Domingo
8 - Por
Mariano Boettner - En los próximos días comenzará, de manera oficial, la
primera evaluación trimestral del Fondo Monetario Internacional a la política
económica del Gobierno nacional, apenas un mes y medio después de iniciado formalmente el nuevo programa
financiero. En una misión que se anticipó cuatro semanas por la
urgencia de la recalibración necesaria de algunas cifras, el staff del FMI
buscará acordar proyecciones más realistas de inflación y de subsidios, además
de inspeccionar el cumplimiento de las metas.
Por
su parte, los técnicos locales hablan en otros términos: “repriorización”, es
el mantra que repiten en el Palacio de Hacienda. Lo que implica esa idea, que
también sostienen en Washington, es que las pautas centrales del programa
como reducción del déficit fiscal, recorte de la emisión monetaria y la
acumulación de reservas no van a ser modificadas. Hay, de todas formas, espacio
para mover algunas piezas que sin conformar el set de condiciones, se
consideran esenciales en el espíritu del acuerdo.
Son
dos en particular. Por un lado, la estimación de inflación que hicieron los
técnicos del FMI y los funcionarios del Ministerio de Economía. Como tope, habían
calculado un 48% anual, pero esa pauta quedó completamente vetusta tras la
variacón de los índices del primer cuatrimestre. El Gobierno ahora no
espera una tasa menor al 60% anual para el cierre de 2022 en un escenario
optimista y un recálculo de esa cifra deberá estar más cerca de ese nivel.
En
Hacienda hablan de “repriorización”, que implica que las metas centrales del
programa no van a ser modificadas
Por
otro lado, los subsidios. Las condiciones internacionales de precios
trastocaron los planes y proyecciones de gasto originales que tenía el Estado a
la hora de asegurar el abastecimiento de energía para los meses de mayor
demanda. Esto tendrá como consecuencia un gasto público mayor y menor
margen para recortar subvenciones en 0,6% del PBI.
Es
en este tipo de casos en que se entiende más el concepto de “repriorización”
que busca utilizar el Poder Ejecutivo. Esto es: las metas principales no
se modificarán, pero las medidas -algunas clave como la caída en el gasto en
subsidios- pueden tener cierta flexibilidad en caso de que este año, el
primero de vigencia del acuerdo, no se alcancen los objetivos previstos.
No
figura, en el tablero de control oficial, la posibilidad de que estas
primeras metas exigibles trimestrales que revisará en los próximos días el
Fondo Monetario tengan algún tipo de incumplimiento, y las cifras oficiales
dadas a conocer le da la razón. Los objetivos del segundo trimestre son otra
historia.
Las
variables claves
1.
Déficit primario: el Gobierno sobrecumplió por poco menos de $30.000
millones la primera meta fiscal trimestral que había acordado con el Fondo
Monetario Internacional. El gasto público tuvo en los primeros tres meses del
año fuertes incrementos en un rubro decisivo para el programa económico
consensuado con el organismo como la partida presupuestaria de subsidios, pero
también contó con un ingreso extra que le permitió ajustarse al objetivo fiscal. Se
trata del rubro “rentas de la propiedad” por el cual el Estado tuvo en marzo un
ingreso de $157.800 millones, lo que implica un salto superior al 1.000% en
comparación con igual mes del año previo. Se trata de ingresos que obtiene el
Estado que no están relacionados a la recaudación tributaria sino con entradas
por “ganancias contables” o intereses que obtuvo el fisco por inversiones
financieras, plazos fijos y otro tipo de activos, como el resultado de las inversiones
que hace el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del Anses.
“Los
ingresos por rentas obtenidos por el Tesoro Nacional corresponden
principalmente a las rentas derivadas por la diferencia entre el valor
efectivo y el valor nominal de las colocaciones realizadas en pesos”, comentaron
desde Hacienda.
Como
método fue cuestionado por consultoras y economistas, ya que consideran que ese
tipo de ingresos no estarían contemplados en el memorando técnico que acordaron
el Gobierno y el Fondo Monetario. Pero el acuerdo técnico habla de “que los
ingresos se registran sobre base caja e incluyen los ingresos tributarios,
las rentas de la propiedad, otros ingresos corrientes y los ingresos de
capital”, esgrimen en Economía.
Sin
embargo, también el Memo menciona que “los ingresos excluyen todo tipo de
transferencia financiera procedente del Banco Central (incluidos utilidades y
adelantos transitorios), el ingreso en concepto de intereses generado por la
tenencia de valores y obligaciones de deuda dentro del sector público, el
producto de la venta de activos financieros, y los derechos especiales de giro
(DEG) asignados por el FMI o recibidos bilateralmente de otros miembros del
FMI”, destacan los economistas del sector privado.
El
FMI deberá arbitrar en el contrapunto entre Hacienda y los economistas de las
consultoras privadas sobre el tratamiento de las "rentas de
propiedad" para cumplir con la meta fiscal (Adrián Escandar)
El
primer objetivo exigible por parte del Fondo Monetario para el sendero
fiscal sobrecumplió ese objetivo por $29.529 millones. Las cifras que
acordó el Gobierno para la segunda revisión -la que incluirá los datos hasta el
30 de junio y que será revisada en septiembre- implican que el déficit
primario debería ser cercano a $566.800 millones.
2.
Emisión monetaria y reservas: otras dos metas exigibles decisivas por el
Fondo Monetario también habrían sido alcanzadas, aunque eran de más fácil
cumplimiento según los analistas. Así, la letra chica reclamaba que las
reservas deberían haber aumentado USD 1.200 millones en forma neta, mientras
que la monetización del déficit tendrá como techo una suma de $236.800 millones.
Para
ambos casos en el BCRA aseguran que los objetivos se cumplieron. En el
primer caso, por el primer desembolso del FMI de USD 9.700 millones que implicó
una suma neta de divisas -es decir, que no se utilizaron para pagar
vencimientos con el propio Fondo- y, por otro, porque el Central acumuló
hasta fines del primer trimestre adelantos transitorios al Tesoro por $122.000
millones.
3.
Deuda flotante: el FMI incluye una meta exigible, es decir, que es
decisiva para pasar la evaluación trimestral que habilite un nuevo desembolso,
clave para afrontar el pago de los vencimientos con el organismo. A lo
largo del año debería tener como techo $535.900 millones. Ese número es el
de atrasos que tenía el sector público hacia finales de 2021, especifica la
letra chica del acuerdo, por lo que en definitiva la meta es que no haya
ningún incremento nominal de ese pasivo.
El
Gobierno solo tiene publicados los datos hasta febrero y ubicaba ese monto
en $574.000 millones. Eso incluye atrasos por $230.732 millones pendientes
de 2021 y $343.363 millones de 2022. De esta manera, el Gobierno
deberá mostrar que logró en marzo un recorte de $38.000 millones.
El
FMI no quiere cambiar las metas pero sí algunas proyecciones como inflación
4.
Atrasos en la deuda externa: el memorando de políticas económicas incluye
la prohibición de entrar en default, una situación que no sucede en la
actualidad tras la reestructuración de los bonos con tenedores privados en 2020.
En este caso, el margen de acción es nulo: el FMI no tendrá tolerancia.
Luces
de alarma en el mercado
Según
un informe de la consultora Invecq, “es claro que más allá de haber
cumplido el primer set de metas trimestrales del acuerdo, una mirada de
más largo plazo refleja que el objetivo principal del programa no está siendo
alcanzado. Las inconsistencias y poca claridad resultan en una importante
falta de confianza, y como consecuencia el mercado busca resguardo, evita
quedar expuesto al riesgo local, y aguarda por un plan que verdaderamente
marque un rumbo claro y de estabilidad”.
En
un sentido similar, la Fundación Capital alertó: “Los riesgos de
incumplimiento de la meta fiscal hacia delante se empiezan a acrecentar”. “Si
bien las autoridades lograron cumplir con el objetivo fiscal del primer
trimestre del año, esto no les resultó fácil. En efecto, sin los ingresos por
rentas de la propiedad, la meta se habría incumplido”, consideraron.
“Hacia
delante, dados los incrementos estimados para la partida de subsidios a la
energía de más de medio punto del producto, el esfuerzo fiscal en el resto de
las partidas del gasto o ingresos debería ser superior a 1,5% del PBI para
alcanzar el déficit primario del 2,5% del producto. De este modo,
proyectamos que el rojo fiscal será mayor al pactado por las autoridades con el
FMI, superando el 2,8% del PBI en 2022″, fue una de las conclusiones del
estudio.
Un
reporte de la consultora Sarandí, directamente habló de la necesidad
de un waiver para la meta fiscal. “El saldo final de nuestra proyección
muestra una incompatibilidad respecto del mencionado target fiscal del 2,5% de
déficit primario a PBI. Así, el Gobierno tendría dos alternativas para aprobar
las metas con el FMI sobre fin del año”, evaluaron.
“Si bien la meta de financiamiento al Tesoro
aún luce alcanzable, será necesario monitorear la renovación de vencimientos en
el mercado de deuda local, en particular considerando el resultado de abril, el
rol de la deuda atada a la inflación y los vencimientos abultados en lo que
resta del año. Sin dudas, el riesgo de incumplimiento de las metas se empieza a
incrementar”, consideró Fundación Capital (Reuters)
Las
dos opciones serían: “Elevar al Congreso el anunciado proyecto de ley para
capturar parte de la renta inesperada (y garantizar su aprobación)”, apuntaron.
Y en segundo lugar, “solicitar una dispensa (waiver) al FMI, con el
propósito de flexibilizar las exigencias fiscales en un año donde casi ningún
país del mundo va a reducir el déficit público”.
No
aparece, como prioritario a la hora de evaluar posibilidades de cumplimiento del
programa, el objetivo de reducción de la emisión monetaria. Aunque sí los
analistas prestan especial atención a la dinámica de renovación de
vencimientos de la deuda en pesos. En caso de que ese frente se complique para
el Gobierno, la necesidad de pedirle plata al Banco Central será mayor.
“Si
bien la meta de financiamiento al Tesoro aún luce alcanzable, será
necesario monitorear la renovación de vencimientos en el mercado de deuda local,
en particular considerando el resultado de abril, el rol de la deuda atada a la
inflación y los vencimientos abultados en lo que resta del año. Sin dudas, el
riesgo de incumplimiento de las metas se empieza a incrementar”, consideró
Fundación Capital.
Sin
embargo, la meta exigible que surge como más complicada a todas luces es
la que prevé acumulación de reservas por parte del Banco Central. Es, además,
el objetivo que Martín Guzmán identifica como más importante entre todos los
que prevé el programa económico acordado con el Fondo.
Para Equilibra,
“el Banco Central debería comprar unos USD 1.500 millones netos en el
mercado de cambios (MULC) entre mayo y junio para cumplir la meta de
acumulación de reservas del segundo trimestre. Si bien este monto equivale al
70% de lo que logró capturar en mayo-junio de 2021, en lo que va del año viene
adquiriendo menos de un 5% de lo que tomó en igual período de 2021″, estimó.
Identificó
la consultora de marras varios elementos que explican semejante atraso: 1) “el
encarecimiento de las importaciones energéticas tras desatarse la guerra en
Ucrania”, 2) “el mayor drenaje de divisas por gastos de turismo en el exterior,
y 3) “la necesidad de incrementar las importaciones en valor (por suba de
precios internacionales y costos de fletes) para mantener el nivel de actividad
económica de fines de 2021″.
En
ese aspecto, Equilibra la meta de reservas con las perspectivas de crecimiento
de la economía. “Cumplir con la meta de acumulación de reservas implicaría un
crecimiento nulo en el promedio del año, mientras que, si la meta se
flexibiliza, por ejemplo, en USD 2.000 millones, la economía podría crecer 1
por ciento”.
“De
no mediar un shock que cambie bruscamente el escenario externo, vemos tres
desenlaces posibles en torno al cumplimiento de la meta de reservas
internaciones netas este año: un waiver que le permita al Central acumular
menos reservas netas y a la economía crecer modestamente; un freno a las
importaciones, que induciría en faltantes -en particular de insumos- que
derivarían en una mayor inflación y menor actividad; una devaluación que
reduzca las importaciones y el nivel de actividad”, planteó la consultora como
escenarios.
La
meta de reservas de divisas netas en el Banco Central es la que aparece como la
más compleja de cumplir (Reuters)
Según
la consultora Sarandí, la cuestión de la acumulación de divisas terminará
siendo un problema para el Gobierno. “La débil acumulación de reservas, a pesar
de la buena cosecha y los altos precios internacionales de los productos
primarios”, es la principal preocupación en la perspectiva de cumplimiento del
acuerdo con el FMI, marcaron.
“Este
último factor es el más preocupante. En números, el saldo de compras netas de
dólares del BCRA este año corre a un ritmo 23 veces más bajo que el primer
cuatrimestre del 2021. Si bien es real que las condiciones externas se
deterioraron, esta menor velocidad de compras va a pasar factura más temprano
que tarde”, concluyeron. |