Por Claudio Zlotnik - Uno de los datos
relevados por la consultora LCG en su último reporte de la inflación puede
interpretarse como positivo: el movimiento alcista de los precios se
ubicó, en promedio, por debajo del 1% para la tercera
semana del mes, por
primera vez desde diciembre. El registro inquietante, no obstante, luce mal para las
expectativas: uno de cada cuatro productos modificaron su precio la semana
pasada.
La conclusión en materia inflacionaria, a pocos
días de que termine mayo, es que el escenario es muy preocupante: la inflación del mes se mantiene con
una proyección por arriba del 5% en el rubro de los
alimentos y bebidas. Un nivel que pocos veían como posible hasta hace algunas
semanas.
En la medición de las últimas cuatro semanas, las
subas promedio se ubicaron en el 5,1%.
La inflación baja, pero no es
motivo para festejar
La semana pasada, el alza promedio fue de 0,8%. Es
la primera vez desde diciembre que el movimiento de la tercera semana del mes
se sitúa por debajo del 1%. De todas formas se trata de un hecho esperable
después de que las dos semanas previas, el índice se moviera en torno del 2% en
cada una.
Otra vez: el
dato preocupante es que el 25% de los precios de los alimentos se
encareció la semana pasada. Ya lo había hecho un 28% la semana
anterior. Un fenómeno que habla de una profundización de la dinámica
inflacionaria.
Según LCG, los aumentos de la semana pasada se
concentraron en los siguientes productos: azúcar, que lideró el ranking con un
incremento del 2,6%, los lácteos y huevos, con un alza del 2,5%, y los aceites,
que marcaron un ajuste del 2,4% en promedio. En el sentido contrario, las
carnes jugaron a favor: registraron una mínima baja del 0,1% en la semana.
El consumo, otra variable a
monitorear
El último informe de la consultora Scentia,
especializada en consumo masivo y con mediciones en todo el país, revela un
dato clave para comprender el actual escenario: mientras las ventas en
autoservicios y almacenes de barrio en el área metropolitana -CABA y conurbano
bonaerense- muestran una sensible caída, en el interior del país sucede todo lo
contrario. Allí, los números son positivos. Como si convivieran dos argentinas,
al menos a la hora de hablar de consumo de alimentos, bebidas y productos de
higiene y limpieza.
Esta grieta del consumo no tiene un corte
geográfico solamente. Vinculado a esto, el economista Fausto Spotorno refiere a que por lo
menos existen dos divisiones más: entre las familias a las que les cuesta
llegar a fin de mes, que por el shock inflacionario hacen malabares y ajustan
sus gastos para vivir.
Y las familias con ingresos medios y medios altos,
que tiene cierta capacidad de ahorro pero que la destinan a cubrir necesidades postergadas por la
pandemia: son las personas que llenan los restaurantes (los que quedaron en
pie, aclara Spotorno) y agotan los tickets de los festivales de música y los
teatros.
Son personas que también cambiarían el auto por un
cero kilómetro, pero que deben postergar ese gasto por el simple hecho de que
no hay disponibilidad de oferta en las concesionarias. Algo que tiene que ver
con otro de los problemas de la economía argentina: la escasez de dólares para
poder importar vehículos y autopartes. |