Por Gustavo Ber - Con
una creciente ansiedad, los inversores todavía esperan definiciones sobre la
estrategia con que se encarará la reestructuracion de deuda, al ritmo de
diversas especulaciones que sólo generan volatilidad en la cotización de
los títulos públicos.
Ocurre
que la urgencia por avanzar en dicho proceso sigue siendo elevada en vista a
los importantes compromisos financieros de los próximos meses, aún cuando
algunas medidas recientes hayan descompromido parcialmente dicho horizonte.
Ello se
debe a que no sólo se han vuelto a reperfilar las Letes en dólares, sino que
además se ha logrado reanudar las licitaciones de Letras en pesos, lo cual
está permitiendo reactivar favorablemente un crucial ¨roll-over¨ sobre la deuda
local.
Esta situación
permitió que se ratifique que se continuarán abonando en tiempo y forma los
servicios durante la negociación con los acreedores tanto locales como
externos, lo cual fue interpretado positivamente en términos de voluntad de
pago.
Además, se
sumó la rápida aprobación de un fuerte paquete fiscal en busca de un mayor
equilibrio primario en las cuentas públicas, el cual resulta indispensable
para iniciar las conversaciones con los bonistas, aún cuando dicha
estabilización debería ser complementada posteriormente con un plan que apunte
al crecimiento.
A pesar
de que todo ello fue recibibido positivamente por los operadores, y de ahí la
importante recuperación de los bonos desde los mínimos recientes, aún
existe una alta expectativa por la dinámica y la complejidad asociada a todo el
proceso.
Es por
ello que los operadores están en modo ¨trading¨, al ritmo de las señales y de
ahí la creciente volatilidad de los activos financieros, a la espera de que se
arranque a la brevedad con contactos formales con los acreedores privados a
través de propuestas que puedan resultar satifactorias para lograr una rápida
aprobación.
Ocurre
que el país no estaría en condiciones de extender por mucho tiempo las
negociaciones, mientras siga abonando los servicios financieros, y ante ello no
debería descartarse que se vaya avanzando segmentadamente con los bonistas.
Ello se
debe a que las necesidades, y la eventual capacidad de rechazo, resultan
diferentes entre ellos y así es que podría resultar eficiente generar acuerdos
en las nuevas condiciones (reducción de capital y/o intereses, período de
gracia, extensión de plazo) según sus perfiles a través de propuestas
diferenciadas.
Las
paridades de los bonos, más allá de actuar sólo como indicaciones en base a
expectativas sobre la reestructuración,
continúan mostrando niveles superiores para los bonos con ley NY, toda vez que
se estima que podrían ser los acreedores eventualmente más exigentes y que así
reciban un mayor valor de recupero.
En
contraposición, los títulos con ley local continúan cotizando a menores
paridades dado que podrían quedar sujetos a mayores quitas en este proceso, ya
que además representan una mayor carga financiera a corto plazo para el país.
Hasta tanto
el proceso de reestructuración no vaya generando mayor claridad, y pueda
avanzarse en la implementación, la volatilidad seguirá siendo moneda corriente
ante la marcada sensibilidad de las eventuales ofertas en las valuaciones.
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Economista, titular del Estudio Ber
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