Por Juan Gasalla - Esta una
de las variables que más alertas despierta tanto en el sector privado como en
el público, porque impacta en las capacidades de financiamiento de un
país.
Se
trata de un índice que elabora el banco JP Morgan y que funciona como
un punto de referencia a la hora de medir el rendimiento total de los bonos
gubernamentales internacionales emitidos por países emergentes.
Usando
el EMBI o Emerging Bonds Market Index, tal el nombre
oficial del indicador, los operadores e inversores globales tienen
una referencia a partir de la cual exigir cierto nivel de
retorno a los bonos soberanos que se emiten en moneda extranjera, normalmente
en dólares o euros.
Parte
de medir la brecha de rendimientos de los bonos del Tesoro de los EEUU
-considerado un activo financiero seguro por la capacidad de pago de su emisor-
respecto de bonos similares de países emergentes. En el caso de la Argentina, con 1.822 puntos básicos, implica un
diferencial de más 18% respecto del Treasury a 10 años, con
una tasa de 1,645 anual.
Quiere
decir que si hoy el gobierno argentino intentara colocar un bono a diez
años debería convalidar una tasa de 19,9% anual en dólares para
encontrar alguna demanda en el mercado.
El
riesgo país de Argentina es hoy el más alto desde el 10 de septiembre de 2020,
cuando el país reestructuró su deuda con acreedores privados. Y es similar
a los 1.824 puntos del 2 de enero de 2020, cuando recién asumía la presidencia
Alberto Fernández, aún antes del canje.
¿A
qué obedece el reciente salto del riesgo país? Básicamente,
al desplome de las cotizaciones de los bonos Globales -en dólares con
ley extranjera- emitidos con el canje y que son los que se operan en el
exterior. En la renta fija, la tasa interna de retorno del bono evoluciona en
sentido inverso a los precios, por eso, a cotizaciones más bajas, es más
alta la tasa y, por ende, el riesgo país.
Los
expertos de Portfolio Personal Inversiones identifican cuatro
motivos detrás de la caída de los bonos soberanos: “los ruidos en lo
monetario, la brecha en niveles insostenibles (esta semana superó el
115%) y un BCRA escaso de divisas”, a lo que se suma “un clima
emergente muy volátil“.
1)
Ruidos en lo monetario. La continuidad del déficit fiscal anticipa más
emisión de pesos. En octubre, con el “plan platita” en marcha y en
plena campaña electoral, el Sector Público Nacional registró en octubre un
déficit primario de $209.169 millones y un déficit financiero de $277.094
millones. Esto llevó a que el Banco Central efectuara giros al Tesoro por
$335.000 millones en octubre -más del 10% de la Base Monetaria-. Hacia fin
de año es de prever que continuará este frágil estatus de las cuentas públicas.
2)
Brecha en niveles insostenibles. Una brecha cambiaria tan alta, por
encima del 100% entre el tipo de cambio oficial y los dólares implícitos
en operaciones financieras -precios de los bonos incluidos- tiene escasos
antecedentes en la historia económica de la Argentina. Y nunca se mantuvo
tan alta por tanto tiempo como en el presente -ya en octubre de 2020 había
superado ese umbral-. A entender de los operadores -y en base a la experiencia
de crisis anteriores- esta brecha se “resuelve” por las buenas o las malas, a
través de una brusca devaluación, hoy reprimida por un férreo control de
capitales.
3)
BCRA escaso de divisas. Las reservas brutas del Central superan los USD
42.000 millones, pero al descontar préstamos, el “swap” de monedas con China,
depósitos privados y los Derechos Especiales de Giro del FMI, quedan en
un saldo neto de unos USD 5.000 millones, que se reducen a unos USD 1.000 millones
sin contar el oro. La escasez de dólares líquidos en reservas frente a
los abultados vencimientos de la deuda abona la idea de serias
dificultades para honrar los pagos de deuda en el futuro próximo.
4)
Clima emergente volátil. La devaluación de la lira turca (-17% en
noviembre) y la evolución negativa en los últimos seis meses de las acciones y
el real brasileños (-18% y -10%, respectivamente) colocan a los bonos
argentinos dentro de un entorno de debilidad financiera emergente, en la
consideración de los fondos de inversión, lo que se llama “aversión al riesgo”.
Portfolio
Personal refirió que “a los temas propios se sumó estas últimas ruedas un clima
emergente muy volátil con el EMBI superando los 380 puntos. Argentina dentro de
este grupo es un caso aparte con un riesgo país que ya supera los 1.800 puntos
(máximos post reestructuración) dejando un spread con respecto
a LATAM por encima de los 1.400 puntos”.
Los bonos
Globales cayeron el miércoles por séptima sesión consecutiva y registraron
nuevos mínimos históricos desde su salida al mercado hace más de 14
meses. Acumulan bajas de hasta 4,6% solo en esta semana y los analistas
proyectan una pérdida mensual en un rango de 4,4 y 5,9 por ciento.
“En este marco, el precio promedio de los
Globales rompió con el piso de USD 32 e incluso ya supera los niveles
mínimos del 10 de marzo (USD 31,98). Así, marcó un nuevo mínimo post
restructuración en USD 31,95″, indicó Portfolio Personal. “En tanto,
la tasa promedio ponderada se ubica en niveles máximos desde que los
títulos debutaron en septiembre del año pasado y se encuentra a solo un paso
de superar el umbral del 20%”, añadió el informe.
Los
analistas concluyeron que “la performance de la deuda argentina en las ruedas
post electorales dejó en claro que no alcanza con la sola expectativa de
que el ‘plan plurianual’ que se enviará al Congreso en diciembre nos
acerque a un acuerdo con el FMI. Hasta ahora, el silencio de la
Vicepresidente (Cristina Kirchner) y las declaraciones más moderadas dentro de
su entorno deberían ser un punto positivo”.
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