Por Sebastián Catalano
- ¿Se va o se queda? La pregunta recobró fuerza con el resultado de las urnas
de ayer. Así, el futuro de la gestión de Martín Guzmán al frente del
Palacio de Hacienda entró en zona de definiciones con el resultado electoral
puesto. Dentro de unas horas, el ministro enviará el Presupuesto 2022 al
Congreso, en medio de mucha incertidumbre, con la negociación con el FMI
siempre de fondo y la inflación como grandes dudas para lo que viene. Todo
en un contexto de rumores sobre su continuidad, descartadas y desmentidas por
su entorno. Desde un punto de vista meramente pragmático y técnico, una
salida pronta de Guzmán tendría más aroma a un problema que una solución. Pero
las cuestiones técnicas casi siempre chocan de frente con la política.
“¿Tiene el boleto
picado? La verdad, no creo. ¿Tiene el puesto asegurado? No, para nada. Eso sí,
en los últimos tiempos los presidentes suelen morir con las botas puestas y
casi que los ministros de Economía dejaron de ser el primer fusible”. El
análisis, con metáfora de transporte público vintage, lo hizo horas
atrás un funcionario nacional que se apuró para agregar: “Igual, todo puede
pasar”. Se había terminado de votar, pero aún no estaban los resultados.
Desde hace días,
los rumores apuntan a tres de eventuales reemplazantes. Martín Redrado es
uno de ellos. Luego asoma otro candidato: el ministro de Producción bonaerense, Augusto
Costa, que responde a la línea Axel Kicillof/La Cámpora; y hay una suerte
de “prenda de paz” que surge de algunos rincones del propio Gobierno y tiene
como protagonista a Cecilia Todesca, la segunda de Santiago Cafiero,
avalada por Cristina Kirchner al menos desde un tuit reciente. “Sería
más de lo mismo”, susurran, sin embargo, desde el ala más dura de la coalición
gobernante, voces que se referencian con el Instituto Patria.
El runrún sobre la
figura de Guzmán existe desde el mismo momento que asumió, o desde antes. Pero
no pasó nada desapercibida en Hacienda que la versión sobre el desembarco de
Redrado –que está en EEUU y desmiente a quien lo llame cualquier tipo de
presencia en un gabinete futuro– haya sido mencionada en público por Ricardo
Arriazu en un reciente evento de S&C Inversiones. Arriazu es uno de
los economistas más respetados por sus pares y una de las voces que escucha
primero el establishment.
El presidente
argentino, Alberto Fernández, posa junto a la directora gerente del Fondo
Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva
“A Martín ya lo
sacaron mil veces. Luego de los bonistas, cuando habla Cristina, en medio de la
pandemia. En este momento está muy consolidada la relación con Alberto. Ni
se entera ni le importan los rumores”, juran en el quinto piso de Hacienda.
Allí también juran que Alberto Fernández “lo banca”, aunque algunos
también habrían escuchado al mandatario con cierto tono cansino cuando se
refiere en la intimidad al ministro. Más rumores.
El FMI
“Cada dólar que
tengamos que pagarle al Fondo, va a ser un dólar menos para pagar importaciones
para que las pymes produzcan”, aseguró Cristina Kirchner el jueves en
el cierre de campaña. “Estamos cerca”, dijo Fernández unas pocas
horas antes sobre la negociación con el FMI.
En menos de 10 días
la Argentina le deberá pagar al FMI casi USD 1.900 millones, una de las dos
cuotas que se tienen que desembolsar este año del préstamo que tomó Mauricio
Macri y que Guzmán busca renegociar con el organismo. Todo indica que
se saldará con parte de los USD 4.300 millones que entraron al Banco Central
luego de la emisión extraordinaria del propio Fondo por la epidemia. Eso creen
en Economía y buena parte del Gobierno. ¿Se pagará, finalmente? Si bien fue en
medio de encendidos discursos de campaña, la duda quedó instalada otra vez a
pesar de guiños previos a favor del pago. Es una de las urgencias que
tiene que resolver Guzmán con las PASO ya en el recuerdo. No es la única, y
mucho menos luego del resultado adverso de ayer.
Además, cuando
llegue el momento de pagar, el presidente Fernández –y el ministro– podrían
estar en EEUU. En la agenda presidencial hay dos potenciales viajes, que se
definirán luego de analizar el mal resultado electoral y que están signados por
los interrogantes que plantea la pandemia con respecto a los viajes. Hoy es más
fácil que nunca invocar cuestiones sanitarias y asistir por videollamada, o no
participar. Uno de los eventos es la cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en México, el sábado próximo. El otro, la
semana siguiente, la asamblea general de la ONU, en Nueva York. “Si va México,
va a EEUU”, aseguran en la Rosada. ¿Podría Argentina tomar la decisión de
caer en default con el Presidente y el ministro de Economía en el exterior o
apenas llegado al país? Parece un escenario improbable, aunque la campaña sumó
un nuevo signo de interrogación. Si el viaje existe, por otra parte, podría
haber contactos y reuniones con el FMI sobre la renegociación central, la que
importa y genera idas y vueltas en el Gobierno.
“En la brecha cambiaria se juega el partido de
los últimos meses y el resultado electoral no va a aliviar ese contexto. Hay
muchos pesos y pocos dólares. El Gobierno está vendiendo mucho humo y el
acuerdo con el Fondo no está cerca porque no hay metas claras. Con el
presupuesto y la meta fiscal no alcanza. Cada vez que hay problemas con el
dólar dicen que el acuerdo está cerca”, asegura un experimentado economista que
pidió off the record.
Con respecto a la
negociación de fondo con el FMI, no hay viaje confirmado a Washington, al menos
por el momento. Claro, el resultado de ayer podría acelerar todo como
parte de un golpe de efecto, de una estrategia electoral con miras a las
elecciones de noviembre. Sí continúan las reuniones técnicas, de las que
el ministro participa a veces. En ese contexto, Guzmán insiste con su postura y
sus dos líneas de negociación: eliminar las sobretasas de los préstamos –para
evitar pagar más de USD 1.000 millones por año– y conseguir la “cláusula
salto”.
Como adelantó
Infobae a mediados de junio, el ministro volvió de la reunión del
G20 de Venecia entusiasmado porque el FMI trabaja en un fondo de resiliencia
con un nuevo esquema de créditos sostenibles, que se sumarían a los actuales
préstamos stand by y de facilidades extendidas. Guzmán insiste
con que en el próximo préstamo exista una cláusula “acople” que les permita,
una vez que quede definido, saltar al nuevo esquema, más beneficioso –en
plazos, monto e intereses– que el crédito de facilidades extendidas que el
ministro cerraría ya mismo si pudiera.
“Se avanzó con la
cláusula y el Fondo aceptaría... pero falta”, aseguran en Hacienda, y no dan
más detalles. Esa concesión podría ser una forma en la que el organismo acepte
errores propios, algo que reclama el ala más dura del kirchnerismo, con la
vicepresidente a la cabeza. Cristina Kirchner quiere un reconocimiento más
amplio y claro de mala praxis en el préstamo que le dieron a Macri. ¿Le
alcanzará esa promesa tan a largo plazo plasmada en el próximo acuerdo?
Guzmán en modo
campaña, en Mendoza, días atrás
Mientras cierra los
números del presupuesto, Guzmán promete lo de siempre: prudencia y foco en la
gestión. Serán claves muchos de los datos allí impresos: crecimiento, dólar,
inflación y qué proyecta el ministro en materia de tarifas y subsidios.
Allí se verá el
real impacto de la pelea con Federico Basualdo, el funcionario de segunda
línea que intentó echar sin éxito y que lo puso al borde de la salida. “Estamos
todos de acuerdo en este punto en la importancia de la segmentación. Estamos
ahora en una aceleración del proceso, todos actuamos con fuerza sobre la base
de convicciones y hay veces que se actúa de una forma que tiene más impacto que
otra. Lo que importan son los resultados”, reconoció Guzmán el jueves pasado en
una entrevista en A24 con Maximiliano Montenegro.
“No tenemos una agenda para después de las
PASO, no existe. Acá la cosa arrancó en diciembre de 2019, se dieron los pasos
que había que dar. Vino la pandemia, se trabajó mucho con eso y se siguió
negociando la deuda. Al 95% de las pymes y a las economías regionales se les
bajaron los impuestos. Martín está perfecto, como si recién hubiera arrancado”,
afirman en el entorno del ministro.
A Guzmán se lo nota
cómodo en un rol “político” que surgió incluso antes de la campaña. Con todo, y
si bien hubo varias fotos en actos en el interior –varias con postura “rockstar”,
como definieron desde otro ministerio– prefiere mostrarse “haciendo”, como
dicen cerca suyo. “Quiere culminar lo que comenzó. Nada que termine antes de lo
que corresponde y después, si todo sale más o menos bien, ver algún horizonte
político. Trabaja en su imagen: le está sacando punta a un lápiz que dibuja un
perfil político”, asegura, poético, alguien que lo conoce bien. Al menos
era así hasta ayer a la noche cuando el resultado electoral cayó como una bomba
en el centro del oficialismo.
Como sea, antes habrá
que afinar otro lápiz, el de los números que más duelen. La Argentina de
la mitad de la población pobre, la inflación cercana al 50% anual, el dólar
como eterno protagonista y una economía en llamas luego de las cuarentenas y
con las dudas que generarán el resultado de ayer, delimitan el camino. De
Guzmán o de quien venga después.
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