Si
las entidades rurales se habían ilusionado algo con mejorar la relación con el
gobierno de Alberto Fernández tras los anuncios de una mayor apertura
exportadora para la carne vacuna, la sensación comenzó a disolverse el viernes,
cuando se conoció una nueva intervención en los mercados, con la fijación de
límites explícitos para la exportación de trigo y maíz.
Este
domingo se sumaron dos nuevos baldazos de agua fría cuando se conoció la
voluntad del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, de crear dos
nuevos mecanismos temidos por el campo: un Instituto de Tierras y un
Fideicomiso para compensar a los productores de harina y pollos (esto es, a los sectores molinero y avícola).
En
las últimas horas, Domínguez participó primero de un acto en la Universidad de
La Plata, en el que convocó a “planificar un nuevo ordenamiento territorial que
defina el modelo de desarrollo agrobioindustrial de nuestro país, como también
lo ha planteado nuestro Presidente Alberto Fernández”. De ese modo, hizo
referencia a los continuos llamamientos del presidente a crear un banco de
tierras fiscales para radicar allí a nuevas familias de pequeños productores.
En
junio pasado, luego de que presidente dijo “no tiene sentido tener tierras
improductivas cuando alguien está necesitando un terreno, y no tiene sentido
guardarlo para que el día que se muera, un hijo lo herede”, se produjeron tomas de tierra en diferentes localidades,
como el caso de Reconquista, en el norte santafecino.
Una
de las tomas en los días posteriores al comentario del presidente sobre las
"tierras improductivas"
El
titular de Agricultura lo denominó “Instituto de la Tierra”. A muchos
dirigentes rurales se les erizó la piel pensando en la “reforma agraria” que
proponen dirigentes sociales como Juan Grabois y en las contantes usurpaciones
de campos y ataques protagonizados por los pueblos originarios, en especial los
mapuches en el sur del país. Si bien el funcionario no brindó mayores
precisiones, consideró que “la cuestión de la tierra va a ser central en los
próximos años” y remarcó que “también tenemos estudiar el mejor aprovechamiento
del agua y una mejor distribución territorial para el desarrollo de nuestro
país”.
“Argentina
está llamado a ser durante los próximos 30 a 40 años uno de los grandes
proveedores de alimentos y proteínas animales que el mundo demanda y que
Argentina tiene capacidad para producir, generar valor agregado,
industrializar. Este es el desafío que tenemos”, suavizó un poco su iniciativa
el titular de la cartera agropecuaria, para la que dijo querer aportarse
en las universidades nacionales y en el sector científico tecnológico.
Compensaciones
Pero
si esta propuesta para crear el Instituto de la Tierra había sonado preocupante
para los dirigentes de la Mesa de Enlace, todo el acercamiento terminó por
dinamitarse luego de la filtración de un documento de trabajo del Ministerio
de Agricultura, que propone –con lujo de detalles- la creación de un “Fondo
Anticíclico Agropecuario” para compensar con dinero a las empresas molineras y
avícolas por el impacto que en su estructura de costos tienen el trigo o el
maíz. Los cereales han sufrido fuertes subas de precios en el mercado
internacional, y por eso el secretario de Comercio Interior, Roberto
Feletti, había hablado semanas atrás de subir las retenciones que tributan
ambos cereales (actualmente del 12%) o de crear un fideicomiso donde
exportadores subsidien al consumo interno.
El
Gobierno impulsa medidas para compensar la suba del precio internacional del
maíz.
La
iniciativa que proyectaron en el Ministerio de Agricultura parece querer ir en
ese sentido, ya que persigue crear un fideicomiso que permita, con aportes de
los exportadores de cereales que seguramente serán descontados del precio al
productor, compensar a molinos y avícolas por la suba de los precios
internacionales del trigo y el maíz. ¿Para qué? Para que los altos precios
de esos granos no impacten luego en la provisión al mercado interno de ciertos
alimentos básicos.
Concretamente
el borrador elaborado en el área de la Subsecretaría de Agricultura, que
maneja Delfo Buchaillot (un hombre vinculado al grupo AGD del empresario
Roberto Urquía), propone subsidiar el trigo necesario para elaborar las
bolsas de 25 kilos de la harina de trigo triple cero, los paquetes de 1 kilo de
ese mismo alimento, y los fideos secos en paquetes de 500 gramos. También
la iniciativa quiere compensar el maíz necesario para producir el pollo
entero refrigerado o congelado con o sin vísceras que se vende para consumo
interno. Peor no incluye otros alimentos que utilizan ese grano, como la
polenta, la carne bovina proveniente de corrales de engorde o la carne de
cerdo.
Esta
compensación para los fabricantes de dichos alimentos (avícolas, molinos y
algunas industrias alimenticias) se sumaría al subsidio implícito que
significan las retenciones vigentes del 12%, y que podrían ser elevadas hasta
un tope de 15%, según lo estableció la Ley de Emergencia Económica sancionada a
fines de diciembre de 2019, días después de que Alberto Fernández asumiera la
presidencia.
El
documento de Agricultura, que es un borrador, calculó que –a valores de
noviembre de 2021- será necesario un presupuesto de 14.645 millones de pesos
para subsidiar el precio interno de esos alimentos básicos. El mayor
aporte (12.400 millones) sería por el trigo, en tanto que el subsidio al maíz
representaría 2.245 millones. Sucede que se necesitarán 3,13 millones de
toneladas de trigo (sobre una cosecha de 20 millones) para subsidiar los
paquetes de harina. Y 1,5 millones de toneladas de maíz (sobre una cosecha de
50 millones) para dar alimento barato a los pollos.
El
proyecto dice con precisión que los recursos necesarios no serían aportados por
el Estado (como ya sucedió en una experiencia previa de compensaciones,
timoneada por la desaparecida ONCCA entre 2007 y 2011), sino por los
exportadores de trigo y maíz, además de las avícolas que exporten carne de
pollo. Este es el punto más controversial para los dirigentes rurales, que
temen que el aporte exigido a dichos sectores sea descontado directamente del
precio pagado a los productores, como ya sucede con las retenciones.
“Todo
exportador de trigo, maíz y carne aviar y sus correspondientes derivados
estarán obligados a ser parte del aporte al fondo”, define el anteproyecto, que
podría crear este fideicomiso a través de una Resolución conjunta de los
Ministerios de Agricultura y de Desarrollo Productivo. También define que “las
compensaciones se pagarán una vez comprobado el abastecimiento en valor y
volumen al mercado interno”, dice la propuesta oficial, que asegura que “habrá
mecanismos de revisión para evitar distorsiones”.
|