Por
Ignacio Ortelli - "Ya estamos discutiendo por décimas". La
definición, que surge desde un despacho de los más influyentes de la Casa
Rosada, intenta explicar la estrategia del Gobierno de supeditar la
decisión de pagar este viernes 731 millones de dólares a la aceptación por
parte del Fondo Monetario Internacional de que Argentina reduzca recién en
cinco años el déficit fiscal. Cerca de Alberto Fernández dicen
ser "optimistas" de que la negociación llegue a buen
puerto, pero admiten que la definición podría postergarse incluso al filo del
vencimiento que se debe afrontar.
En
los últimos días Fernández dedicó su agenda íntegramente a seguir de cerca
el avance de la negociación. En diálogo permanente con el ministro de
Economía, Martín Guzmán, el Presidente postergó otras reuniones
importantes de otras temáticas y decidió involucrarse personalmente en las
tratativas: tal como contó Infobae, en las últimas horas el Presidente mantuvo
un zoom con Kristalina Georgieva.
Como
explicó Clarín, abocado de lleno a una definición que considera clave
para el destino de su gestión, cerca suyo explicaron que el jefe de Estado se
enteró por los medios de algunas novedades de impacto político en su Gobierno:
por ejemplo, la propuesta hecha por el jefe de Gabinete, Juan Manzur, para que
la dirigente del peronismo porteño, Claudia Bello, sea designada directora
titular de ARSAT. "Estamos con los temas prioritarios. El Presidente no
sabía nada y recién ahora analizará ese nombramiento", argumentaron.
Este
jueves, en su habitual conferencia de prensa, la portavoz presidencial, Gabriela
Cerruti, dio cuenta de que las negociaciones son "hora a
hora" y optó por no confirmar ni descartar si el Gobierno finalmente
procederá a pagar los 731 millones de dólares. Así, ratificó que se trata
de una estrategia para intentar forzar al FMI a aceptar la propuesta
argentina para refinanciar la deuda de 44 mil millones de dólares tomada
por la administración de Mauricio Macri. "De acuerdo a cómo
avance la negociación se define si se paga mañana (por este viernes) o no",
indicaron en Balcarce 50.
¿En
qué se basa la expectativa del Gobierno de que ahora el FMI acepte el
condicionamiento de reducir el déficit fiscal recién en los próximos años justo
cuando Argentina tiene que definir si paga ó no el vencimiento y, en
consecuencia, si cae en default?
"No
es sólo el déficit, sino un montón de números que se discuten al mismo
tiempo. Y el Fondo no es inflexible: ya cambió mucho en este tiempo",
es la respuesta que dan en el entorno del Presidente. Coincide con lo expuesto
este martes por el organismo, a través de Gita Gopinath, la primera
vicedirectora ejecutiva, que remarcó que adoptaron "un enfoque flexible y pragmático" en la
negociación, pero reiteró la intención de que se trace "un programa sólido
y creíble que enfrente los desequilibrios que tiene el país".
En
medio de un cúmulo de versiones, en la Casa Rosada aseguran que la diferencia
es "por décimas" y "no por puntos" y se muestran
"optimistas". En ese sentido, sostienen que se "achicaron
las diferencias" respecto al miércoles. Eso sí, todos los funcionarios
consultados se alinean con el discurso que públicamente trazó Cerruti: "La
Argentina no va a aceptar ningún acuerdo que implique comprometer esta senda de
crecimiento", dijo la portavoz.
Al
mismo tiempo, más allá de que la portavoz defendió en público al diputado
ultracristinista Leopoldo Moreau, quien sostuvo que "no es el
peor de los remedios" caer en el default con el FMI, en el Gobierno no
dudan en rechazar por lo bajo ese concepto y ratificar que hay
"voluntad de pago". "Ningún acuerdo puede ser bueno, pero peor
es un 'no acuerdo'", conceden.
Es,
al cabo, un debate interno que desde hace dos años atraviesa al Frente de Todos
y que, en ocasiones, generó rispideces entre los referentes de la
coalición. ola,
paula
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