Por
Germán de los Santos - En una reunión inédita, que convocó en Rosario a 120
jueces federales y magistrados de todo el país, la Corte Suprema envió ayer un
mensaje contundente en la lucha contra el narcotráfico al reclamar más
“decisión política” a todos los involucrados en el combate contra ese flagelo.
El
presidente del máximo tribunal, Horacio Rosatti, pidió además que se cubran las
vacantes en los juzgados, uno de los mayores problemas para enfrentar el
delito. “La indiferencia frente al narcotráfico no es neutralidad, sino
complicidad”, planteó.
El
encuentro, que también contó con la presencia de figuras políticas locales,
como el gobernador Omar Perotti y el intendente local, Pablo Javkin, se realizó
en medio de un amplio operativo de seguridad. En lo que va del año ya fueron
ejecutadas 104 personas en Rosario.
ROSARIO.–
Rodeados de un centenar de jueces federales, los cuatro miembros de la Corte
Suprema de Justicia dieron ayer en Rosario un fuerte gesto para darle batalla
al narcotráfico, que amenaza a los funcionarios judiciales y federales de Santa
Fe. En un reclamo conjunto, demandaron a los poderes Ejecutivo y Legislativo
cubrir las vacantes judiciales pendientes. “Tiene que haber una decisión
política muy firme”, pidió Horacio Rosatti, el presidente del máximo tribunal
del país.
“No
se puede combatir con éxito el narcotráfico sin un Estado consolidado y una
sociedad comprometida. Tiene que haber una decisión política muy firme y
contundente, de lo contrario cualquier intento puede naufragar”, señaló el
presidente de la Corte, que fue presentado también como titular del Consejo de
la Magistratura.
Luego
tomó la palabra Ricardo Lorenzetti, otro de los miembros de la Corte que venían
de cuestionar duramente al ministro de Justicia, Martín Soria. “Hoy estamos
todos unidos. No hay grietas en el Poder Judicial ni divisiones absurdas”,
aseguró el magistrado.
El
anhelo compartido de los cien jueces federales, los cuatro ministros de la
Corte y los consejeros de la Magistratura apuntó a que la reunión en Rosario no
quedara solo reflejada en una foto grupal de la máxima jerarquía del Poder
Judicial, que en bloque puso el foco en el narcotráfico y en los problemas de
violencia que golpean a una ciudad que vibra con los disparos de los sicarios,
que en lo que va del año ejecutaron a 104 personas.
El
mensaje fue más amplio y estuvo dirigido al resto de los poderes, con críticas
a la clase política. “La indiferencia frente al narcotráfico no es neutralidad,
sino complicidad”, definió Rosatti, frente a un auditorio repleto en la
Facultad de Derecho de Rosario, donde cada expositor desgranó su diagnóstico
para enfrentar el problema de la violencia y el tráfico de drogas, aunque con
escasa autocrítica hacia dentro.
Rosatti
fue uno de los que decidieron cuando se proyectó este acto que era necesario
fortalecer la reunión de la Asociación de Jueces y Juezas Federales (Ajufe).
Jorge Morán, titular de la Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo
Federal, dijo que “si el problema del narcotráfico no se aborda desde todos los
ámbitos va a derrumbar a la sociedad”. Hernán Botta, decano de la Facultad de
Derecho y anfitrión, también fue al hueso: “No hay nada más urgente que
terminar con la violencia que nos desgarra. Queremos vivir en paz”.
El
fuerte operativo de seguridad que se montó en torno a la Facultad de Derecho, que
está a menos de 100 metros de la sede de la gobernación de Santa Fe, no evitó
que emergiera el problema a pocos metros de allí. A solo dos cuadras del lugar
un comerciante corrió a dos ladrones que habían robado 40.000 pesos en su
negocio y disparó tres tiros al aire.
El
problema de la violencia enraizada que supura del narcomenudeo no es nuevo en
Rosario. En 2012 comenzó a crecer la cantidad de homicidios, que un año después
tuvo su pico con 264 asesinatos, tras la guerra narco que se desató a causa de la
intervención en el negocio de sectores de la policía de Santa Fe. El poder de
bandas poco sofisticadas, surgidas de territorios marginales de finales de los
90, ganó terreno favorecidas por la subestimación de los poderes del Estado y
la indiferencia de sectores de la Justicia Federal de Rosario. La emergencia
hizo que los fiscales provinciales, actores claves del sistema acusatorio en
Santa Fe, detuvieran bajo el paraguas de la figura de “asociación ilícita” a
narcos que las investigaciones en el fuero federal demoraban.
Aunque
los ministros Lorenzetti y Rosatti expresaron su respaldo a las investigaciones
de los fiscales pro- vinciales, surgió resquemor por el apoyo que la plana
mayor del Poder Judicial iba a expresar hacia la Justicia Federal de Rosario,
en momentos en que uno de los jueces de instrucción, Marcelo Bailaque,
concentra las miradas por su desempeño en causas emblemáticas, como quedó
expuesto en un juicio contra el narco Esteban Alvarado, en el que los fiscales
Matías Edery y Matías Schiappa Pietra anunciaron que enviarán al Consejo de la
Magistratura una copia de la causa para que se investigue la actuación de los
funcionarios. El magistrado que tuvo el expediente desde 2013 desistió de
profundizar en el caso.
La
Justicia Federal de Rosario enfrenta problemas que acarrea desde hace años. La
escasa iniciativa a la hora de profundizar investigaciones va de la mano, en
parte, según definen desde dentro del Poder Judicial, de una estructura
raquítica, con tres fiscalías –una está vacante– que deben instruir más de 5000
causas por año. Los dos jueces federales delegan todas las investigaciones en
el Ministerio Público, por lo que esta situación hace más visible el agujero a
nivel operativo.
El
escenario con que se encontraron los jueces federales y la Corte en Rosario es
dramático: las causas por narcotráfico crecieron un 16% en dos años y
representan el 80% del total; hay un déficit del 50% de personal; la
infraestructura edilicia está en crisis; no hay cárceles federales y los
fiscales cuentan con siete notebooks. En 2018 ingresaron 4930 causas por
narcocriminalidad y en 2019 esa cifra creció a 5726.
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