Por Caetano Mohorade - El Gobierno sufrió ayer un
duro revés en la licitación de Letras del Tesoro en pesos con tasa Badlar
(Lebad), al captar apenas $6.400 millones, en un contexto donde, además, debió
convalidar una suba de la tasa de interés. Esta cifra representó el 64% de los
$10.000 millones que salió a buscar el Palacio de Hacienda en la colocación, en
un contexto donde comenzaron a surgir las dudas con respecto al pago de los
títulos en moneda local, tras el anuncio de reperfilamiento para los Bonos
Duales (AF20), que hoy deberían haber pagado unos $95.000 millones.
En total,el Ministerio de Economía recibió 98 órdenes de compra. Para
las Lebad con vencimiento el 3 de abril, se adjudicaron $2.808 millones, el
total de lo ofertado para esta Letra. El precio de corte fue de $1.045,10 por
cada $1.000, lo que representó una tasa nominal anual del 37,83% (44,60%
TIREA). De esta manera, el total en circulación para estos títulos asciende a
$19.295 millones. Por su parte, para las Lebad con vencimiento a fines de
agosto (el 28 del mes), también se adjudicó el total de lo ofertado ($3.592
millones). El precio de corte fue de $983 por cada u$s1.000, representando una
tasa nominal anual del 43,16% y una TIREA del 47,42%. El total en circulación
de estos títulos asciende a $12.306 millones. Este resultado implicó además que debió tolerar un aumento en las tasas
de interés de la colocación con respecto a la última licitación de Lebad. Hasta
el momento, la cartera que dirige Martín Guzmán no había tenido mayores
problemas para tomar deuda en moneda local
de corto plazo; es más, en todas las licitaciones (salvo en esta última), logró cumplir con
las expectativas, dado que consiguió refinanciar el total de vencimientos,
mientras que en esta oportunidad se quedó corto. El consenso de mercado es que
hoy en día la curva en pesos está rota, y probablemente tome tiempo volver a
reanimarla.
Si hay algo que no
se puede negar, es que no le faltó temple al oficialismo para salir a licitar
deuda en pesos, justo unos días después del traspié con los Bonos Duales, que
encendieron las alarmas de cara a los vencimientos de los próximos meses, cuando
deberán pagarse diversos títulos, como el AM20, el A2M2, el TC20 y el TJ20.
Fuentes oficiales señalaron que la intención de Guzmán es pagar estos bonos -el
propio ministro señaló que el caso del AF20 fue un hecho aislado-, pero la
cuestión va un poco más allá, a partir de ciertas rispideces entre Economía y
la Casa Rosada, que apunta a seguir manteniendo canjes con quitas o continuar
con la estrategia del reperfilamiento.
Fuentes cercanas
al asunto destacaron, además, que los $6.400 millones fueron aportados
únicamente por el sector público, mientras que los privados prefirieron mirar
desde afuera. Una decisión lógica, considerando
toda la incertidumbre que gira en torno a la deuda en pesos. A pesar de los
esfuerzos de Guzmán por brindar seguridad, con el fin de seguir generando una
curva de referencia, el mercado prefiere quedarse con los hechos más recientes.
La confianza
parecer haberse quebrado. La pregunta entre los inversores gira en torno a que
si el Gobierno no puede generar adeptos propios, ¿cómo logrará convencer a los
acreedores de que el país tiene la capacidad de mantener un superávit comercial
(o turístico) durante varios años que le permita “generar los dólares”
necesarios para cubrir el total de los compromisos, de cara a la reestructuración?
Los niveles de deuda de la Argentina se encuentran en línea con otros países,
por lo que ese no es el problema, sino la magnitud de los vencimientos de corto
plazo. El riesgo es que lo que en un principio se consideraba como una cuestión
de liquidez pueda estar transformándose en un problema de solvencia.
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