"El
acuerdo con el FMI no estará antes de fin de año porque se tiene que armar un
programa con objetivos a tres años, aunque no en detalle para 2023-24. Debe
armarse la carta de intención y memorando de políticas, y además tener un
entendimiento de apoyo interno"
Por
Daniel Sticco - La economía perdió otros dos años para salir de la inercia de
recesión y alta inflación que arrastraba desde la segunda mitad de 2018, cuyo
costo más palpable y doloroso es el aumento de la pobreza y el recurrente atraso respecto de la mayor parte de los países,
tanto vecinos, como más aún de los altamente desarrollados que se han
transformado en el principal destino de jóvenes desesperanzados para echar
raíces en su país.
Claramente, la
irrupción de la crisis sanitaria a pocos meses del inicio del gobierno del
Frente de Todos se constituyó en un severo contrapeso para cambiar el
escenario. Pero eso no sólo explica el citado retraso en la participación
la Argentina en el PBI y comercio mundial, cuyo principal origen radica en
la decisión temprana de no diseñar un plan económico consistente con
políticas pro inversión y empleo, y de rápida negociación de la deuda con acreedores privados -demoró casi un año, y resultó un rotundo fracaso-
y aún inconcluso con el Fondo Monetario Internacional, al cumplir el segundo
año de presidencia.
Ahora,
a través del intento de una acelerada negociación con el organismo de crédito
internacional y la búsqueda de aprobación del nuevo Presupuesto 2022 con metas plurianuales por
parte de un Congreso renovado con mayor representatividad de coaliciones de la
oposición, se buscará “hacer en 2 años lo que estaba previsto en 4 años”.
Claudio
Loser, economista argentino, ex director del FMI para el hemisferio
occidental, habló con Infobae desde su oficina en Washington
manifestó su “expectativa de alcanzar un acuerdo con el Fondo que ayude a
reestructurar la deuda, pero no antes de fin de año porque se tiene que armar
un programa con objetivos a tres años, aunque no en detalle para 2023-24. Debe
armarse la carta de intención y memorando de políticas, y además tener un
entendimiento de apoyo interno”. Aún así, no sería suficiente para recuperar la
confianza de los agentes económicos. Detalló sus motivos.
Fuente:
Claudio Loser
— ¿Qué
expectativas tiene del acuerdo que busca el Gobierno con el Fondo Monetario
para descomprimir los vencimientos de deuda de 2022 y 2023?
—
Mi expectativa es que se llegará a un acuerdo de programa que ayude a
restructurar la deuda con el FMI. No creo que queden las cosas completadas
antes de fin de año, porque se tiene que armar un programa con objetivos a tres
años, aunque no en detalle para 2023-24. Debe armarse la carta de intención y
memorando de políticas, y además tener un entendimiento de apoyo interno.
— El
resultado de las finanzas públicas muestra notables progresos respecto del
último año y también incluso de la herencia recibida ¿cuánto se puede atribuir
a la mano del ministro Martín Guzmán, y cuanto al “viento de cola” de los
precios internacionales y de los nuevos impuestos?
—
En realidad, esos números son positivos y ayudaran en la negociación. El ajuste
fiscal es lamentablemente resultado de la inflación que dejó atrás a los
salarios y pensiones, pero tiene que ver también con la reactivación y el
viento favorable de los precios internacionales de las materias primas que exporta
la Argentina. Pero ese efecto ya se acaba para el 2022 cuando la reactivación
va a desacelerarse y los precios pueden dejar de subir internacionalmente. Por
otra parte, los números seguramente se han arruinado en los últimos meses
debido al gasto pre eleccionario y eso hace el trabajo difícil.
"El
viento favorable de los precios internacionales de las materias primas que
exporta la Argentina. Pero ese efecto ya se acaba para el 2022" (Reuters)
— Según
las facturas de servicios públicos, como el caso de la energía eléctrica, los
subsidios al consumo residencial están en un rango que superan en una vez y
media lo que paga el consumidor, la cual casi la mitad corresponde a impuestos.
¿Es una buena idea segmentar los aumentos?
—
El subsidio energético es un gasto que lo pagan todos los argentinos a través
de la inflación. Su corrección -no necesariamente a través de ajustes inmediatos fuertes,
sino escalonados- tiene que ocurrir. Quizás pueda hacerse una
corrección menor para aquellos con consumos más bajos, pero debe hacerse de
forma administrativamente sencillas y que no de lugar a trampas y acciones
corruptas. Lo mejor sería subir las tarifas publicas y dar un subsidio
monetario a los más pobres- algo que el FMI apoyará.
— ¿Cree
que volverá el debate sobre gradualismo o shock? ¿Qué efectos tendrá sobre la
calidad de los servicios?
—
Lo más probable es que haya un proceso de ajuste gradual pero no muy lento.
Alternativamente, se puede realizar un ajuste inmediato, pero con tarifas
iniciales diferenciales de acuerdo al nivel de consumo.
— La
actividad económica comenzó a mostrar un índice general con niveles
modestamente superiores a los de prepandemia, pero aún no se manifiesta en el
empleo, en particular en la franja de los asalariados registrados ¿A qué se
puede atribuir?
—
Tal como en otros lugares del mundo, el empleo formal crece despacio. Es probable que, debido a ciertos
incentivos o subsidios existentes los trabajadores dicen no trabajar y trabajan
en negro, pero eso es algo que debe estudiarse. A su vez, si los asalariados
registrados fueron despedidos y se les pagó la compensación correspondiente,
los empleadores o no quieren contratar de nuevo, o en el caso de las pyme lo
hacen “en la informalidad”.
"Es
probable que, debido a ciertos incentivos o subsidios existentes los
trabajadores dicen no trabajar y trabajan en negro" (Reuters)
— ¿Por
qué pese a la mejora de los indicadores de actividad interna, del comercio
exterior e incluso de las finanzas públicas hasta octubre, en los últimos meses
subió la desconfianza que se manifiesta en el salto del índice de riesgo país,
la caída de reservas del BCRA y la firmeza de la brecha cambiaria por arriba
del 100 por ciento?
—
La principal razón de la desconfianza es que se tiene miedo respecto del gasto
público en los últimos meses; que no se tiene confianza en que se llegue a un
arreglo; y que el cepo sigue apretándose. También se teme que en pocos
años la Argentina reincida en no pagar a los bonistas, y que no cumplan con el
programa de ajuste más allá de lo que el FMI cubre, por lo menos en cuanto a
las obligaciones más importantes de 2022 y 2023.
programa
con el FMI, que tenga políticas fiscales y monetarias claras y una trayectoria
cambiaria mejor- quizás con dos tipos de cambio pero que el comercial se ajusta
fuerte- puede mejorar la percepción.
Las
finanzas del Banco Central
— ¿En
qué nivel están las reservas líquidas propias del BCRA y qué representan?
—
Solo puedo decir que están muy bajas y que muchos activos del Banco Central son
ilíquidos.
— ¿Es
bueno que un presidente del Banco Central hable sobre la “racionalidad” de la
cotización de los dólares alternativos al discrecional fijado diariamente por
la entidad?
—
El Banco Central no tiene credibilidad hoy en cuanto a tipos de cambio, ya que
es copartícipe de las políticas macroeconómicas equivocadas, o no bien fundadas
en la realidad. Pero es usual que un banquero central haga declaraciones de
este tipo, pero que tendrán efectos contrarios a los deseados.
— ¿Qué
escenario ve como más probable para 2022 en actividad, empleo y pobreza?
—
Si hay un plan creíble, puede haber desaceleración al principio, pero con
recuperación rápida. No me atrevo a estimar cual será el crecimiento en forma
exacta, pero estaría en un rango de 2% a 2,5%, ya que el efecto recuperación
del 2020 termina y la inversión y capacidad instalada no crecerían hasta tanto
no haya indicaciones de seriedad en la política económica. De todos
modos, con este crecimiento se puede esperar un aumento de empleo y una
reducción gradual en la pobreza, ayudado por planes sociales más eficientes.
— ¿Cuánto
estará afectado por la acumulación de desequilibrios socioeconómicos en los
últimos dos años, más allá del efecto de la irrupción de la pandemia?
—
La Argentina está acumulando estos problemas desde hace más de una década, al
hacerse evidentes los problemas estructurales y malas políticas de crecimiento
después que cayeron los términos de intercambio. Si no se mejora la
rentabilidad de las exportaciones, no se flexibiliza el mercado laboral y no se
abre la economía a la competencia, no se solucionarán los problemas
socioeconómicos.
"El efecto
recuperación del 2020 termina y la inversión y capacidad instalada no crecerían
hasta tanto no haya indicaciones de seriedad en la política económica"
(EFE)
— ¿Y
el cambio del escenario internacional, por la preocupación de EEUU de revertir
la aceleración de la inflación?
—
Ya los mercados han reflejado que se espera que suban las tasas de interés y
que eso desacelere el crecimiento global. Puede esto afectar los precios
internacionales de las materias primas, pero el principal problema argentino es
el de políticas económicas débiles, y excesivo endeudamiento, y no de
condiciones internacionales adversas.
— ¿Qué
espera del nuevo Congreso, con mayor representatividad de la oposición y la
llegada de varios economistas de peso, como Ricardo López Murphy, José Luis
Espert y Javier Milei?
— Si
la oposición, aunque dividida, pone presión, el Gobierno tendrá que mejorar sus
políticas, y no aceptar un programa con el FMI de palabra y que después no
intente cumplir. Pero temo que las peleas entre oficialismo y oposición, ya más
fuerte, sean un obstáculo a esa visión, y la economía se mantenga rezagada
respecto de sus vecinos.
— ¿Una
reflexión final?
—
La Argentina se ha empobrecido, pero no hay simpatía global con un país que ha manejado las cosas mal por
muchos años y con diferentes gobiernos. Después de todo, hubo
11 programas con el FMI desde 1983, el mayor número entre los países
latinoamericanos en esa época. Solamente no hubo programa cuando los
precios internacionales de las exportaciones explotaron entre 2003 y 2012 y
después se usaron las reservas acumuladas -el equivalente de endeudarse-.
Aunque con errores, la comunidad de países del FMI, más de 190 si no me
equivoco- no está dispuesta a que sus ciudadanos paguen con sus impuestos por
la mala gestión económica de la Argentina, que va más allá de posiciones
políticas e ideológicas, y que parece endémica.
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