Por Virginia Porcella - A
partir de la gira de Alberto
Fernández por Europa en búsqueda de apoyo en la negociación con el
Fondo Monetario y tras el encuentro del ministro de Economía, Martín Guzmán, en Roma con la
propia Kristalina Georgieva,
titular del FMI, los tiempos de la
reestructuración de la deuda empiezan a acelerarse.
El proceso entrará, la próxima semana, en una etapa clave de
definiciones. Por un lado, está prevista para el miércoles 12 la llegada de la
misión del FMI encabezada por Luis
Cubeddu en la que se avanzará en los detalles del plan de
sustentabilidad de la deuda que Guzmán presentará por esos días en el Congreso.
Al mismo tiempo, se debe proceder en cuestiones operativas,
como la selección de bancos colocadores y agentes que asistirán en el canje.
Aunque es un paso de rutina, previsto en el cronograma para el que ya fueron
invitadas distintas entidades, no deja de ser un avance crítico: quienes
resulten elegidos tendrán la tarea de sondear a los inversores, en un intento
de compatibilizar sus diferentes intereses y plasmarlos en una oferta capaz de
lograr los niveles de adhesión necesarios en cada serie.
Es un objetivo desafiante. En principio, la apuesta de máxima de Guzmán es una
reestructuración lo más amplia posible. Esto es, que incluya tanto los bonos
emitidos durante la gestión de Mauricio Macri con las cláusulas de acción
colectiva (CACs) de 66% y también los bonos anteriores, como los PAR y Discount
que surgieron del canje de 2005 y que tienen cláusulas de adhesión mínima más
exigentes (de 75%). Esta estrategia contiene riesgos y beneficios. Entre
los principales peligros está, obviamente, no lograr la mayoría necesaria para
estos títulos. En contrapartida, podría ser una alternativa para morigerear las
pérdidas de los fondos de inversión con grandes tenencias -y capacidad de
bloqueo- de los bonos emitidos durante los últimos cuatro años, como Templeton,
Pimco o Blackrock. El supuesto es
que cuanto más amplia sea la base de deuda a reestructurar, más suaves serán
las quitas.
"El plan es que entre todo, lo más integral posible
pero es algo que se está indagando con los fondos. Depende de la permeabilidad
que muestre. No es un tema cerrado", explicó una fuente vinculada a la
negociación. "Lo único inamovible es limpiar todos los vencimientos de estos
cuatro años y tirarlos para adelante. Esa es la prioridad, lo que vence
después, si se puede meter también mejor", agregó.
En ese sentido, se sabe, el objetivo del Gobierno es no tener que hacer pagos de deuda hasta el
fin del actual mandato, tanto a acreedores privados como al propio Fondo
Monetario. Incluso, Guzmán sorprendió en el Vaticano con su pedido al Club de París de recortar también la tasa de
interés del último vencimiento pendiente para mayo, por USD 1.923 millones.
En el caso del FMI,
en tanto, se pactaría un nuevo crédito para cancelar los vencimientos vigentes
del préstamo desembolsado por U$S 44.000 millones, lo que implicaría en
la práctica una extensión del plazo. Claro que, otra vez, esos desembolsos
quedarían sujetos al cumplimento de metas. No es ésa, en todo caso, la mayor dificultad en las negociaciones.
Sí lo es las tratativas con los bonistas, que en los últimos días dieron indicios claros de una
flexibilidad limitada a la hora de aceptar prórrogas y quitas.
Particularmente, el
canje del bono dual o AF20, que no sólo arrojó un bajo nivel de adhesión sino
que el principal título resultante de la operación, el TX21 que ajusta por CER
más 1%, tuvo un debut en el mercado que señala preocupación de los inversores
también en el mercado de pesos.
“El bono operó a un precio de $87, lo que marca una tasa
real de 11%. Es un nivel de tasa que ya está incorporando la posibilidad de que
no se resuelvan bien las cosas en el mercado de pesos”, apuntó un operador.
Esto es, que no se logre una solución al vencimiento del 13 de febrero que
evite una avalancha de pesos potencialmente desestabilizadora del precario
equilibrio cambiario y que ponga en jaque el sendero de reducción de tasas de
interés.
Así, el tramo que
parecía relativamente encaminado es el que ahora enciende todas las alertas en
el mercado, mientras los avances para la reestructuración de la deuda en
dólares, con el Fondo Monetario y hasta con el Club de París pasan, en algún
punto, a quedar expectantes del resultado de las operaciones más urgentes.
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