Por Francisco
Jueguen - Para no ser pobre, una familia tipo debió tener un ingreso mínimo
mensual de $177.063 en febrero, mientras que el ingreso para no ser indigente
se ubicó en $80.483, según informó ayer el Indec. De esta forma, el costo para
comprar una canasta de alimentos básicos –que marca el piso de la indigencia–
trepó 11,7% el mes pasado, mientras que aquella que suma algunos otros bienes y
servicios –y se toma como límite de la pobreza– subió 8,3%. Ambas variaciones
superaron con creces el índice de precios al consumidor (6,6%).
En términos
interanuales, la canasta básica alimentaria (CBA) avanzó 115,1%, mientras que
la canasta básica total (CBT) subió 111,3%. Son aumentos superiores a los de la
inflación en la medida interanual (102,5%), que impactan especialmente entre
los más vulnerables.
Especialistas creen
que estos números ya provocan una pobreza superior al 40%.
Cristina Kirchner
tiene razón. Como caracterizó en su discurso en Río Negro a fines de la semana
pasada, la inflación bajo el gobierno que comparte con Alberto Fernández
–mandatario elegido vía Twitter por ella– es “absolutamente desmedida” y marida
con “salarios superdeprimidos”. Un dato: transcurrida la misma cantidad de
tiempo en cada gestión, el podio de mayores inflaciones se integra con el
actual presidente (368%), Mauricio Macri (172%), el segundo mandato de Cristina
Kirchner (138%), el primero (87%) y el de Néstor Kirchner (27%).
“El acumulado de
las cinco gestiones es de 15.720%”, contabilizó el economista Salvador Vitelli.
Ese diagnóstico de
la vicepresidente empeoró en las últimas horas: la fuerte suba de precios es
incluso mucho más elevada entre los más pobres, quienes muchas veces no tienen
salarios, sino que con suerte suman algunos ingresos.
La canasta para
adquirir alimentos básicos –que marca el piso de la indigencia– aumentó 11,7%
en febrero, mientras que aquella que suma algunos otros bienes y servicios –y
hace de frontera de la pobreza– subió 8,3%. Ambas variaciones superaron con
creces a la inflación del mes pasado (6,6%). Por otra parte, la canasta básica
alimentaria (CBA) avanzó 115,1% en el año, mientras que la canasta básica total
(CBT) lo hizo 111,3%. Son incrementos superiores a los del nivel general de la
inflación en la medida interanual (102,5%).
Los expertos en la
materia confirman que los precios golpean con más fuerza a los que menos
tienen, base de sustentación política del kirchnerismo duro, sobre todo en la
provincia de Buenos Aires. En ese distrito, conducido por Axel Kicillof, se
registró una fuerte caída de los ingresos medios, según datos del Indec. Se
hundieron casi 10% entre el tercer trimestre de 2021 y el mismo período de
2022, se informó.
Los especialistas
consideran además que, a fines del año pasado, la pobreza habría terminado
cerca del 40%. Los datos dados a conocer por el organismo sugieren que la
cantidad de pobres será incluso mayor cuando se analice el primer semestre de
2023. El cierre de la pobreza y la indigencia del año pasado se conocerá el 30
de marzo.
Como se mencionó,
impulsado por el aumento de los alimentos y precios regulados, el índice de
precios al consumidor (IPC) marcó 6,6% en febrero y superó el 100% en la
medición interanual. Los economistas anticipan que este mes se acelerará. El
incremento interanual fue de 102,5%. Se trata de la variación más elevada desde
septiembre de 1991 (115%). En el primer bimestre, el IPC acumula ya un alza de
13,1%. Los precios de los alimentos –impulsados principalmente por la suba de
la carne, que mostró avances de más del 30%– se dispararon un 9,8%. El aumento
en el Gran Buenos Aires (GBA), donde se congrega la mayor cantidad de pobres
del país, fue mayor. Alcanzó el 10,2%.
Para no caer en la
pobreza, una familia tipo necesitó $177.063 en febrero, según datos del Indec.
En tanto, para no ser indigente, ese mismo grupo familiar precisó, durante el
mismo mes, unos $80.483.
“El dato de la
inflación nos parece malísimo, no era lo esperado”, dijo la vocera presidencial
Gabriela Cerruti en conferencia de prensa. La funcionaria había celebrado en
enero pasado que la inflación de 2022 no llegara a las tres cifras.
“El Gobierno sigue
con el compromiso de avanzar en controlar los precios, en que vayan bajando”,
dijo Cerruti y agregó: “El Gobierno entiende que esta situación hace muy
difícil la vida cotidiana, la previsión, el estado de ánimo respecto a cómo
moverse, y está comprometido a seguir avanzando para seguir sosteniendo los
números de la macroeconomía que no indican que debería haber estos niveles de
inflación, porque las variables están absolutamente bajo control”.
El econometrista de
la Universidad Di Tella (UTDT) Martín González Rozada compuso un índice de
inflación sin estacionalidad –similar al que elabora el Bureau del Labor Census
para Estados Unidos, sirve para ver movimientos de corto plazo– con los propios
datos del IPC. En febrero marcó 6,9%, pero en el Gran Buenos Aires dio más:
terminó en 7,1%.
“En febrero, la
tasa de inflación mensual sin estacionalidad que enfrentaron los hogares de
menores ingresos fue de 7,4% mientras que para los hogares del 20% de mayores
ingresos, la inflación fue de 6,6%”, sentenció González Rozada. “Alimentos y
bebidas no alcohólicas contribuyó a incrementar más de 20 puntos la diferencia
entre la inflación para los hogares de menores ingresos en comparación con los
hogares de mayores ingresos”, señaló el director de la Maestría en Econometría
de la UTDT.
“Estos valores no
influyen en el número de pobreza que conoceremos en dos semanas, pero indican
que la suba de pobreza que vamos a conocer por entonces, a valores cercanos al
40%, seguramente se siga profundizando en el primer trimestre de 2023”, señaló
Leopoldo Tornarolli, investigador del Cedlas.
Desde fines del año
pasado, Tornarolli venía advirtiendo que las CBT y CBA habían invertido la
curva que mostraban en el pasado y crecían a ritmos más acelerados que el
índice de inflación del Indec, lo probablemente determinaría una mayor erosión
social a fin de 2022 y en los primeros meses de 2023.
La pobreza en la
Argentina en el tercer trimestre del año pasado habría llegado a 39% en el total
del territorio urbano del país y afectaría a 16,5 millones personas. La
indigencia, sería del 8,2%, o sea, estaría golpeando a 3,47 millones. El número
sobre la pobreza urbana fue calculado por la consultora ExQuanti en base a los
microdatos publicados por el Indec sobre el tercer trimestre de 2022 del total
urbano. La misma consultora proyectaba una pobreza de 39,6% para fin de año. Es
el mismo de González Rozada, que cree que de septiembre a febrero ya hay que
pensar en un país con 42,2% de pobreza.● |