Por Gustavo Marangoni - En su última exposición pública, Cristina Kirchner reiteró conceptos respecto a la dolarización, el FMI y la economía bimonetaria. Con muchos datos -precisos en algunos casos, inexactos en otros y de interpretación muy libre casi siempre- no sorprendió en esos tramos de la disertación . Ella misma se encargó de señalar que estos tópicos los visitan con regularidad.
Son sus temas clásicos con los cuales entusiasman que seguidores, con auténtica lealtad, llenan auditorios, plazas y estadios precisamente para escucharla reafirmar las convicciones del espacio kirchnerista y evocar los años dorados de los tres mandatos K.
Como a una verdadera celebrity sus fans la adoran y ella no los defrauda. Siempre aporta los guiños, gestos y complicidades al auditorio para encuadrar sus apariciones estelares.
En los últimos años ha consolidado una narrativa y una gestualidad que, de manera inmediata, se multiplica en redes y medios, en remeras y carteles. En general, no se aleja demasiado de su zona de confort.
Pero el pasado viernes, invitada a disertar en ocasión de recibir el título de Doctora Honoris Causa por la Universidad de Río Negro, añadió una novedad al repertorio: la fragmentación política.
Lo hizo mencionando el riesgo concreto de que la
Argentina transite un camino similar al de la República del Perú, una nación
que en los últimos años ha multiplicado sus espacios partidarios repitiendo en cada
elección presidencial el esquema de una primera vuelta con una gran cantidad de
candidatos de pocos votos que fuerzan posteriormente a la ciudadanía a
descartar más que a elegir en el balotaje.
Fragmentación e
inflación: palabras agudas, problemas graves
Los resultados de
la fragmentación son poderes ejecutivos débiles que no suelen
terminar los períodos constitucionales. Da cuenta de ello que, entre los ex
presidentes andinos, hay renunciantes, renunciados, presos, exiliados y hasta
suicidados.
Si CFK, para
referirse al gobierno del que forma parte, elige un punto de enunciación
externo y ajeno a la gestión de Alberto Fernández, para referirse a los riesgos
de peruanización opta por situarse desde dentro del sistema
político. Probablemente pocas personas sepan como ella las oportunidades y
los riesgos de la atomización del sistema de representación.
En el año 2003,
acompañando a Néstor Kirchner, observó desde un lugar privilegiado las ventajas
que le podía proporcionar a un gobernador patagónico desconocido para buena
parte de la opinión pública nacional la implosión de la convertibilidad y el
"que se vayan todos".
El sueño de la Casa
Rosada se adelantó para su esposo, alumbrando un liderazgo nuevo y disruptivo
que se llevó puesto buena parte de la constelación de poder vigente hasta ese
entonces.
Es esa memoria
-precisamente- la que la hace tener conciencia del peligro actual: ahora
ella está en el corazón del sistema. Kirchnerismo y el macrismo representan el
establishment para importantes sectores de la comunidad, especialmente aquellos
que están por debajo de la frontera de los 35 años.
Para ese 45% del
padrón los tres mandatos K, la gestión de Macri y la experiencia del Frente de
Todos representan "la política", actividad a la que juzgan
severamente por sus resultados estanflacionarios.
Análisis
genérico y expectativas negativas en el corto plazo
Su descripción (con
cifras equivocadas y conclusiones correctas) de un cuadro social hecho pedazos
por la difícil convivencia entre los empleados registrados sindicalizados
(tanto del sector privado como público), los monotributistas y autónomos, los
no registrados, planeros (sic) y desempleados es asertiva e inquietante
por la conclusión lógica que conlleva: la fragmentación de arriba no es
otra cosa que el reflejo de la fragmentación social de la base misma de la
sociedad que la dirigencia no puede cerrar.
Si abundó en
detalles para describir fue mucho más austera a la hora de postular acciones y
medidas. Salvo el llamado a renegociar el acuerdo firmado con el Fondo
Monetario Internacional, el resto fue un genérico mensaje destinado a
concretar un consenso si la realidad no le permite a nadie la construcción
de una hegemonía.
Con excepción de
una cita ambiguamente elogiosa para Horacio Rodríguez Larreta, no avanzó mucho
en el terreno de las precisiones. Se comprende la dificultad pues no ha logrado
acordar en estos años con su elegido de 2019 cuestiones mínima de la gestión.
De
hecho, cuestionó severamente la propia renegociación de la deuda en
dólares implementada por Martín Guzmán lo que implica, indirectamente, una
crítica a la administración actual de la deuda en pesos. Quizás sabiendo el
número envenenado que traía el INDEC en materia de inflación es que no tampoco
aportó al respecto más que generalidades.
Pero el 6,6% de febrero superó las previsiones más pesimistas. La barrera de tres dígitos anuales ha sido formalmente perforada (102,5%) y los pronósticos para marzo son poco auspiciosos. Los famosos conejos de la galera no hicieron su magia, solo lograron distraer a unos pocos por un rato. La escalada de precios fragmenta y unifica a la vez.
Hay "cuatro vivos" (Cristina dixit) que ganan, un sector que apenas se defiende, otros que pierden algo y muchos que pierden mucho. Ahí se nota su carácter desigualmente corrosivo. Pero tiene un elemento unificador: todos se equiparán en sus expectativas negativas sobre el corto plazo. Mala noticia para celebrar el primer año de la declaración de guerra contra la inflación. No se estaría ganando. |