Por Claudio Zlotnik - El lunes por la
tarde, cuando referentes de la oposición salieron públicamente a criticar duro
a Martín Guzmán por la fallida cumbre que debía realizarse hoy
para que el ministro diera información sobre el estado de las negociaciones con
el Fondo Monetario, el presidente Alberto Fernández creyó que era lo último
políticamente relevante que iba a enterarse en el comienzo de la semana.
Más
tarde iba a saber de algo que inquietó a su círculo cercano. Cristina Kirchner emprenderá un viaje a
Honduras para asistir a la asunción de la presidenta electa Xiomara Castro.
Evo
Morales y el paraguayo Fernando Lugo ya confirmaron su asistencia; y en los
próximos días harían lo mismo Lula, lo que convertiría a ese acto en una
verdadera cumbre de líderes de la izquierda latinoamericana.
La
inquietud en la Casa Rosada tiene argumentos: que la vicepresidenta ponga fin a
su silencio en la etapa final de las negociaciones con el FMI. La última vez
que CFK mencionó en público la cuestión fue el "Día de la democracia"
-el último 10 de diciembre- cuando le pidió al Presidente que no firmara ningún
acuerdo que signifique un ajuste.
"Una
cosa es que lo haga en la Plaza frente a los suyos, a los militantes kirchneristas,
y otra muy distinta es que se pronuncie afuera del país, en la etapa decisivas
de las negociaciones", comentó a iProfesional un referente político del
"albertismo", si es que vale esa definición.
Ese
mismo funcionario prefería darle trascendencia a la visita a Washington que hoy protagonizará
el canciller Santiago Cafiero,
quien se verá con el secretario de Estado, Tony Blinken.
Cuando
se organizó ese viaje, el tema del
FMI se había excluido de la conversación. Pero los hechos empujaron la agenda
hacia ese terreno.
En
la Casa Rosada se mostraban muy optimistas del resultado "político"
de la misma. Aunque desde los otros sectores de la coalición gobernante no
ponían tantas "fichas" a un buen resultado.
Tanto
el kirchnerismo como
desde el massismo objetan
esa cumbre. Más bien, le quitan trascendencia. Para las filas K, un acercamiento a los Estados Unidos no tiene por qué
"terminar bien". Recelan de la ¨mano" que pueda extender la administración Biden;
y recuerdan el último discurso de CFK, cuando mencionó las veces que el FMI y
EEUU "le soltaron la mano a la Argentina".
Con
matices, desde el círculo de Massa, también ponen reparos. "Le avisamos a
Cafiero que sea muy cuidadoso.
No sea cosa que le suceda como al canciller de Bolsonaro, que fue a reunirse
con Blinken a pedir respaldo de Estados Unidos y terminó sin nada",
afirman.
La
situación es compleja. El secretismo con el que Guzmàn lleva adelante la
negociación es muy criticado tanto desde el kirchnerismo como desde el lado del
presidente de la cámara de Diputados. Dentro mismo de la coalición despierta
críticas esa estrategia.
De
todas formas, más por interés que por convicción, desde la coalición piensan
que habrá un acuerdo de "último minuto" con el Fondo. De otra manera,
la inestabilidad cambiaria sería imparable, descuentan las fuentes.
Nadie,
a esta altura, con el año 2022 ya iniciado, puede entender cómo se llegó tan lejos en la negociación.
Sin tener resuelto un camino que balice la debilitada dinámica de la economía.
Mientras tanto, las idas y
vueltas con la oposición también generan un clima político
"pesado". Muy distinto al prometido escenario de diálogo y comprensión ideado (y
nunca buscado) entre las partes.
Ayer,
tras el fracaso de la cumbre con Guzmán, distintos referentes de la oposición
salieron a criticar con dureza a
la Casa Rosada.
"Guzmán
no quiere dar cuenta del ajuste que pactó con el Fondo", apuntó el titular
de la UCR, Gerardo Morales. En la misma línea se pronunció el presidente del
interbloque de la UCR en Diputados, Mario Negri.
"Un
final anunciado. El ministro de Economía y el Gobierno sólo querían una reunión
con la oposición para que los aplaudieran, sin informar nada. Están jugando con el futuro de los argentinos
y de continuar así encaminan al abismo a todo el país", tuiteó el
dirigente cordobés.
El
también diputado radical Facundo Manes lanzó: "No tenemos un rumbo claro.
No tenemos un proyecto estratégico de país. Y, como si eso fuera poco, ahora ni
siquiera tenemos diálogo. Sin diálogo, apertura y búsqueda de consenso no hay
recuperación ni crecimiento posible", escribió el dirigente opositor
bonaerense en su cuenta de Twitter.
Para
Economìa, no vale decir que hubo suspensión de la reunión ya que "nunca
estuvo agendada". Para la oposición se trató de un argumento "chiquito"
en relación a lo que se está jugando la Argentina.
Desde
Casa Rosada, en cambio, una fuente del primer piso admitía que no quiso "regalarse" a Juntos por
el Cambio un escenario para salir a criticar al Gobierno por el
(posible) ajuste que se viene.
La
jugada luce clara: dejar aislada a la oposición de la negociación y buscar que,
en todo caso, halcones y palomas de JxC sigan polemizando entre ellos sobre el
vínculo que deben tener con el gobierno nacional.
El próximo capítulo de la
saga se escribirá esta misma tarde, cuando Cafiero finalice su encuentro con
Bilken.
¿Habrá
algún acercamiento hacia el acuerdo? ¿Tendrán razón los dirigentes que, desde
dentro mismo del oficialismo, le tiran piedras a esa estrategia? ¿O Alberto
Fernández, más allá de los gestos, ya tiene definido que su próximo paso
trascendental ocurrirá durante su visita a Rusia y China?
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