Por Jorge Herrera - En septiembre pasado los
datos del balance cambiario mostraron un monto de compra de dólares para
atesoramiento de u$s3.013 millones. Así, el primer mes bajo el imperio del
“cepo I” mantuvo un alto nivel en la salida de capitales. Es que si bien la
“fuga” de residentes bajo la figura de inversiones directas y otras en el
exterior se redujo sustancialmente frente al récord de agosto, la “fuga” vía la
compra de billetes se mantuvo por encima de los u$s2.200 millones. De ahí que
con los números preliminares de octubre, que aún no se conocen oficialmente, al
Gobierno no le quedó más remedio que implementar el torniquete del “cepo II”
para frenar la sangría.
De esta manera, al
cabo de los primeros nueve meses de 2019 el atesoramiento alcanzó
u$s22.749 millones. Basta con señalar que esto equivalió al 47% de las
reservas brutas del BCRA de
fin de septiembre (y se estima que al 100% de las reservas líquidas). Es
la prueba más contundente de la desconfianza e incertidumbre que viene
dominando la toma de decisiones de los agentes económicos. Pero nobleza obliga,
este temor o cautela ya formó parte del escenario macro desde el advenimiento
de Cambiemos en el poder. Porque en el primer año de Gobierno la “formación de
activos externos del sector privado no financiero” (FAE), lo que se conoce
comúnmente como “atesoramiento” y algunos bautizan como “fuga o salida de
capitales” porque son recursos que salen del sistema, sumó u$s9.951 (hubo
compra de billetes por u$s12.326 millones). Mientras que en 2017 el FAE
ascendió a u$s22.148 millones y en 2018, con crisis cambiaria y auxilio del
FMI, llegó a u$s27.230 millones. Por lo tanto, al cabo de 46 meses de
gestión, contemplando diciembre 2015, el FAE suma u$s84.102 millones, unos
u$s1.828 millones mensuales. De esta magnitud tendría que haber sido, como
mínimo, el superávit comercial desde fin de 2015 sólo para satisfacer la
demanda por atesoramiento. Claro que ello no ocurrió y fue el ingreso de
capitales financieros (principalmente vía deuda pública) el que fue cubriendo
el desfase. El resto es historia.
Al cabo de todos
estos meses de la era Macri, sólo la compra de billetes para atesorar sumó
u$s62.351 millones. Sin duda, ya sin cepo, la gente se fue dolarizando
desde el vamos. Lo intensificó en los últimos años ante la crisis, pero pese al
cambio institucional nunca recuperó la plena confianza como para refugiarse en
el peso o activos en pesos y menos para dejar los dólares en los bancos. A
quienes blanquearon en 2016 ahora sólo les resta rezar por lo que viene. Pero
el resto, que acumuló gran parte de estos ahorros dolarizados (más de un millón
de personas compraban dólares todos los meses), mirará de reojo y con sigilo
los pasos de la próxima administración. Hay mucha inquietud por ir a buscar
fondos en los mercados internacionales cuando la prioridad debería ser seducir
genuinamente a los capitales locales que siguen agazapados y temerosos de
cualquier intento expropiatorio.
|