Domingo 15 - Por Pablo Wende - La grieta en la Argentina se
volvió mucho más un fenómeno económico que político. Los altísimos niveles de
inflación provocaron como nunca una separación de la sociedad en dos. Una
mitad tiene que hacer malabares para cubrir sus necesidades básicas y no le
queda otro remedio que ajustarse hasta en la compra de alimentos para llegar a
fin de mes. Al otro 50% no le sobra mucho, pero tracciona el consumo en casi
todos los rubros, manteniendo el rebote de la economía del año pasado.
Ya
no se trata de una proyección pesimista, sino de una realidad. La inflación
acumulada en los últimos 12 meses es del 58 % y la proyección es que el 2022
terminará por lo menos en el 70 por ciento. Las peleas dentro del oficialismo
tienen su origen en esta realidad. El Gobierno se beneficia con más recaudación
ante precios cada vez más inflados. Pero los aumentos de los alimentos
básicos tomaron una velocidad que golpea duramente a los segmentos informales,
que sobreviven con changas y algún plan social.
Un
informe de Delphos Investment a sus clientes alertó sobre el dato de
abril que divulgó el INDEC, con una mirada hacia adelante: “Las presiones
inflacionarias están muy difundidas a lo largo de la economía ante la
volatilidad de las expectativas y la rápida propagación de los shocks externos.
Por eso, aumentamos nuestra proyección al 75% para fines de 2022″.
En
abril hubo muchos productos que sufrieron remarcaciones a un ritmo de dos
dígitos: harina (16% de suba), aceite (13,5%), pan francés (11%), pollo (12%) y
yerba (10%), todos alimentos básicos.
“Refuerzo
de ingresos”
Finalmente
se anotaron 7,5 millones de personas a cobrar el bono de $18.000, dejando al
descubierto la precariedad social de la Argentina. La cifra es menor a los 9
millones que cobraron el IFE en 2020, pero con una salvedad: en este caso no se
incluyó a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo. Por lo tanto,
la cantidad de personas que recibirán el beneficio es equivalente, a pesar que
quedaron atrás las restricciones de la pandemia.
Los
principales perjudicados por la altísima inflación son los sectores que
respaldan históricamente al kirchnerismo. Es fácil entender por qué Cristina
Kirchner se plantó como dura opositora del Presidente. Lo culpa de la
inflación y sus consecuencias. Todo podría haberse evitado, según la lógica
discursiva de la vicepresidenta, si Alberto Fernández hubiera seguido
sus sugerencias en vez de cortarse solo.
Incomprobable
El
argumento de Cristina es irrebatible, pero no por verdadero sino porque resulta
imposible de comprobar. Nadie sabe con claridad cuál era su receta alternativa.
Tampoco está muy claro qué quiere ahora. La Cámpora ni siquiera propuso
una alternativa para no cerrar el acuerdo con el FMI ni un nombre potable para
reemplazar a Martín Guzmán.
Los
últimos datos de consultores privados muestran con claridad cómo viene cayendo
el consumo de alimentos y bebidas. El último relevamiento de CAME, por ejemplo,
reflejó una caída de casi 5% en abril en relación a marzo en autoservicios y
mercados de cercanía. “La gente se vuelca por segundas y terceras marcas,
como pasa durante las crisis”, explican. También habría una migración de
consumo a favor de los mayoristas e hipermercados en la búsqueda de más
descuentos. Números similares arrojan los relevamientos de Focus Market, que
dirige el economista Damián Di Pace, que estimó una merma de 4,5% en la
compra de alimentos el mes pasado.
Sin
embargo, en otros segmentos los precios vuelan pero las ventas también. La
demanda en materiales para la construcción, bienes durables, indumentaria,
ferreterías o farmacias no para de crecer. Los restaurantes trabajan a turno
completo y el turismo interno está colapsado. Ya no hay lugar casi en ningún
lado para el fin de semana XL del 20 de junio y el nivel de ocupación para las
vacaciones de invierno supera ya el 80% en los principales destinos del país.
No
sólo existe una enorme masa de pesos dando vuelta, sino que además aumentó la
velocidad de circulación de dinero. Se trata de los principales factores que
explican la inflación. Pero esto además coincide con otro factor presente
también en todos los segmentos: las dificultades de oferta para abastecer al
mercado. Faltan autos, respuestos y motos, pero también calzado, indumentaria,
artículos para el hogar y materiales.
Los
planes “Ahora 12″ incentivan mucho más la demanda. Con una inflación de 60% y
que se estiraría a por lo menos el 70% durante el año ya no hay noción de
precios. El consumidor compra en cuotas con la expectativa que la inflación
termine licuando los pagos futuros. Así se pagan precios exorbitantes incluso
en dólares sin importar demasiado, ante la expectativa de que las últimas
cuotas prácticamente se “paguen solas”.
Es
fácil entender por qué Cristina Kirchner decidió plantarse como opositora al
presidente
En
otros segmentos también influye el efecto “post pandemia”, lo que se nota
particularmente en los restaurantes llenos y también en las “escapadas” a
destinos turísticos de cercanía. De a poco ingresa más turismo internacional,
sobre todo de países limítrofes, que ayuda a mantener el dólar libre más
estable.
El
otro factor que mueve el consumo pero también exacerba la inflación está
relacionado con el aumento de la velocidad de circulación del dinero. En otras
palabras, los pesos queman y la gente busca usarlos rápidamente antes de
perder poder adquisitivo. Si hay una necesidad de cambiar el electrodoméstico,
efectuar un arreglo o simplemente hacer las compras en el supermercado, la
decisión es hacerlo rápido ante el riesgo de nuevas remarcaciones, ya que las
listas de precios se actualizan dos y hasta tres veces por mes.
La
rentabilidad en la industria y el comercio volvió a sus mejores épocas, aunque
nadie sabe cuánto puede durar. Este fenómeno tiene características
particulares, ya que en buena medida se da con menor oferta de productos, pero
aumentos muy fuertes de precios que permiten operar con mayores márgenes. En
sectores protegidos, por ejemplo fabricantes de celulares o computadoras o
textiles, es mucho más fácil porque prácticamente es imposible conseguir
artículos importados. Y lo poco que se vende a través de sitios especializados
de comercio electrónico está por las nubes.
El
BCRA dejó de comprar dólares en los últimos días. Su titular, Miguel Pesce,
hace equilibrio entre la necesidad de acumular reservas y permitir que las
empresas accedan a insumos y no frenen su producción.
Los
desequilibrios que se acumulan son cada vez más grandes y pueden dar lugar a
una nueva crisis en cualquier momento. La estabilidad cambiaria dio un respiro
en estos primeros meses del 2022. Por lo pronto, la próxima suba de
tarifas será muy inferior a la necesaria para bajar subsidios, las reservas
siguen siendo muy escasas para encarar el año electoral con mayor tranquilidad
y el déficit será como mínimo igual y probablemente mayor al del año pasado.
Las metas con el FMI, ya lo adelantó el Presidente en su viaje a Europa, serán
revisadas ya que quedaron “desactualizadas” por los efectos de la guerra en el
precio de las materias primas.
Por
lo pronto, el Banco Central dejó de comprar dólares en el mercado en las
últimas jornadas, luego de un arranque fuerte en mayo que le permitió acumular
casi USD 550 millones. El titular de la entidad, Miguel Pesce, tiene
que hacer un doble equilibrio, entre la necesidad de acumular reservas
(comprometido con el Fondo) y permitir que las empresas tengan acceso a insumos
y no frenen su producción.
Los
próximos meses serán muy desafiantes. Para Martín Guzmán la prioridad será
bajar la inflación a niveles más tolerables (4% mensual en el segundo semestre
sería la meta para no superar el 70%). Pero al mismo tiempo también se trata de
evitar una nueva recesión, ante la fuerte caída de los ingresos y la
elevada incertidumbre política, que será todavía mayor a medida que se acercan
las elecciones presidenciales en 2023. |