Por Marcelo Bonelli - La quita de la deuda externa que exige el FMI sería
del 30 % sobre los bonos de los acreedores privados de Argentina. El
Fondo sugiere hacer una quita del 15 % del capital de la deuda y además que se
posterguen por tres años los pagos de los bonos.
Este periodo de gracia representaría (a valor actual ) un recorte de otro 15
%. Así, entre una y otra decisión el descuento total que
propicia el FMI sería por lo menos del 30 %. Para Kristalina
Georgieva se trataría de la punción mínima para que los bonistas hagan
“contribución apreciable” a la Argentina. El número surgió
en las negociaciones con la misión que encabezó Julie Kozack. El detalle fino
depende del momento de la propuesta: podría subir al 40 %.
La información
ya circula en Wall Street y la trasmitió el propio Palacio de Hacienda ayer,
en contactos con banqueros extranjeros. Martín Guzmán invitó en la víspera a
varios operadores internacionales a sugerir distintas propuestas de acuerdo.
Todos los bancos (City, UBS, JP Morgan) trasmitieron una idea concreta: para que la renegociación sea exitosa, Argentina
tiene que ofrecer bonos que tengan una paridad de mercado por encima de la
actual.
Ahora, la paridad promedio es del 45% y los “lobos” de Wall
Street quieren que la propuesta argentina la ubique en 55 o 60 %. Solo así aseguran el
éxito del canje.
Se trata de un contragolpe
de Wall Street. Dicen tener información confidencial de
que el Gobierno y el FMI pactaron en secreto una cuestión central: hacer
anuncios y comunicados para bajar ahora el precio de los bonos argentinos en el
mercado y así mejorar la posición negociadora de la Casa Rosada. Clarín confirmó que habrá una
misión secreta de máximos banqueros la semana próxima en Buenos Aires.
Ayer se enviaron las
invitaciones y el encuentro cumbre será entre el jueves y el viernes de la
semana próxima. Uno de los coordinadores de la
reunión top secret sería el poderoso JP Morgan. Entre el
miércoles y el jueves llegarían en sus aviones privados los jefes de los fondos
que concentran la mayor parte de la deuda argentina para iniciar las
negociaciones.
En la nomina están los encargados de deuda de Greylock,
Pimco BlackRock, Fidelity, Templeton y Northem Trust. Estos fondos concentran el 40 % de la deuda
argentina. Son decisivos para la suerte de la
reprogramación y se verán -por primera vez- cara a cara con el ministro Guzmán.
Se los conoce como “El Club de los 40”.
El ministro escucharía, pero
hará un primer sondeo de la propuesta de pago de la Argentina. La reunión tiene
alto voltaje.
También los “lobos” de Wall
Street verán a varios economistas y pidieron una entrevista política: con Sergio Massa. No se sabe si verán a
Alberto Fernández.
El Gobierno quiere acelerar
la negociación. El cronograma -grave error fue establecerlo- ya no se va a
cumplir. Hubo muchas desprolijidades y hechos insólitos. Guzmán abrió un
concurso para elegir el banco asesor de la negociación. Cuatro días antes del día
fijado para la elección, no habían girado las invitaciones y condiciones para
participar de la licitación que cerró ayer.
Al final, y con descuidos, se
enviaron las bases del concurso recién a la “medianoche” del ultimo sábado. En el mercado se insiste en que hay un fuerte -y
poco ético - lobby del presidente Emanuel Macron a favor del banco Rothschild,
del cual fue socio. Igual, la Casa Rosada esta urgida por
una cuestión: el cronograma de vencimientos es muy pesado a partir del otoño.
El 7 de mayo vencen 1.400 millones de dólares imposibles de cancelar.
La Casa Rosada festejó
el comunicado del FMI como un gran triunfo.
Alberto F. felicitó a Guzmán. El texto es
un aval político a la Argentina. Fernández desde el inicio
priorizó la sociedad con el FMI y el documento ratifica ese acuerdo político
-no técnico, ni de programa- con el Fondo. Pero el texto del comunicado no es
una adecuación del organismo a la posición argentina, como el relato oficial
pretende instalar y capitalizar políticamente.
El Fondo Monetario
-y Clarín ya lo anticipó hace tiempo- siempre quiso y exigió que los bonistas
sean los que hagan una fuerte quita al pago de la deuda argentina. Lo
dijeron antes que asuma Alberto.
Kristalina - y la
doctrina del FMI desde hace más de 30 años - exige que los fondos de inversión
hagan una “contribución apreciable” para compensar las
millonarias ganancias que acumularon con la bicicleta de la Argentina. Se trata
de asumir el “riesgo moral” de especular con un país que otorgaba suculentas e
impagables ganancias.
El comunicado
también es un golpazo al frente interno del FMI. Tiene
como destinatarios a los responsables de la mega-ayuda a Mauricio Macri: David
Lipton, ya desplazado de la vicepresidencia, Alejandro Werner y Roberto
Cardarelli. Werner fue excluido de la misión que vino a Buenos Aires y
reemplazado por su segunda.
El trío instrumentó la orden
del Tesoro de Estados Unidos para apoyar la reelección de Macri. La purga
interna la impulsan los directores europeos del organismo.
La lectura “superficial” del
texto también eludió dos cuestiones centrales. Al admitir el FMI - algo obvio
porque estamos en virtual default- que la deuda “no es sostenible” , también
advierte otra cuestión: que la Argentina continúa con un desequilibrio fiscal
que debe corregir hacia el futuro y que le impide pagar la deuda. Ademas dice
que la Casa Rosada deberá “hacer esfuerzos adicionales” para bajar la
inflación.
Uno y otro párrafo están
unidos y traducidos dicen los siguiente: que el país
debería hacer más ajustes si quiere cerrar en forma tradicional con el FMI.
En Washington
ponderan el ajustazo que ya aplicó la Casa Rosada en diciembre.
Fue mayúsculo: del 2,4 % del PBI, incluyendo la rebanada a los jubilados.
Tambien festejan que el
recorte no generó ningún reclamo social. Ponderan la
capacidad de Fernández y del peronismo para adormecer la protesta.
En ninguna parte
del texto el FMI admite que se este negociando un acuerdo. No
se menciona. En los “paper” de Wall Street se especula que el FMI otorgará un
aval político a la reestructuración, pero que no va a incluir – por ahora- un
acuerdo tradicional y concreto.
Sostienen que ni a
Kristalina, ni a Alberto les conviene plasmar el apoyo en un difícil programa.
Eso obligaría a fuertes discusiones. Además, este año no hay
vencimientos de la deuda con el FMI y se abre una ventana de tiempo hasta
diciembre.
Al máximo nivel de gobierno
se afirma que ese acuerdo, solo avanzará una vez que se haya cerrado la
negociación con los bonistas en el otoño.
El diálogo entre
Kristalina y Alberto es fecundo y ambos definirían el momento. También
los dos -por ejemplo- acordaron como iban a manejar las críticas públicas. Así
se lo pidió la jefa del FMI: “Alberto, tenés libertad de criticar al Fondo,
pero yo te pido una cosa: que siempre antes me avises”.
Guzmán tendría otro criterio.
Quiere recobrar el desgaste que tuvo su mal paso por Manhattan. En una reunión
hermética con su equipo dijo que todo esta avanzado con el FMI. Y que el acuerdo
técnico podría cerrarse de inmediato. Ya se sabe que incluiría otra fórmula
para los haberes jubilatorios: no habría compensación por lo perdido y se
volvería al sistema de actualizar por la evolución de la recaudación .
Todos los políticos
toquetearon el sistema previsional en los últimos 40 años. Ninguno
le encontró la solución.
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