Por Claudio
Zlotnik - El diputado electo Leandro Santoro (Frente de Todos, CABA) enfatiza: "Cristina y Alberto quieren el acuerdo con el
Fondo Monetario. En este punto no hay ninguna discusión". Santoro asegura que habla
directamente con uno y con otro. Es uno de los pocos dirigentes que tiene
diálogo directo con los Fernández.
Después
de la nueva carta pública de la vicepresidenta, durante el fin de
semana, el "mercado" volvió a medir la distancia entre el (necesario)
acuerdo con el FMI y la realidad. Los tiempos se acortan, los vencimientos con
el organismo apuran una decisión, y está claro que esa indefinición le está
costando reservas al Banco Central.
La
incertidumbre es tan grande que cualquier versión altera el
panorama. El fin de semana, una cadena de whatsapp advirtió sobre un
posible "corralito encubierto" -después de una medida tomada por el
Banco Central dirigida exclusivamente a los bancos- y obligó al BCRA a una
desmentida oficial.
De
hecho, el mercado de bonos y acciones -y también el cambiario- operaron sin
ningún tipo de inconvenientes. Pero es indesmentible que frente a un panorama
incierto en lo económico y financiero, cualquier movida puede transformar la
corrida cambiaria en una corrida bancaria.
Eso
sí: en los bancos hubo máxima alerta. En algunos líderes ayer lunes se fueron hasta cuatro
veces más de depósitos que en las jornadas previas.
En
la primera jornada de la semana, el BCRA debió vender u$s70 millones para
asistir a un mercado demandante de divisas. En total, las reservas cayeron en
u$s100 millones.
No
hay mucho espacio para seguir alargando el acuerdo con el Fondo, que podría
estabilizar las expectativas.
En
las últimas jornadas, el Gobierno tomó medidas
para acercar posiciones. Aunque desde el equipo económico advierten
que aún queda por acordar la manera en que se llegaría a un déficit fiscal
cercano al 3,3%, el próximo año.
El
dato objetivo es que el Gobierno viene tomando decisiones que lo acercan al
Fondo. Básicamente porque todas esas medidas sirven para cuidar las
debilitadas reservas.
La
primera fue la suspensión de las intervenciones en el mercado alternativo del
dólar: MEP y Contado con liqui.
Luego
de utilizar más de u$s2.600 millones para sostener la brecha, el Banco Central
se retiró de ese mercado apenas pasaron las elecciones. La liberación del MEP y
del CCL ubicaron las cotizaciones más cerca de los $200 por dólar.
La
pregunta, en todo caso, fue por qué no se tomó esa medida con anterioridad, a
sabiendas de que la brecha (entre el oficial y los dólares alternativos) no
podía contenerse.
La
segunda medida se decidió antes del fin de semana. El Gobierno bloqueó la
posibilidad de pagar en cuotas los gastos
en turismo en el extranjero. Otra vez: ¿cuál era la racionalidad de
mantener las 12 cuotas sin interés para
comprar pasajes a Miami y otros destinos, tal como venía promocionando la
aerolínea de bandera, cuando faltan dólares en el BCRA?
El
mes pasado, hubo pagos por u$s265 millones en este concepto, de acuerdo a datos
oficiales, lo que demuestra un crecimiento del 85% en relación con octubre de
2020 (en un contexto de pandemia).
Se
trataría de números manejables si no fuera por la fragilidad de las
reservas del BCRA. Así se entiende que el FMI condicione un acuerdo a que el
Gobierno cierre todos los agujeros por los que se le van los billetes
verdes.
Hubo
otra noticia que está en línea con el FMI. En lo que va del mes, la asistencia
del Banco Central al Tesoro sólo incluyó $50.000 millones. Muy por debajo
de lo sucedido en las tres primeras semanas de los meses anteriores.
Sin
embargo, habrá que esperar a lo que suceda en las próximas horas. Es típico que
a último minuto del mes cambie el panorama. Pero el registro no deja de ser
llamativo.
Sin
el acuerdo con el Fondo Monetario, esa tendencia se agravará. No sólo hay que
mirar la demanda. También la oferta, por parte de los exportadores, que también
tomaron nota y tratarán de retener la próxima cosecha "fina" si las
cosas se ponen pesadas.
"O
llegamos con las reservas a la cosecha de abril o al acuerdo con el Fondo,
o ajústense el cinturón, porque el avión se va mover", graficó el
economista Martín Redrado para dar cuenta de la compleja situación.
Las
flojas expectativas no sólo impactan sobre el mercado cambiario. Las tensiones
incluyen a los demás precios de la economía.
Algo
de esto se vio antes del fin de semana largo: los precios de los alimentos
vuelven a escalar por encima del índice general, más allá de que existe una
canasta de productos a precios congelados hasta enero.
Como
ya publicó iProfesional, las principales fábricas de alimentos
anunciaron subas de precios de entre 9% y 16% en productos alimenticios
de la canasta básica, que no están alcanzados por los últimos acuerdos de
precios "congelados".
De
acuerdo al último relevamiento de la consultora LCG -una de las que toman el
pulso de los precios- indicó que hubo una aceleración de la inflación durante
la última semana.
En
promedio, la suba semanal fue del 1,8%, lo que marca un alza de un punto
respecto de la semana previa, que había sido del 0,8%.
Se
trata de la mayor suba semanal en el último año. Nada menos.
En las últimas cuatro
semanas, la suba fue del 3,7%, lo que también marca una fuerte aceleración en
la inflación de los alimentos. LCG monitorea la evolución de los precios de
8.000 artículos alimenticios en supermercados.
La
dinámica inflacionaria aparece como la luz roja más visible en materia económica,
además de la incertidumbre cambiaria ante la pérdida de reservas y la falta de
definiciones con el Fondo Monetario.
Ni
siquiera el freno al dólar ni el congelamiento de las tarifas lograron enfriar
la situación. Y lo peor es que se mantiene la incertidumbre cambiaria y la
brecha de 100%, que -justamente- le sacan referencias a los precios y mantienen
las dudas sobre el futuro cercano.
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