Por Melisa Reinhold - La City porteña transitó otra semana en calma.
Lejos está de ser hoy el centro de atención como fue en julio, cuando estalló
la crisis político-financiera y todas las miradas estaban puestas en cómo los
dólares libres alcanzaban diariamente récords nominales. Desde aquel entonces,
el blue se posicionó en torno de los $290; el dólar MEP, a $293 y el contado
con liquidación, a $305. Valores que incluso llaman la atención de los
analistas, teniendo en cuenta que la inflación marcha a un ritmo superior al 6%
mensual y hay problemas acumulados que amenazan con interrumpir la pax
cambiaria.
En detalle, este viernes el dólar blue se vendió en las cuevas y
arbolitos de la City porteña a $289. Si bien registró un avance de $2 a lo
largo de la jornada ( 0,6%), aún se encuentra a $49 de distancia de su récord
histórico ($338). El MEP cerró a $290,97, $2 abajo (-0,7%); y el CCL, a $304,55
(-0,1%). En contraste, sus máximos nominales fueron $326,09 y $339,40,
respectivamente.
“Realmente llama la atención que el dólar blue se mantenga en estos
valores, o incluso baje, sobre todo porque las condiciones básicas siguen
siendo las mismas. Hay un fuerte cepo cambiario, emisión de pesos por el pago
de Leliqs, muchos sobrantes de pesos en la economía y una inflación del 6-7%
mensual. No se encuentran muchas explicaciones lógicas a esto. Mientras la
economía se mueve al 6%, los dólares libres se mantienen quietos hace tres
meses”, resaltó el analista financiero Christian Buteler.
Para Nery Persichini, de GMA Capital, la explicación de esta calma de
los dólares libres reside en que los últimos meses volvió a ser rentable otra
de las inversiones más tradicionales de los argentinos: los plazos fijos. Entre
la caída de los tipos de cambio paralelos y el ascenso de la tasa de interés
hasta los tres dígitos, en los últimos tres meses el retorno total de un plazo
fijo fue del 33% en dólares (101,1% anualizado). En el caso del plazo fijo UVA,
la recompensa ascendió a 37% o 112,6% anualizado en moneda dura, según resaltó
la sociedad de bolsa.
“Pero los árboles no crecen hasta el cielo. Una brecha de 92%, la más
baja en cuatro meses, aunque asistida por un crawling peg [devaluación diaria]
de 110% que cierra el gap cambiario [brecha] desde abajo, parece ser un valor
retrasado para los desequilibrios que la economía acumula. Massa y su
empoderamiento sobre la botonera de la macro, si bien evitaron el abismo
financiero y reconstituyeron reservas netas por US$5000 millones gracias al
dólar soja, no representan una condición suficiente para aplacar un mercado al
que las cuentas empiezan a no cerrarle”, advirtió.
En el mismo sentido apuntaron en Portfolio Personal de Inversiones
(PPI), que remarcaron que “a priori, lo que más nos llama la atención es la
tranquilidad que reina en los dólares financieros”. Sobre todo porque a medida
que la inflación va avanzando y el tipo de cambio se mantiene estable, “se
abarata en términos reales”.
“De hecho, viendo la evolución del CCL en pesos constantes, el 79% de
los días de la administración de Alberto Fernández estuvo en niveles reales por
encima del umbral actual. Para tener como referencia, el pico nominal de 180
que tuvo el CCL en octubre 2020 equivaldría a $518 pesos de hoy, mientras que
los $338 previos a la llegada de
Massa (21 de julio) equivalen ahora a un CCL de casi $415”, compararon.
El valor de “equilibrio” del contado con liqui dista de las cotizaciones
actuales. Si se sigue la dinámica entre la evolución del CCL y el M3 privado,
el dólar cable debería ofrecerse en torno a los $348, un 12,5% por encima del
actual, según cálculos de PPI.
“Lejos de ser una verdad revelada, este indicador al menos dice que
podría tener recorrido en caso de una nueva situación de estrés. Está claro que
es imposible predecir cuándo se puede corregir esta situación, pero mirando
otros momentos todos tienen en común reacciones muy abruptas y repentinas. La
debilidad reciente del mercado de pesos, la mayor liquidez por las nuevas
intervenciones del Banco Central (BCRA), la sequía, la incertidumbre política y
la típica volatilidad estacional generan un terreno propicio para esta clase de
sucesos”, completaron.
De continuar con la misma dinámica, para Persichini, habría un doble
efecto. Por un lado, menos dólares, por las restricciones a las importaciones y
un tipo de cambio real en niveles mínimos en cinco años. Por el otro, más pesos
debido a la dificultad de renovar los vencimientos de más de $11 billones para
finales de 2023, con casi el 90% de los compromisos indexados, pasivos
remunerados con ratios “no vistos desde los años 80”, un gasto público que
“ajusta a paso lento” y presiones sindicales para seguir con la indexación. “En
estas circunstancias, es probable que las inversiones en pesos hayan visto lo
mejor de su rally y den lugar al conocido proceso de dolarización de carteras
en el preludio de la carrera presidencial”, agregó el economista de GMA Capital.ß |