Por Mariano
Cuparo Ortiz - En plena búsqueda del equilibrio fiscal impuesta
por el FMI,
la presión tributaria terminará la
gestión Cambiemos con
una caída de 3 puntos porcentuales. La baja de la recaudación, que
en octubre registró un nuevo episodio del desplome, llevará a una realidad algo
anunciada: en 2020 el déficit fiscal
seguirá en niveles similares a los del 2015. Y eso incluso tras el
fortísimo recorte del gasto público en infraestructura.
En 2019 la
recaudación sufrió una fuerte caída. Como muestra, los datos publicados el
viernes por Afip, correspondientes a los ingresos tributarios de octubre, registraron una contracción real en torno al
6% respecto al mismo mes del 2018. Un número que no se alejó
demasiado de las bajas que se vieron en la previa, especialmente durante el
primer trimestre.
Para cumplir con la
meta fiscal de los primeros 9 meses, el Ministerio de
Hacienda utilizó el método de las privatizaciones, vía venta de
centrales térmicas en junio y liquidación acelerada de acciones de empresas que
pertenecían al FGS entre junio y septiembre (los ingresos de capital pasaron de
$624 M en abril y $195 millones en mayo a $64.572 M en junio, $12.393 M en
julio, $11.730 M en agosto y $13.633 M en septiembre). Sin eso el rojo primario
habría sido de 0,3% del PBI.
Aun así para el 2019 se espera que
el déficit fiscal sea de al menos 4,3% del PBI. Para el
2020 según la Fundación Germán Abdala la expectativa es que, sin
privatizaciones salvando las papas, el déficit fiscal vuelva al 5,2% del PBI. Nivel similar al 5,1%
del 2015.
Panorama complejo
para lo fiscal, con el FMI pisando
los talones con sus metas que apuntan a superávit primario. La caída en la
presión tributaria registrada entre 2015 y 2018 dejaría una ventana abierta para buscar achicar el rojo. La vía
impositiva. El investigador del CEPA, Hernán Herrera, desctacó que según la
Dirección Nacional de Investigaciones y Análisis Fiscal, sumando provincias y
nación, la presión era de 31,45% en 2015 y cayó al 28,46% en 2018. Quitando a
las provincias, según Iaraf era de 25,83% en 2015 y de 23,16% en 2018. Pero
además el Iaraf se animó a una proyección: cerrará 2019 en 22,71% del PBI.
Herrera dijo
a BAE Negocios: "Aumentar
impuestos es un camino para ir al equilibrio fiscal. Aunque sin dudas hay que
ser precavido en este tema porque hay límites. Y si se los traspasa aparece la
deslealtad contributiva. En este contexto, después de una devaluación de 550% y
frente a una inflación de 300% en 4 años, es poco serio que se hayan bajado los porcentajes de impuestos a los
agroexportadores. Creo que todo el sistema deberá equilibrarse. Sin
excesos".
Y, dando una pista
de adónde pueden llegar esos márgenes, agregó: "El 2010 y el 2011 fueron años de mucho crecimiento y una presión
promedio de 30% del PBI que
no lo afectó. En 2018 esa presión estuvo por debajo. Un segundo problema
es cómo se recauda ese monto. Recordemos que el impuesto a las ganancias se
redujo 1,5 puntos en 4 años, en términos del PBI, mientras que subió
el IVA. Un tercer problema es
cómo se usan los recursos recaudados. Si es para intereses el derrame sería
nulo y creo que el reperfilamiento puede dar margen para una inyección en el
gasto público".
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