Por Javier Blanco - En la Argentina circular, o del repetitivo Día de la
Marmota, todo vuelve. Y ahora volvieron los tests sobre la capacidad para
conseguir financiamiento en el mercado. Hace algunos años eran los
“supermartes” de Lebac y, más tarde (con el mercado internacional ya cerrado
para la administración Macri), las pruebas relacionadas a la colocación de
deuda interna, esas que vuelven a tomar preponderancia ahora que el acuerdo con
el FMI le puso a la administración Fernández un razonable límite a la
“maquinita” de fabricar dinero para afrontar el gasto.
La cita ahora está planteada hoy, día en que el Ministerio de Economía
saldrá a buscar plata para pagar unos $756.000 millones que se le vencen en
deuda antes emitida, un monto que supera en 3,65 veces los $206.000 millones
que cuesta el plan de refuerzo a los ingresos recientemente puesto en marcha
por el Gobierno, según las cifras oficialmente difundidas al respecto, y
dimensiona el peso que está asumiendo la deuda pública emitida en pesos (hay
vencimientos por más de $4 billones en lo que resta del año, cifra
representativa del 113% de la Base Monetaria).
Lo hará ofreciendo al mercado siete instrumentos de deuda en pesos de
distinto tipo (a tasa fija, ajustables por CER o por el dólar oficial y hasta
“duales”) y a distintos plazos, además de dos canastas con letras del Tesoro
(Lecer) con cobertura contra la inflación.
Pero conservando bajo la manga una carta importante para asegurar un
piso de captación algo superior a los $450.000 millones: armó un bono a vencer
en cinco años que los bancos podrán usar para integrar los encajes que les
demanda el BCRA y que les asegurará elegir cobrar por esa obligación prudencial
–que habitualmente debían cubrir sin esperar retribución alguna– la tasa que
surja de la licitación (con tope fijado en el 43,25% nominal anual) o la que
resulte de aplicarle al índice CER un 1% extra.
Eso hace a los analistas de mercado descontar que los bancos –que tienen
por cobrar $449.000 millones (por vencimiento del Bonte22 que usaban con igual
destino, aunque sin la garantía de esa dualidad)–, “se tirarán de cabeza a este
bono”, tal como no duda en afirmar al economista Santiago López Alfaro,
presidente y socio de Patente Valores, quien, sobre esta base, sostiene su
pronóstico de una licitación que “saldrá bien”. Incluso se proyecta, considerando el aumento de los depósitos desde la
última licitación del bono TY22 que vence, que podría captar con este
instrumento entre “$20.800 millones y $60.700 millones adicionales si los
bancos decidieran volver al 4,3% promedio de la integración con él o llegar al
5% máximo permitido por regulación”, calcularon los especialistas de Portfolio
Personal Inversiones (PPI). “Queda a la vista que se juegan a captar todo lo que puedan porque
retornaron al menú las opciones CER menores a un año tras su ausencia en abril.
Es una clara señal de que necesitan mejorar los números de financiamiento para
no desviarse del cumplimiento de la meta monetaria trimestral, tras el bajo
roll over de abril y el aumento del financiamiento monetario en las últimas
semanas”, destacó en su informe previo a la subasta Facimex Valores. La pausa en la emisión de deuda ajustable por CER en abril respondió a
un intento de la administración Fernández de atender la “sugerencia” que el FMI
les había repetido a los responsables de Finanzas en las últimas semanas. No es para menos: ese tipo de deuda ya explica dos tercios de toda la
deuda emitida en pesos y no solo representa 14% del PBI, sino que además se
encarece en unos $16.700 millones por día dada la elevada inflación reinante. Pero, como dice el dicho, la necesidad tiene cara de hereje, por lo que
desde la secretaría que conduce Rafael Brigo volvieron a incluir esos
instrumentos y ni siquiera dudaron en sumar al menú opciones para cubrirse del
riesgo de una mayor devaluación del peso, algo que venían escatimando en el
presente año. Algunos desajustes Lo curioso del caso es que la situación de caja en la que llega el
Tesoro a esta instancia parece derivar de una subestimación de la necesidad de
recursos o de un manejo defectuoso de la política de financiamiento durante
abril (no se cubrió ni el total de la deuda que vencía, como no sucedía desde
agosto pasado), con el agregado de un mal diseño en el cronograma de
colocaciones que dejó un “bache” de 23 días (el mayor en lo que va del año)
entre la última subasta y la de mañana, y en mal momento: cuando el gasto
público vuelve a expandirse sostenidamente, en muchos casos, solo para cubrir
algo del daño que la propia política económica genera por vía de la inflación. De allí que el BCRA haya tenido que volver a prender la “maquinita” para
emitir $258.000 millones solo entre el 29 de abril y el pasado viernes 13 (en
15 días) para asistir al fisco, con lo que el acumulado por esos giros ya llega
a $380.000 millones en lo que va del año, lo que implica que se consumió el 87%
de la meta máxima de $438.500 millones estipulada en el acuerdo con el FMI para
fines de junio. “Esos datos, y el tamaño de los vencimientos, son los que generaron la
expectativa que se creó sobre la licitación de mañana [por hoy]. Pero cuando se
mira el detalle, y se observa en especial que casi $450.000 millones por vencer
los tienen los bancos en un bono que usan para encajes –y les ofrecen a cambio
un bono a 2027, pero amortizable en cuotas anuales de 25%, cada una a partir de
mayo de 2024 y dual–, se tiende a pensar que la captación será alta”, coincide
en diagnosticar Juan José Vázquez, de Cohen Aliados Financieros. “La dinámica que tomó la emisión, y los límites que impuso el acuerdo con
el FMI, hacen que estas subastas vuelvan a captar la atención del mercado. Será
así de aquí en más”, sostiene a la vez López Alfaro. La mirada más fina estará puesta en la demanda de papeles por vencer una
vez activado el cronograma electoral de la próxima presidencial o incluso
finalizado el mandato de la actual administración. Hasta aquí el apetito del
mercado por este tipo de papeles era muy bajo.
“Entre los instrumentos que se licitan está la reapertura de un bono
dollar linked a caducar en mayo de 2024 y bonos CER con vencimientos a 2025
(nuevo) y reapertura de TX26. Será interesante para ver la demanda de
instrumentos financieros posmandato actual”, apuntó Vázquez. ß
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