Por Mariano
Martín - La prohibición de despidos dejará de
regir el 1 de enero y el recargo indemnizatorio vigente para las cesantías que
de todos modos se producen se reducirá a partir de ese día de manera gradual
hasta desaparecer antes de mitad de año. Se trata de la hoja de
ruta definida por el Ministerio de Trabajo y el gabinete
económico, que debe convalidar en última instancia Alberto Fernández, respecto
de dos de las medidas clave sobre las que el Gobierno buscó blindar los puestos
de trabajo desde el arranque de su gestión y, en particular, a partir de la
pandemia.
El
agravamiento de las indemnizaciones arrancó con la gestión del Frente de Todos
con la duplicación de los montos y se mantuvo en el tiempo como un recargo del
pago legal que en la actualidad tiene un tope de 500 mil pesos. La prohibición
de las cesantías, en tanto, fue implantada en marzo de 2020
como coletazo directo de las tensiones en el mercado laboral por las
restricciones a la actividad económica derivadas de la crisis sanitaria.
Desde entonces el sindicalismo bregó por mantener ambas medidas y las cámaras
empresarias, por derogarlas con el argumento de que representaban un desaliento
a la creación de empleo.
El
criterio fue expuesto a dirigentes de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) durante
una charla de la que participaron el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, junto a sus pares de Economía, Martín Guzmán, y de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y sus respectivos equipos. Moroni
respondió a una pregunta al respecto y blanqueó la planificación, confirmada
luego por funcionarios a este diario: la prohibición de despidos tendrá fecha
de defunción junto con el año y al mismo tiempo la penalidad se reducirá en un
escalonamiento todavía no resuelto en el lapso de cuatro a seis meses. Una
opción es bajarle 20% por mes a los 500 mil pesos del actual recargo
indemnizatorio.
Desempleo
El
equipo económico se convenció de tomar ambas determinaciones con los últimos
números del mercado laboral: en septiembre la medición del
segundo trimestre del año marcó un 9,6% de desempleo, el nivel más bajo desde
el inicio de la gestión de Alberto Fernández y por primera vez, de vuelta en un
dígito. En el segundo trimestre de 2020 la desocupación tocó un pico de 13,1
por ciento en el momento de mayor rigor de las restricciones por la
pandemia del coronavirus. Desde entonces la actividad económica mostró mejorías
aunque en el caso del mercado laboral lo hicieron en un contexto de
sostenibilidad de una mayor precarización, marcada por el reemplazo de empleos
de calidad, formales y de salarios de medios a altos, por otros precarios y
ligados a formas como el monotributismo.
Junto
con la crisis sanitaria el Ejecutivo desplegó acciones para garantizar el
sostén de los puestos de trabajo en el sector privado que incluyeron, además de
la prohibición de despidos y la multa indemnizatoria, el pago de parte de los
salarios a través de herramientas como la Asignación para el Trabajo y la
Producción (ATP), primero, y un fortalecimiento del subsidio Repro que abona el Ministerio de Trabajo a las
empresas de los sectores más golpeados por la baja en la actividad económica.
La
prohibición de efectuar despidos fue una de las primeras reacciones en momentos
en que el Grupo Techint anunció la cesantía de 1.450 operarios de la
construcción en obras que desarrollaba en varias provincias. Pese a las
instancias de negociación abiertas y a los reclamos del propio Alberto
Fernández (sugirió que Paolo Rocca era “miserable” por echar personal en el
inicio de las restricciones) el conglomerado siderúrgico completó todas las
desafectaciones pautadas.
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