Los precios
mayoristas subieron 2,3% en diciembre de 2021, el registro más
bajo desde julio pasado, de acuerdo a datos oficiales del INDEC. Sin embargo,
en el acumulado del año ascendieron un importante 51,3%, impulsado principalmente
por incrementos en productos manufacturados de origen nacional.
El
precio de las manufacturas locales trepó, en promedio, 54% en 2021. Los
incrementos fueron encabezados por las divisiones "Otros medios de
transporte" (87,2%), Madera y productos de madera excepto muebles (80,9%)
y Productos metalícos básicos (68,5%).
Asimismo,
arrojaron subas por encima de la media rubros relevantes en la canasta que mide
el INDEC como Productos refinados del petróleo (57,8%), Vehículos automotores
(55,5%) y Sustancias y productos químicos (54,9%).
En
paralelo, los productos primarios nacionales subieron 45% anual.
Los productos pesqueros, de escasa incidencia en el índice de precios
mayoristas, se dispararon 84,7%. Mientras tanto, los productos agropecuarios y
los hidrocarburos mostraron alzas de 41,9% y 46,4%, respectivamente.
En
términos agregados, los productos fabricados dentro de las fronteras argentinas
aumentaron 52%. A su vez, los productos importados
tuvieron un ajuste del 44,6%.
En
diciembre los precios mayoristas encadenaron su sexto mes consecutivo con un
alza mensual inferior al 3%. El incremento promedio fue traccionado
fundamentalmente por Productos agropecuarios (4,8%), Alimentos y bebidas (3,8%)
y vehículos (3,3%). Mientras tanto, resaltaron caídas en los valores del
petróleo y gas (-1,9%), y productos manufacturados derivados del petróleo
(-0,1%).
Vale
recordar que la semana pasada el INDEC informó que la inflación minorista de
diciembre se aceleró al 3,8%, para redondear un acumulado anual de 50,9%, muy
similar al del segmento mayorista.
Cabe
aclarar que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) evalúa los avances en el
costo de una canasta compuesta fundamentalmente por bienes finales y bienes no
transables, a diferencia del Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM),
que contiene en su mayoría insumos y productos que se comercian con el
exterior.
Más
presión: para el FMI, países como la Argentina deberán devaluar su moneda y
hacer un ajuste fiscal
Por Julián
Guarino - El FMI es, a
no dudarlo, el de siempre. Nada parece haber cambiado, ni siquiera la evidencia
más clara acerca de los resultados contradictorios que suelen tener las
recomendaciones del Fondo para países en una situación de vulnerabilidad ante
un contexto cambiante. Un artículo publicado en el blog del FMI cuya autoría
pertenece a los analistas Stephan Danninger, Kenneth Kang
y Hélène Poirson sostiene las recomendaciones que el organismo ha
comenzado a circular entre aquellos países que se encuentran menos preparados
para enfrentar lo que se viene en materia de tasas de interés por
parte de la Reserva Federal: devaluación de la moneda, acumulación de reservas
en las arcas de los bancos centrales, suba de tasas de interés, ajuste de los
subsidios, meter mano en jubilaciones y pensiones y hasta recortar el gasto
público… en definitiva, ajuste de las economías. Todos esos “consejos” sos
referenciados a numerosas publicaciones que el propio FMI ha dado a conocer en
las últimas semanas a través de sus publicaciones Monitor Fiscal, WEO y GFSR.
Según
el artículo, -una especie de condensación de lo más regresivo en materia de
política económica que el propio organismo ha desgranado semana tras semana en
sus publicaciones técnicas- ante un escenario adverso de suba de tasas de la
FED, los países endeudados y “los que soportan presiones inflacionarias más
fuertes o tienen instituciones menos sólidas deben actuar más rápido”. La
recomendación es “…dejar que las monedas se deprecien y en elevar
las tasas de interés de referencia. Si surgen condiciones desordenadas en
los mercados cambiarios,
los bancos centrales que cuentan con suficientes reservas pueden intervenir,
siempre que tal intervención no suplante el debido ajuste macroeconómico”. Por
otro lado, señala que, desde el lado fiscal, “esta estrategia podría consistir
en anunciar un plan integral para incrementar gradualmente la recaudación,
mejorar la eficiencia del gasto o ejecutar reformas fiscales estructurales,
como reorganizaciones de las pensiones y los subsidios”.
Se cierne la tormenta
“Los
precios están aumentando al ritmo más rápido registrado en casi cuatro décadas,
y la escasez de oferta de mano de obra está elevando los salarios. La nueva
variante ómicron ha generado más inquietudes de que presiones del lado de la
oferta incidan sobre las inflación. La Reserva Federal ha indicado que la
evolución de la inflación es un factor clave de su decisión el mes pasado de
frenar más pronto las compras de activos”, señalan los autores del artículo. “Estos cambios han hecho más inciertas las perspectivas para los
mercados emergentes. Además, estos países están enfrentando una inflación
elevada y niveles de deuda pública considerablemente más altos. El
promedio de la deuda pública bruta en los mercados emergentes ha aumentado casi
10 puntos porcentuales desde 2019, estimándose que para finales de 2021 se
situaba en 64% del PIB, con variaciones marcadas de un país a otro. Pero en
estas economías, a diferencia de Estados Unidos, la recuperación económica y
los mercados laborales son menos robustos. Si bien los costos de endeudamiento
en dólares siguen siendo bajos para muchos países, la preocupación por la
inflación interna y el financiamiento externo estable llevó el año pasado a
muchas economías emergentes —como Brasil, Rusia y Sudáfrica— a empezar a subir
las tasas de interés”.
El
blog del FMI habla de “nuevos riesgos para la recuperación” a pesar de que
sostienen “seguimos previendo un crecimiento sólido en Estados Unidos”.
Refiriéndose a la Reserva Federal sostienen que “si las tasas de política
monetaria aumentan y si la inflación se modera conforme a lo previsto, la
historia demuestra que los efectos para los mercados emergentes tenderán a ser
leves si la contracción monetaria es gradual, está debidamente comunicada y
ocurre en respuesta a un afianzamiento de la recuperación. De todos modos, no
deja de ser posible que las monedas de los mercados emergentes se deprecien,
pero la demanda externa contrarrestaría el efecto del aumento de los costos de
financiamiento”.
A devaluar que se acaba el mundo
Pero
aun así, la publicación del FMI señala que “las repercusiones en los mercados
emergentes también podrían ser menos benignas. La inflación salarial
generalizada en Estados Unidos o la persistencia de los cuellos de botella de
la oferta podría elevar los precios más de lo previsto y generar expectativas
de una inflación más acelerada. Los consiguientes aumentos más veloces de la
tasa de la Reserva Federal podrían provocar nerviosismo en los mercados
financieros y una contracción de las condiciones financieras a escala mundial.
A esto podría sumarse una desaceleración de la demanda y el comercio en Estados
Unidos, lo cual podría desencadenar salidas de capitales y depreciaciones de
las monedas en los mercados emergentes”.
La
receta que encuentra el organismo, es decir, la recomendación para navegar esas
aguas turbulentas parece ser la de siempre: “en un escenario así, las
repercusiones del endurecimiento de la política de la Reserva Federal podrían
ser más severas en los países vulnerables. En los últimos meses, los mercados
emergentes con niveles elevados de deuda pública y privada, exposiciones en
moneda extranjera y saldos más bajos en cuenta corriente ya han registrado
fluctuaciones más pronunciadas de sus monedas con respecto al dólar
estadounidense. Esta combinación de crecimiento más lento y mayores
vulnerabilidades podría dar lugar a un bucle de interacciones negativas para
esas economías, como señaló el FMI en las ediciones de octubre de Perspectivas
de la economía mundial (informe WEO) y del Informe sobre la estabilidad
financiera mundial (informe GFSR)”.
Argentinos, al ajuste
Dice
el artículo: “algunas economías emergentes ya han empezado a modificar su
política monetaria y están preparándose para replegar el apoyo fiscal a fin de
abordar la deuda e inflación crecientes. Ante las condiciones de
financiamiento más restrictivas, los mercados emergentes deben adaptar su
respuesta en función de sus circunstancias y vulnerabilidades. Los
que gozan de credibilidad en la conducción de las políticas pueden endurecer su
política monetaria más gradualmente, en tanto que los que soportan presiones
inflacionarias más fuertes o tienen instituciones menos sólidas deben actuar
más rápido y con medidas de mayor alcance. En cualquier caso, parte de la
respuesta debe consistir en dejar que las monedas se deprecien y en elevar las
tasas de interés de referencia. Si surgen condiciones desordenadas en los
mercados cambiarios, los bancos centrales que cuentan con suficientes reservas
pueden intervenir, siempre que tal intervención no suplante el debido ajuste
macroeconómico”.
El
artículo sostiene que “estas medidas pueden plantear disyuntivas difíciles para
los mercados emergentes, entre brindar apoyo a una economía interna débil y
salvaguardar la estabilidad de precios y en el frente externo. De igual forma,
dar a las empresas apoyo que vaya más allá de las medidas ya vigentes puede
incrementar los riesgos de crédito y minar la salud a más largo plazo de las
instituciones financieras, al postergar el reconocimiento de las pérdidas. Y el
repliegue de esas medidas podría endurecer más las condiciones financieras, en
detrimento de la recuperación”.
“Para
encarar estas disyuntivas los mercados emergentes pueden tomar medidas ahora a
fin de apuntalar sus marcos de políticas y reducir las vulnerabilidades. En el
caso de los bancos centrales que están endureciendo su política para contener
las presiones inflacionarias, la comunicación clara y coherente de sus planes
puede ayudar a que el público comprenda mejor la necesidad de ir en busca de la
estabilidad de precios. Los países con altos niveles de deuda denominada en
monedas extranjeras deben procurar reducir los descalces y cubrir las
exposiciones en la medida de los posible. Y para mitigar los riesgos de
refinanciamiento, los vencimientos de las obligaciones deben prorrogarse
incluso si eso incrementa los costos. También es posible que los países muy
endeudados tengan que emprender el ajuste fiscal más pronto y más rápido”.
Deuda empresaria y ajuste
Según
Danninger, Kang y Poirson, “se debe reconsiderar la continuidad del apoyo a las
empresas mediante políticas financieras, y los planes para normalizar ese apoyo
deben calibrarse detenidamente en función de las perspectivas y con miras a
preservar la estabilidad financiera. En los países en donde la deuda
empresarial y las carteras en mora ya eran abultadas incluso antes de la
pandemia, es posible que algunos bancos y prestamistas no bancarios más débiles
se enfrenten a problemas de solvencia si el financiamiento se complica. Se
deben poner a punto los regímenes de resolución”.
En
ese contexto, el consejo es el de prestar atención a la política fiscal, que
puede “ayudar a desarrollar resiliencia ante los shocks”.
“Asumir
un compromiso creíble con una estrategia fiscal a mediano plazo ayudaría a
apuntalar la confianza de los inversionistas y a recuperar el margen de
maniobra para brindar apoyo fiscal en una desaceleración. Un aspecto de esta
estrategia podría consistir en anunciar un plan integral para incrementar
gradualmente la recaudación, mejorar la eficiencia del gasto o ejecutar
reformas fiscales estructurales, como reorganizaciones de las pensiones y los
subsidios (como se describe en el Monitor Fiscal del FMI de octubre)”, señala
el artículo.
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