Por
Rafael Mathus Ruiz CORRESPONSAL EN EE.UU.- WASHINGTON.– Estados Unidos volvió a
reclamarle al gobierno de Alberto Fernández que presente “un marco de política
económica sólido” para alcanzar un nuevo acuerdo con el FMI, una postura que la
administración de Joe Biden ya había hecho pública antes, y que ahora reiteró
cuando restan apenas dos meses para cerrar un nuevo programa y evitar un
default con el organismo.
El
mensaje llegó luego de una reunión bilateral del secretario de Estado, Antony
Blinken, y el canciller Santiago Cafiero, en el Departamento
de
Estado en Washington, en la cual se discutió la negociación con el Fondo, y el
jefe del Palacio San Martín le dijo a Blinken que era necesario “un mensaje de
la autoridad política” al Departamento del Tesoro para evitar un ajuste más
profundo del que está dispuesto a aceptar el Frente de Todos.
La
Cancillería pidió ese respaldo para que “no se restrinja el crecimiento de la
Argentina”. Pero Blinken le reiteró a Cafiero el mismo mensaje que ya había
dado antes el Tesoro: el jefe diplomático de Biden “alentó a la Argentina a
presentar un marco de política económica sólido que devuelva el crecimiento al
país”, según el comunicado del Departamento de Estado.
El
contraste entre el mensaje que ofreció el Departamento de Estado y el de la
Cancillería dejó en evidencia la falta de respaldo al gobierno de Alberto
Fernández en Estados Unidos, principal accionista del FMI, cuyo apoyo en el
board del organismo –controlado por las potencias del G-7– es decisivo para
llevar la negociación por la puerta a buen puerto.
La
mención del Tesoro en el comunicado del Palacio San Martín ofreció además un
reconocimiento tácito de las dificultades que ha tenido el Gobierno con el
Tesoro, donde Janet Yellen, timonel de la economía de Biden, tiene como mano
derecha a David Lipton, antiguo número dos del Fondo de Christine Lagarde, y en
su momento una de las figuras de mayor peso en el préstamo que obtuvo el
gobierno de Mauricio Macri.
Antes
de comenzar la reunión bilateral, sentados frente a frente y rodeados de sus
colaboradores, Blinken le había dado la bienvenida a Cafiero al Departamento de
Estado con gestos y frases de amistad, y le había dicho que Estados Unidos y
respalda una “economía argentina vibrante” porque eso fortalecerá la relación
bilateral y el liderazgo regional del país.
“La
Argentina es un amigo y socio en nuestro hemisferio y más allá. Tenemos mucho
de qué hablar hoy, desde eventos y desafíos en nuestro propio hemisferio hasta
puntos que van mucho más allá”, le dijo Blinken a Cafiero, en una breve
declaración ante la prensa. “Apoyamos muy firmemente una economía argentina
vibrante, que solo fortalecerá aún más nuestra propia relación y el liderazgo
de la Argentina en nuestro hemisferio y más allá.”, había agregado el jefe
diplomático del gobierno de Joe Biden. Al otro lado de la mesa lo escuchaban
Cafiero, el embajador argentino, Jorge Argüello, y funcionarios de la embajada
argentina.
“Es
muy importante seguir fortaleciendo la relación con Estados Unidos”, respondió
Cafiero, y agregó que esperaba trabajar en una “agenda constructiva” con el
gobierno de Biden, en la cual incluyó la defensa de los derechos humanos –un
área donde el gobierno de Alberto Fernández es criticado en Washington por sus
posturas erráticas–, el cambio climático, la no proliferación nuclear y la
sustentabilidad económica para el desarrollo.
Ninguno
de los dos mencionó en ese momento las negociaciones con el Fondo, pero el tema
se trató después. Cafiero planteó, según el comunicado de la Cancillería, que
“es necesario un mensaje de la autoridad política al Tesoro para contar con el
apoyo de Estados Unidos en el FMI, y que de este modo no se restrinja el
crecimiento de la Argentina”.
Pero
la reunión no sólo no dejó un quiebre o un avance definitorio para la
negociación con el Fondo, sino que sirvió para reiterar un reclamo ya añejo: el
plan económico que nunca llega. Ni Cafiero ni Blinken –sobre todo, Blinken–
están involucrados de manera directa en el proceso. Cafiero lo admitió
implícitamente al mencionar al Tesoro, donde el Gobierno ve más obstáculos que
en el Departamento de Estado o la Casa Blanca. Con todo, el gobierno de Biden
sigue dando el mismo mensaje: Estados Unidos respaldará a la Argentina si
presenta un plan económico sólido que aliente el crecimiento y la inversión
privada.
La
reunión dejó además otro contrapunto por Nicaragua. El mensaje de Blinken antes
del encuentro con Cafiero había dejado una señal de respaldo formal y genérica.
Blinken puso el acento en los desafíos regionales, y felicitó a la Argentina
por la conducción de la Argentina en el Consejo de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, donde se discuten los abusos de Cuba, Venezuela y Nicaragua
que preocupan a Washington. “Tenemos mucho por hablar”, le anticipó a Cafiero.
La
Casa Rosada buscaba aceitar la relación y la agenda de trabajo, y limpiar el
ruido en el vínculo de las últimas semanas, en particular el escándalo por la
presencia del iraní Mohsen Rezai, implicado en el atentado a la AMIA, en el
acto de toma de posesión del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, al cual
concurrió el embajador argentino en Managua, Daniel Capitanich. El comunicado
del Departamento de Estado hizo una mención concreta del tema: dijo que Blinken
y Cafiero expresaron su “seria preocupación” por la presencia de Rezai en
Nicaragua. La Argentina asumió también la presidencia la Celac, justamente con
el acompañamiento de Nicaragua, Venezuela y Cuba, tres dictaduras enfrentadas
con Washington, y justo antes de que Alberto Fernández emprenda una gira para
ver a los dos principales rivales globales de la Casa Blanca: el presidente
ruso, Vladimir Putin, y el mandatario chino, Xi Jinping.
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