutar política fiscal y cambiaria en el próximo
ejercicio. Desde el “ala política electoral”, más cercana al kirchnerismo puro
y duro, aún no hay una decisión tomada sobre la velocidad de anuncio del
acuerdo con el FMI; ante las especulaciones (lógicas) sobre la conveniencia
electoral de presentar en sociedad un acuerdo con el organismo financiero de
semejantes dimensiones económicas para el país.
Razones
Los defensores de
la firma rápida aseguran que una presentación del facilidades Extendidas antes
de noviembre, con una buena estrategia comunicacional, no le haría perder votos
al oficialismo; ya que el núcleo duro de sus votantes lo harían cualquiera sea
la situación general de la negociación de la deuda externa. Y que
un acuerdo final no impactará en la voluntad de acompañamiento de los candidatos oficialistas, aunque se trate de
una capítulo duro de aceptar para el paladar kirchnerista.
Otras fuentes del
costado más político dudan del efecto neutro del anuncio, y creen que aún hay
una línea delgada de aceptación popular ante las elecciones, que podría
mostrarse reacia a aceptar el Facilidades Extendidas en los términos en que se
negocia. La decisión final la tomarán Alberto Fernández y Cristina
Fernández de Kirchner, luego de escuchar las posiciones de Sergio Massa, Martín
Guzmán, Máximo Kirchner, Axel Kiciloff y algún que otro autorizado a opinar que
sea citado oportunamente.
Sobre los términos
del acuerdo, no habrá novedades a lo que ya este diario anunció el 23 de agosto
pasado. Será a 10 años, con una tasa preferencial de 1,05% y con una cláusula
especial que si existieran en el futuro mejores condiciones de pago que las que
impone un clásico Facilidades Extendidas, automáticamente Argentina podría
acceder a esos beneficios. Las inspecciones vinculadas al artículo IV serán
espaciadas (dos veces por año), no invasivas y discretas. El país comenzará a
pagar 4,5 años después de firmado y el Gobierno se compromete a llegar a un
equilibrio fiscal antes de comenzar a concretar esas liquidaciones.
Intereses
El principal éxito
del ministro de Economía y su gente en las negociaciones, fue lograr que al
país no se computen las tasas de interés sancionatorias que se le ejecutan a
los estados incumplidores. Se le aplicará al país una tasa de 1,05%, una
reducción sustancial ante el 4,05% que hubieran correspondido.
Esto implica una
reducción de entre u$s9.000 y u$s10.000 millones en todo el tiempo del acuerdo
de los 10 años de vigencia del Facilidades Extendidas. Será el principal
beneficio que se le aplicará al país, y fue negociado, además de Guzmán, por el
propio Alberto Fernández ante los principales líderes mundiales con los que se
reunió desde febrero de este año. Pero fueron las últimas reuniones directas
con enviados del Gobierno de Joe Biden las que destrabaron definitivamente la
alternativa. Sin el voto positivo de EE.UU. y su 17% de acciones en el board,
hubiera sido imposible cualquier modificación especial del Facilidades
Extendidas clásico.
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