Por Javier Blanco - Los plazos fijos (PF) en pesos tradicionales, es decir, pactados a una tasa predefinida en el momento de la constitución, viven su “veranito” en medio de la pandemia. El stock de estas colocaciones creció en unos $280.000 millones (20% en promedio) desde que fue impuesta la cuarentena, a fin de marzo, ante el inicio de una ola de contagios de coronavirus. Pasó de $1.459.987 millones a $1.736.050 millones en ese lapso. Pero se amplió en $392.500 millones (29,3%) desde el “piso” que ensayaron este tipo de colocaciones a mediados de abril, cuando los bancos ofrecían por estas colocaciones tasas inferiores al 20% anual. Los analistas explican que reviven gracias a un cepo cambiario cada vez más estricto, que impide o desalienta el pase a dólares, y el atractivo perdido por otras alternativas de ahorro, en medio de la incertidumbre sobre la renegociación de la deuda o el alcance final de la actual crisis económica. A eso se sumó el lustre que tomaron las tasas, reacomodadas al alza por disposiciones oficiales, en medio de un alivio inflacionario. La recuperación de los plazos fijos se inició una vez que el Banco Central (BCRA) impuso un “piso” mínimo a las tasas que los bancos ofrecen para captar estos depósitos (fijado en relación con el porcentaje de beneficios que deben transmitir a los ahorristas de lo que cobran por comprar Leliq). Hasta ese entonces las había dejado caer debajo del 20%, en las primeras semanas de la cuarentena, producto del shock de liquidez que recibió el mercado por la emisión para financiar al fisco y el obligado desarme de Leliq al que se forzó a los bancos para fondear créditos ante la emergencia. El crecimiento de los PF se aceleró cuando se universalizó ese beneficio y se subió la tasa del 26,6% al 30% anual en meses de una desaceleración inflacionaria alimentada por los congelamientos tarifarios, el control al tipo de cambio y –sobre todo– la dimensión que tomó la recesión ante las restricciones impuestas a la actividad. Hay que recordar que recién el 16 de abril, casi un mes después de impuesta la cuarentena, el BCRA restituyó una tasa mínima para los depósitos a plazo fijo menores de $1 millón de personas físicas, el que fijó entonces en el equivalente al 70% de la tasa del 38% que pagaba a los bancos cuando le compran letras de liquidez (Leliq) es decir, no menor del 26,6% anual. En ese transcurso, los ahorristas desarmaron plazos fijos tradicionales por unos $116.500 millones (el stock cayó de $1,46 a 1,34 billones), que, lentamente, comenzaron a volver. Luego, el 29 de mayo, al mismo tiempo que amplió algo más el cepo, el BCRA elevó del 70 al 79% el margen de Leliq trasladable a ahorristas, lo que implicó obligar a los bancos a subir al 30% nominal anual (2,2% mensual) la tasa mínima y universalizó su cobertura, que pasó incluir todas las colocaciones de este tipo sin distinguir por monto ni tipo de depositante. Esa decisión consolidó la recuperación de estos plazos fijos e impulsó luego su despegue. “Desde entonces los que más crecen son los llamados PF mayoristas, lo que no es casual, ya que la norma que les trasladó el beneficio de tasa mínima llegó al mismo momento en que se les limitó más la posibilidad de acceder al dólar bursátil”, explica Julia Segoviano, de la consultora LCG. “Los PF superiores a $1 millón crecen 15% en términos mensuales, mientras que los minoristas lo hacen a un ritmo de apenas 1% mensual”, complementa su colega Juan Ignacio Paolicchi, del Estudio ECO/GO, quien coincide en adjudicar ese diferencial “a las medidas que vedaron muy fuertemente el acceso al dólar MEP o el CCL” y el impacto que tuvo la regulación de tasa para ese segmento: “Para los grandes depósitos pasó de un mínimo de 15% mensual al 30% aproximadamente”. “Esos dos factores se conjugaron para provocar lo que estamos viendo hoy”, insiste Paolicchi. Para Segoviano, a eso hay que sumar el impacto provocado por reportes de índice de precios que resultaron inferiores a lo previsto. “Esos datos coincidieron con la fijación de la tasa mínima y, luego, con su ajuste al alza, lo que ayudó a muchos ahorristas a decidirse. Pero la enorme mayoría lo hace al menor plazo posible, lo que revela que leen esta relativa tranquilidad inflacionaria como circunstancial”, advierte. Es que si bien los analistas valoran la recuperación de este mecanismo de ahorro, la evalúan transitoria. “Solo podría consolidarse si el BCRA sostuviera en el tiempo una tasa real positiva; difícil por el impacto que podría tener en el costo del crédito tomando en cuenta que el Gobierno usaría esa palanca para tratar de impulsar una reactivación”, coinciden en señalar. |