Por Román Lejtman
- Alberto Fernández tiene un plan para
pagar la deuda externa. Y ese plan tiene un ejecutor y una pieza
maestra: Martín Guzmán vuela alrededor del mundo para cumplir las órdenes
presidenciales, mientras que Kristalina Georgieva -directora ejecutiva del
Fondo Monetario Internacional (FMI)- juega al lado de Alberto Fernández como si
fuera una ministra más del gobierno peronista.
Esa troika impensada -un abogado penalista, un académico platense
y una economista búlgara- están articulando un programa de pago de la deuda
externa nacional que no figuraba en los planes del board del FMI ni en las
peores pesadillas de los fondos de inversión y los bancos de Wall Street que
gastaron billones de dólares en títulos de la Argentina.
La nueva jugada de la Troika consiste en utilizar el artículo 4 del
estatuto del Fondo para establecer el cronograma de pagos al FMI y la oferta
inicial que hará Guzmán a los bonistas bajo legislación internacional.
El artículo 4 implica una
revisión de las cuentas nacionales, y sobre ese cuadro de situación Alberto Fernández -avalado por Georgieva-
establecerá el roll over de la deuda con el FMI y definirá la
propuesta -quita de capital e intereses, y postergación de los pagos- de los
bonos con ley New York que tienen fondos de inversión y bancos que operan en
Wall Street y Londres, entre otras plazas financieras.
La jugada del artículo 4 no es un hecho azaroso, ya estaba en el plan de
Alberto Fernández cuando Francisco habló con Georgieva y le explicó las
intenciones del entonces presidente electo. La futura directora ejecutiva del
FMI -aún no había asumido- creyó en el Papa y llamó a Alberto Fernández que
estaba junto a Santiago Cafiero y Matías Kulfas en las oficinas de Puerto
Madero. La conversación duró mas
de una hora, y la empatía entre ambos fue inmediata.
Por
esa inesperada empatía personal, Martín Guzmán pudo viajar en secreto desde New
York a Washington y mantener un prolongado cónclave con Georgieva, que se
aprestaba a suceder a Christine Lagarde como directora gerente del FMI. El futuro ministro de Economía reveló las
ideas que estaba trabajando junto al presidente electo, y Georgieva
adelantó su apoyo si se cumplía con una hoja de ruta que debía satisfacer las
expectativas de los países más poderosos del FMI.
Guzmán contó en detalle a
Alberto Fernández la conversación a solas con la actual directora gerente del
Fondo. Y
el futuro presidente aceptó las reglas de juego: si no había aval de Estados
Unidos y los estados más poderosos de Europa, no había plan para honrar la
deuda externa cuando fuera sostenible.
La gira europea se ajustó a la propuesta estratégica de Georgieva, y
el presidente regresó de Roma, Berlín, Madrid y París con un respaldo explícito
a su plan de postergar los pagos al FMI y recortar el capital y los intereses
de los bonistas bajo legislación internacional.
Guzmán
estuvo el sábado y domingo en Ryad (Arabia Saudita), adonde representó a la
Argentina en el G20 de Finanzas. El ministro mantuvo un encuentro clave con
Georgieva y una reunión estratégica con Steven Mnuchin, secretario del Tesoro
de los Estados Unidos. Mnuchin
ratificó a Guzmán que Donald Trump respalda la estrategia negociadora de
Alberto Fernández, y confirmó que ese aval será honrado cuando el board del FMI
trate el Caso Argentino.
En 1944, cuando concluía la
Segunda Guerra Mundial, se negociaron los acuerdos de Bretton Woods que
desembocaron en la creación del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional.
Los 44 países que participaron de las deliberaciones resolvieron que el FMI
debía vigilar las condiciones fiscales y monetarias de sus estados miembros, y
elevar un informe anual al board de este organismo multilateral. Esa función aprobada por unanimidad en
Bretton Woods quedó establecida en el artículo 4 de su estatuto reglamentario.
Néstor
Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner repudiaron el artículo 4 del estatuto
del Fondo Monetario Internacional cuando destruyeron la credibilidad del INDEC, y
sus visitas fueron vetadas desde 2007 hasta 2015. Estos presidentes peronistas
creían que las misiones del artículo 4 eran una inexplicable cesión de
soberanía nacional frente a los burócratas del FMI.
Alberto Fernández tiene una
idea diferente al respecto. El presidente plantea que sólo pagará la deuda
cuando Argentina crezca, y para
determinar la magnitud de la actual crisis económica, sostiene que no habría
mejor herramienta técnica que los informes del artículo 4 del Fondo Monetario
Internacional.
Es decir: el gobierno peronista va a definir los plazos de pagos al FMI y
la propuesta inicial a los bonistas bajo legislación extranjera con los números
del estado de la economía nacional que establezca la revisión técnica fijada
por el articulo 4 del estatuto del Fondo.
Durante
la reunión de Guzmán con Georgieva en Ryad se acordó que llegara -cuanto antes-
una misión bajo el artículo 4 del FMI. Alberto Fernández quiere cerrar con el
Fondo y después presentar una oferta formal a los bonistas con legislación
extranjera. Cuando
más rápido llega la revisión del artículo 4, más rápido Guzmán ofrecerá la
quita y el roll over a los bancos y los fondos de inversión que operan con los
títulos soberanos emitidos por la Argentina.
En este contexto, y pese a la
existencia de un cronograma oficial, es poco probable que la negociación con
los bonistas concluya antes del 31 de marzo. Guzmán ayer estuvo con ellos en
Manhattan. Y todo terminó como empezó: saludos de cortesía,
dientes apretados y caras largas.
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