Viernes 31 - Por Juan Strasnoy
Peyre
- El Banco Central readecuará en 2022 su política monetaria,
cambiaria, financiera y crediticia, en un contexto marcado por la recuperación
económica, la presión sobre las reservas y, sobre
todo, la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Los dos ajustes más
relevantes, según comunicó ayer, serán el avance hacia una política de tasas de
interés reales positivas y la aceleración del ritmo de depreciación para
acercarlo a la evolución de la inflación y evitar un atraso cambiario. La hoja
de ruta va en línea con lo conversado con el staff del FMI.
El directorio del BCRA aprobó ayer sus
“Objetivos y Planes para 2022”, un documento que establece una serie de
lineamientos, algunos de los cuales ya habían sido adelantados por este diario.
Además, entre otras, planteó como metas: reducir la tasa anual de
inflación (que este año rondará el 50%), preservar el equilibrio externo, acumular
reservas (que cierran 2021 levemente por debajo de 2020) y promover el ahorro
en pesos.
Política monetaria
En
el plano monetario, el Central ratificó un conjunto de pautas que sintonizan
con algunos de los planteos realizados semanas atrás por el Fondo en el
comunicado de cierre de la visita de los funcionarios argentinos a Washington.
Por un lado, el informe del BCRA señaló que avanzará hacia una suba de la tasa
de referencia para propender a que las inversiones en pesos paguen retornos
reales positivos.
La
entidad había analizado implementar durante diciembre un alza en el tipo de
interés de política monetaria (el de las Leliq), que se mantiene en 38% desde
noviembre de 2020, para adecuarlo al nuevo ritmo de depreciación y a la
inflación. Finalmente, se inclinó por postergar el movimiento para 2022.
El
documento también apuntó que continuará con la esterilización de liquidez en la
medida que sea necesario para evitar presiones cambiarias e inflacionarias,
aunque adelantó que espera una menor emisión para financiar al Tesoro (el
proyecto de Presupuesto fijaba un 1,8%) a raíz de la reducción del déficit
fiscal y de la ampliación del endeudamiento en pesos y de los desembolsos de
organismos multilaterales.
Además,
ratificó el ancla para la expansión monetaria que había adelantado Martín
Guzmán: el informe marcó que el crecimiento real de la base monetaria (BM)
acompañará “la mayor demanda de
saldos reales derivada de la expansión económica y del fortalecimiento del
mercado de trabajo”. Guzmán había planteado que en 2022 la BM se mantendría
estable en relación al PBI. En 2021, a raíz de la absorción de liquidez del
BCRA, el dinero en circulación se contrajo 11,5% en términos reales y regresó
ubicó en términos del PBI a registros similares a los de mediados de 2003.
El
BCRA afirmó: “En esta nueva etapa, es esperable que el esfuerzo de
esterilización monetaria se vea reducido. Ello favorecerá que la demanda de
base monetaria sea provista por los intereses asociados a los pasivos
remunerados del BCRA (Pases y Leliq) y, potencialmente, por una reducción de su
stock”.
Por
último, la entidad que preside Miguel Pesce anticipó que recalibrará el esquema
de encajes para reforzar el canal de transmisión de la política monetaria.
Política cambiaria
El
directorio del BCRA también oficializó lo que había adelantado Pesce en una
conferencia de la UIA: que acelerará el ritmo de depreciación para acercarlo a
la evolución de los precios y “preservar los niveles de competitividad
externa”. Este año, el gabinete económico apeló a una estrategia de ancla
cambiaria para intentar contribuir a reducir la creciente inflación: el dólar
mayorista subió 22% a lo largo de 2021, casi 30 puntos por debajo del índice de
precios al consumidor (IPC).
Al
respecto, el informe señaló que esa política, sumada a la evolución de las
monedas emergentes respecto del dólar, “contribuyó a una apreciación real del
peso”. Aunque remarcó: “Pese a ello,
el Índice Tipo de Cambio Real Multilateral se mantuvo durante el año en niveles
compatibles con el promedio de los últimos 24 años, y en un contexto de
superávit del sector externo”. La intención es que el año próximo permanezca estable, lo que
implica también que se descarta un salto devaluatorio. En diciembre, ya se vio
un mayor ritmo de deslizamiento del dólar oficial: 1,8%, contra un promedio de
1,1% entre mayo y noviembre.
“El
BCRA buscará recalibrar su política cambiaria y de tasas de interés para
propender a la estabilidad cambiaria y fortalecer su posición de reservas
internacionales”, sintetizó la autoridad monetaria. La acumulación de divisas
es uno de los ejes centrales de la negociación con el FMI, como contó Ámbito.
En ese sentido, los analistas advierten que un mayor ritmo de depreciación sin
una adecuación de la tasa podría estimular a los exportadores a tomar crédito a
tasa negativa y posponer las ventas al exterior.
Además,
la entidad reafirmó que habrá nuevas flexibilizaciones al cepo “en la medida
que las condiciones macroeconómicas lo permitan se irán flexibilizando las
regulaciones” y “con el objetivo de mantener en el mediano y largo plazo un
conjunto de normativas macroprudenciales compatibles con la dinamización de los
flujos de capitales orientados a la economía real”. Con todo, muchos de los
controles permanecerán largo rato.
Con
escasas reservas, una montaña de vencimientos inafrontables y un verano
desafiante por delante, el Central volvió a abogar por una resolución rápida de
la negociación con el Fondo para refinanciar los u$s45.000 millones de deuda
que tomó Mauricio Macri. Aseguró que eso “ayudará a mejorar las expectativas de
aquellos actores que condicionan su visión acerca de la sostenibilidad del
sector externo al resultado de dicha negociación, contribuyendo a contener las
presiones cambiarias y las expectativas de inflación”.
Otros
de los lineamientos planteados por el BCRA para 2022 son impulsar un
crecimiento del crédito al sector privado en pesos en términos del PBI,
mantener la solvencia del sistema financiero, favorecer el financiamiento de
las pymes y fortalecer los medios de pago digitales.
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