El Gobierno ingresa en la
etapa final de negociación con el Fondo Monetario antes de enviarlo a debate al
Congreso
Las
señales de agotamiento de las reservas internacionales del Banco Central,
reflejadas en medidas como la prohibición a las tarjetas de crédito de
financiar el pago en cuotas de pasajes y servicios turísticos en el exterior y
la obligación de que los bancos le vendan sus tenencias propias de moneda
extranjera, gatillan preguntas sobre qué “salida ordenada” del actual
esquema cambiario podría intentar el equipo económico, si es que antes el
mercado no le impone una devaluación desordenada.
Descartada
la posibilidad de que el ministro Martín Guzmán intente un “salto
discreto” y por única vez del dólar, muchos analistas apuestan a una
aceleración del ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial, de forma de ir
“cerrando la brecha”, desde abajo, medida que tendría como contraindicación una
probable aceleración de la tasa de inflación, ya en niveles muy altos.
Los
tiempos, en cualquier caso, fuerzan una salida. Cepo mediante, el Gobierno
podría atender en diciembre los USD 1.892 millones de un vencimiento de capital
con el FMI con el remanente de los DEGs (Derechos Especiales de Giro) que el
propio Fondo envió en agosto pasado. Pero un informe de la consultora
Equilibra señaló que esos recursos se agotarán en enero y en febrero-marzo hay
que afrontar pagos de USD 3.245 millones al FMI, USD 670 millones a otros entes
multilaterales y USD 2.000 millones de una cuota postergada al Club de
París. Esto es, USD 5.915 millones para los que habría que recurrir a las
reservas del BCRA. Aunque para entonces la entidad aumente reservas, no
alcanzaria, porque en términos netos hoy apenas superan los USD 4.000
millones y algunos sospechan que son incluso negativas si se descuentan
activos poco líquidos como las reservas de oro.
La
resolución del problema de la brecha cambiaria en un contexto de reservas cada
vez más escasas también aparece en la mesa de negociación con el Fondo
Monetario Internacional. Y en ese punto se abren distintas alternativas para
que el próximo programa financiero que firme el país con el organismo contenga
algún consenso sobre qué tipo de medidas tomar.
Un
informe de la consultora PxQ, que dirige el ex viceministro de Economía del
último gobierno de Cristina Kirchner, Emmanuel Álvarez Agis, recopiló
distintos trabajos realizados por el Fondo Monetario para conocer qué postura
expresó en los últimos años el staff técnico del organismo sobre cómo debería
ser una política cambiaria, lo que podría preanunciar qué salida negocian
el Poder Ejecutivo y el FMI en estas últimas semanas antes de que se inicie el
debate legislativo.
“En
el informe técnico que el FMI publicó sobre la economía argentina en febrero de
2016 (basado en información hasta abril de 2015) se señalaba que la apreciación
del tipo de cambio con respecto a su nivel de equilibrio era cercana a 40 por
ciento. Este equilibrio estaba calculado en función de los fundamentals de
mediano plazo. En ese documento se recomendaba la unificación del mercado
cambiario combinada con un programa económico para corregir los desequilibrios
macroeconómicos y las inconsistencias de política. Sin dicho programa la
unificación del mercado cambiario llevaría, según el FMI, a un overshooting (sobrereacción)
de tipo de cambio, salida de capitales y una potencial crisis de balanza de
pagos”, citó PxQ.
Más
adelante, cuando el Gobierno había recompuesto la relación con el organismo
aunque aún no contaba con un programa financiero, que fue firmado en primera
instancia en junio de 2018, el FMI publicó dos informes del Artículo IV de
revisión anual en diciembre de 2016 y de 2017. En cada caso, el Fondo consideró
que existía un atraso cambiario, pero que “la solución de tal
desequilibrio no iba a tener lugar por la vía de una devaluación sino de una
mejora en los fundamentals” de la economía.
La
última vez que el organismo hizo referencia a la situación cambiaria argentina
fue en un informe hecho público en julio de este año. Todos los años el FMI
publica su Reporte del Sector Externo en el que analiza el frente externo y da
recomendaciones en función del diagnóstico que se haga de cuenta corriente y
tipo de cambio real.
En
la última versión, “se señala que la brecha del tipo de cambio real efectivo
está entre - 2,5% (depreciado) y 12,5% (apreciado), siendo el punto
intermedio 5% de apreciación. Es decir que después que en 2019 y 2020
señalaban que el tipo de cambio real efectivo estaba depreciado con respecto al
nivel de equilibrio, ahora estaría apreciado nuevamente según los estándares
del FMI”, explicó PxQ.
El cierre de la brecha
cambiaria forma parte de las negociaciones entre el Fondo Monetario y el
Gobierno nacional
De
esa manera, la consultora fundada por Álvarez Agis concluyó que considerando
los últimos 6 años de análisis del FMI acerca del sector externo argentino hay
tres ejes que se desprenden. Por un lado, que el FMI considera que las
medidas de control de capitales “son necesarias en el corto plazo para
evitar salida de capitales, pero que tienen que ser eliminadas de forma gradual
una vez que se logre estabilizar la economía”.
Por
otro, que la evaluación de tipo de cambio real de equilibrio “no es
necesariamente un factor que determine las recomendaciones de política
económica, esto queda en evidencia tras las conclusiones del Artículo IV en
2016 y 2017″. Y en tercer lugar, que “la política suele ser un factor
determinante para las recomendaciones del FMI, por encima de lo que diga
el staff técnico. Esto queda demostrado en las consideraciones que tuvo el
organismo en 2017 y 2018″.
PxQ
consideró, en ese sentido, que “es posible pensar que el programa con el FMI
podría no implicar un salto brusco del tipo de cambio y en cambio
modificar la política cambiaria para tener un crawling-peg por
encima de la inflación”. El crawling-peg es la velocidad en la
que el Banco Central administra al depreciación del tipo de cambio mayorista,
que este año estuvo por debajo del ritmo de inflación.
En
ese marco, las obligaciones financieras del Tesoro en los próximos
meses pondrán aún más presión sobre las reservas del Banco Central. Las
demandas sobre las reservas internacionales de la autoridad monetaria incluirán
las propias del mercado (atesoramiento, importaciones, gastos en el exterior,
todos ya restringidos) y vencimientos de deuda por hasta USD 7.600 millones, a
lo que es necesario sumar unos USD 2.900 millones de demanda como ahorro,
importaciones, gastos en el exterior.
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