Por Pablo Wende - Sergio Massa logró varios objetivos en simultáneo
con el “dólar soja”. No sólo logró una liquidación récord del complejo,
superior a los USD 8.000 millones, sino que además estabilizó el mercado
cambiario y de paso cumplió con las metas comprometidas ante el FMI, tanto
desde el punto de vista fiscal como de la propia acumulación de reservas que el
organismo requería para el cierre del tercer trimestre.
Parecía imposible alcanzar aquel requisito, porque era necesario
acumular más de USD 5.000 millones a lo largo de septiembre. Pero lo logró a
partir del tipo de cambio especial ofrecido para la liquidación de la soja a
200 pesos, lo que le permitió también aumentar la recaudación por retenciones.
Si bien es cierto que lo que ingresó ahora no entrará más adelante, lo más
acuciante era fortalecer al Banco Central, tras un drenaje continuo de reservas
que se había profundizado en julio y agosto.
La acumulación de dólares es vital para cualquier país emergente que
quiera protegerse de shocks externos o hacer frente a una fuga de capitales.
Pero aún después del volumen de compras de septiembre, la Argentina tiene
reservas internacionales por menos del 1% del PBI, cuando en otros países de la
región como Brasil llegan al 20%. Por eso, el FMI insiste en que la economía
argentina se encuentra en un estado “frágil”.
Blindaje
La capacidad de generación de dólares en el corto o mediano plazo es
realmente muy escasa, por lo que el propio Massa anticipó que lanzará medidas
este lunes para cuidar lo que entró en el último mes. Se trata de
establecer una suerte de blindaje sobre esas divisas, que son difíciles de
obtener y tienen un fuerte costo en materia de emisión monetaria e impacto
sobre el balance del Central, ya que se compraron a un valor mucho más
alto que el de venta ($ 200 versus versus $ 145 para el resto de los
importadores).
Algunas decisiones ya fueron esbozadas en la conferencia de prensa del
viernes. Habrá un cambio en el esquema de autorización de importaciones,
ya que el Central brindará a las empresas una fecha concreta de acceso a las
divisas, al mismo tiempo que reciben la autorización para ingresar los
productos.
Para "cuidar los dólares" y al menos salir empatado en
octubre, Massa buscará neutralizar las cautelares y cortará las importaciones
suntuarias EFE/Demian Alday Estévez
Se apunta a dos objetivos simultáneos. Uno de ellos es dar más
previsiblidad a las compañías, al brindarles mayor certeza sobre el acceso a
los dólares al tipo de cambio oficial. Así se busca reducir las “remarcaciones
preventivas”, aumentos exagerados ante el temor de no poder reponer la
mercadería debido a las dificultades de acceso al mercado cambiario.
Al otorgar certeza sobre el momento en que se otorgarán las divisas se
apunta también a hacer caer las cautelares, medidas judiciales que obligan al
BCRA a otorgar los dólares a las empresas. Es un aspecto clave para administrar
las importaciones y frenar el drenaje de reservas por esa vía.
Además, se eliminarán las licencias automáticas de productos suntuarios
que insólitamente tienen vía libre de ingreso. Por ejemplo, en Economía
mencionan los casos de relojes de alta gama o motos de agua, entre otros.
Para compensar las nuevas restricciones, se anunciará la liberación de dólares
para que puedan pagarles a sus proveedores del exterior a 21.000 Pymes. Muchas
habían quedado en un estado de virtual default comercial, por las dificultades
para girar divisas, pese a haber recibido la mercadería.
Efecto monetario
Según estimó la consultora Invecq, la emisión neta por la
compra de divisas versus lo que terminó absorbiendo el Banco Central vía Leliq
y otros instrumentos llegó a un billón de pesos, casi el 25% de la base
monetaria en solo un mes.
La emisión neta por la compra de divisas a raíz del
"dólar-soja" llegó al billón de pesos, calculó la consultora Invecq .
Si bien es cierto que en este caso se trató de expansión de dinero con
respaldo (ya que se acumularon reservas), parece difícil que la demanda de
dinero del mercado aumente en igual proporción, sobre todo teniendo en cuenta
que se vienen meses de menor actividad económica. Por lo tanto, el peligro de
la gran acumulación de divisas que se logró a un partir de un tipo de cambio
preferencial para las cerealeras es que se genere más inflación en los próximos
meses.
Massa privilegió al menos para esta etapa la estabilidad cambiaria. No
le quedaba otra, luego de varios meses de pérdidas de reservas netas que
amenazaban con hacer colapsar al Banco Central. Se evitó así un desborde cambiario,
cuyas consecuencias hubieran sido catastróficas.
La inflación, sin embargo, no da respiro y es el principal desafío que
tiene el ministro de Economía por delante. Los economistas proyectan que
este año se llegará finalmente a los tres dígitos y es difícil que baje el año
que viene, pese a que el proyecto de Presupuesto 2023 prevea un 60 por ciento.
Al contrario, la reapertura de las paritarias de bancarios, seguros o
sanidad parten de un piso superior al 90%, preludio de lo que se viene. Pablo
Moyano ya avisó que la protesta del sindicato de neumáticos es “un poroto”
al lado de lo que vendrá. Las presiones salariales y la conflictividad
social difícilmente sean el escenario ideal para llevar adelante un plan
antiinflacionario.
Los conflictos también suceden dentro del Gobierno, luego de algunas
semanas de relativa tranquilidad interna, especialmente luego del atentado
fallido contra Cristina Kirchner. Era solo una cuestión de tiempo que
reapareciera la vicepresidenta con reclamos a la política económica: salió
a pedirle a Massa que haga algo con los precios de los alimentos, tras
conocerse el aumento de la indigencia a 8,8% en el primer semestre. El
economista de IDESA, Jorge Colina, consideró que la baja de la pobreza al
36,5% es circunstancial. “Con la fuerte aceleración de la inflación a partir de
julio, es esperable que vuelva a niveles de 40% en el segundo semestre”,
señaló.
La respuesta de Gabriel Rubinstein, secretario de Programación
Económica, a Cristina, fue ambigua. Por un lado, consideró que los márgenes de
ganancias de las empresas quedaron muy elevados y habría que hacerlos
retroceder. Al mismo tiempo, atribuyó esa situación al desorden macroeconómico,
la brecha cambiaria y la incertidumbre sobre el acceso al mercado de divisas.
“No es culpa de las empresas. Es nuestra responsabilidad que todo esto mejore”,
aseguró la mano derecha de Massa en el manejo económico.
No hacer olas
Massa, el viernes, cuando presentó el balance del "dólar soja"
El ministro volvió a descartar de plano una devaluación brusca. La
proximidad del calendario electoral vuelve imposible arriesgar un salto
cambiario, que al menos en el corto plazo desataría más inflación y más
pobreza. La brecha cambiaria y el experimento del dólar soja dejaron en claro,
sin embargo, que el tipo de cambio oficial acumula un atraso significativo.
Tampoco habrá tipos de cambios diferenciales para otros sectores, sino
programas de incentivo para aumentar exportaciones. Las empresas que
exportan “conocimiento” serían las próximas beneficiadas y contarán con un 30%
de dólares de libre disponibilidad. por lo que aumenten sus ventas externas. El
mismo incentivo ya lo recibieron, por ejemplo, los sectores petrolero y
automotor.
En cuanto al “dólar Qatar”, luego de varios días de análisis a fondo, se
habría optado por no efectuar cambios al esquema actual, al menos en las
próximas semanas. Hubo fuerte presión de cámaras empresarias para encarecer el
tipo de cambio a los viajeros, pero finalmente se decidió no avanzar.
La conclusión de distintas simulaciones arrojó que la brecha cambiaria
entre el dólar MEP y el dólar tarjeta se achicó a sólo 10%, por lo que no tiene
sentido hacer cambios ahora. “Si ponemos un dólar a $ 300 tanto para los
que entran como para los que salen, no ahorraríamos muchas reservas, podríamos
perder encajes en dólares y recaudación”, razonaron en el ministerio de
Economía.
Luego del fuerte aumento de reservas de septiembre, el objetivo de
Massa para octubre es mucho más austero: salir al menos empatado a partir de la
administración del comercio exterior, pero sobre todo de los desembolsos de
organismos multilaterales que podrían aportar alrededor de USD 2.000 millones a
lo largo del mes. |